Ese año, en el verano, mientras
estaba visitando a mi padre en un hospital de Chicago por su segundo
ataque al corazón; en Caracas, a finales del mes de julio. hubo un gran terremoto que tumbo altos
edificios completos; mientras en
USA, así como en la ciudad donde yo estaba, se vivía una época convulsionada por las luchas raciales,
un NO a la guerra en Vietnam. Es la
época de las grandes marchas a Washington y de muchedumbre alterada de forma tal, que cuadras enteras de edificios fueron quemados
en sus manifestaciones, preámbulo de lo
que serian los famosos “riots” de Chicago en el 68 al ser asesinado
misteriosamente Martin Luther King jr. en el balcón del hotel donde estaba
alojado.
Al regresar a Caracas, ya cuando mi padre estuvo mejor y dejado en su casa, fue deprimente ver toda la desolación que trae el panorama de edificios caídos o medio caídos que uno nunca se imaginó se iban a desplomar desde sus entrañas. Al ver las ciudades bombardeadas en Siria, tengo una similitud de lo que vi al llegar a Caracas.
Hoy, a raíz de la enfermedad de Chávez, no hay posibilidad de hablar con
alguien donde el comandante no sea mencionado, dada su gravedad y las
implicaciones que su ida tendría para todos nosotros en el Caribe, me he puesto a recordar ese periodo de tiempo en Los Teques y en Caracas. Para mi recordar
va unido a música, mas bien la música me
hace recordar y por eso es que en durante el mes de diciembre pasado y parte
del iniciado mes de enero, he
bajado o subido en el Facebook tantas canciones de esa época, 1967.
Me di cuenta de que en ese periodo 1966 al 1968, los dos años que estuve en
Venezuela, los cantantes hispanos que triunfaron, se han quedado en nuestros
corazones desde entonces, por décadas, se hicieron famosos en esa época: Raphael,
Roberto Carlos y Julio Iglesias. Luego empezaron a surgir a mi recuerdo las otras canciones que comenzaron a tener algún significado por una u otra razón. En aquel
entonces había un programa musical de
televisión en Caracas cerca de las 9 de la noche que solíamos ver y presentaban
en vivo a los artistas del momento y así los conocimos.
Hay canciones que van unidas a
situaciones, reuniones, que al oírlas me transportan, aunque reconozco que ya
hay detalles que se me escapan de ese ayer que ya es lejano; 9 generaciones, 4
décadas y media de distancia.
Cuando llegó el 68 nos preparamos para regresar, esta vez para Santiago de
los Caballeros a fundar el centro Bellarmino que realmente aun no existía físicamente
en su totalidad. Por tanto el 68 se fue
entre preparar la salida, terminar los estudios, dejar lo cultivado hasta
entonces, abandonar las amistades contraídas… fue más bien un año de transición
y sentir que abandonaba algo. De ahí que el 67 sea más importante, fue el año
que se cultivo, se sembró.
Siempre que llegas a un sitio
aparece una familia que uno la hace de uno y tiende a refugiarse en ella,
máxime cuando no se tiene familia. En este caso la familia de Lourdes Utrera fue la que se convirtió
inmediatamente en nuestro refugio y ella en nuestra otra madre. Allá celebraron mi cumpleaños sorpresa.
Hubo un momento en que dudé si debía quedarme o no, evidentemente decidí
seguir, pero uno siempre se cuestiona qué hubiese sido si en lugar de ir a
Santiago, me hubiese quedado en Los Teques o en Caracas. La mente trabaja y se
imagina cosas. De hecho uno de los nuestros se quedó allá. De haber no ido a
Santiago en el 68 a estudiar filosofía
en la UCMM, mi hoy seria drásticamente
distinto. No piensen que me arrepiento de mi decisión, sino una lucubración más
que uno se hace al revisar su vida, y cuando uno ha sido entrenado para
reflexionar, tiene tiempo para hacerlo y la misma situación anímica te conmina
a hacerlo, pues uno empieza a jugar al ajedrez con la vida que ya se vivió.
Cuando comenté lo anterior con Ian y Ghelka Vianella en nuestras conversaciones semanales, normalmente en el fin de semana, y cuestionaba lucubrando de lo que hubiese
pasado si me hubiera quedado en Venezuela ese año, Ian solo dijo una posible verdad: “estarías
posiblemente en Miami, en el área del Doral, viviendo ahora mismo”.
Estando en Venezuela, políticamente
me simpatizaban los social cristianos, COPEY, y nunca olvidaré que en plena
campaña política, durante la madrugada
adornaron de verde el tope de todos los postes eléctricos de Caracas . Los Adecos gobernaban
en ese momento. Pero también me gustaba un grupo más a la izquierda, el MAS, de
orientación socialista; lo que vendría a ser el PLD de sus inicios, no el
actual que ya no es lo que era. Así que uno nunca sabe.
De ahí mi hurgar en el 67 musical. Te topas con melodías de películas que veíamos en el Colegio Salesiano,
que era como el teatro de la ciudad, tales como la Novicia Rebelde, los Paraguas
de Cherburgo; o al Maestro con Cariño, ya en un cine local.
Como olvidar que nuestro conjunto musical fue a tocar sus propias canciones a la
Universidad Andrés Bello y la gente pedía
que tocasen el Pata Pata y no teníamos ni idea de qué estaban hablando, propio
de nuestro desfase “cultural” en aquel momento histórico.
Nosotros cada 5 a 7 años cumplimos un ciclo energético en el que se comienza o se termina el mismo, pienso que en mi
caso se terminaba uno para comenzar el
nuevo.
Con mi investigación musical podría
decir que en 1967 se hizo muy buena música popular y muchas de ellas aún caminan conmigo; con los recuerdos y sentimientos ya diluidos por el andar, pero
que van unidos como la hiedra
en cada tonada que escucho.
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