Hace unos días,
el primero de mes, mi padre cumplió 46 años de irse. Ese día recuerdo que lloré
caminando con mi esposa recién casada ese fin de semana y sólo recuerdo que
dije haber perdido a mi amigo, y eso era mi padre, mi amigo. Había perdido el
que me comprendía, el que sabía antes de yo hablar lo que iba a decir, el que
leía mis cartas semanales y me contestaba sin más, contándome todo lo que había
pasado esa semana, lo que soñaba y había dejado de soñar. Juntos poco hablábamos, lejos mucho escribíamos,
y a pesar del tiempo, lo extraño. Ya no
hablamos, pero lo llamo de vez en cuando, aunque sé que no volverá, ya volvió.
Luego con el
tiempo aprendí que él había regresado, y así el mismo me lo había hecho saber, había regresado,
en mi hijo Jorge Armando. Y de pronto me calmé, ya él estaba de nuevo conmigo,
protegiéndome.
Con el tiempo
el mismo Jorge Armando empezó a actuar como si fuese mi padre y yo el hijo. Yo lo dejaba pasar, pues en el fondo era mi padre.
Pero ahora de
pronto, lo extraño, ahora de pronto, me doy cuenta que vivió menos que yo, todo
se hace un tollo en mi cabeza.
Bueno, lo que
quiero decir, al oír ayer la ida del
padre de Lorenzo, de que todo se volvió
al presente, fue el segundo detonante,
el primero fue el percatarme que Ambiorix, el padre de Xiroibma hacia diez años de ido en la
misma fecha, y de pronto, todo fluye y sí,
lo extraño en el ayer, en lo vivido, en
lo no vivido, sino soñado. Ha pasado casi medio siglo, y no importa, lo extraño. Y
la isla vuelve, se hace presente de pronto, se revolotea todo, lo que pudo ser
y no fue, lo planificado en vida para nada y lo sufrido, lo llorado, lo poca
cosa que uno se siente antes ese pasado, vejado, y la isla en el ayer. La isla que
mi padre me enseñó a amar, la isla que mi padre me sembró en mi corazón, la
isla imposible de dejar en el olvido, su magia, su magia.
Extraño de mi
padre sus consejos, sus silencios, su llamarme BOY,
y yo sin saber si hice bien o no con
decisiones tomadas donde yo era el centro y no él, quizás él hubiese
hecho lo mismo, no sé, queda la duda. La
angustia de la duda, el no saber. La verdad la sabré cuando me encuentre con él
en su yo anterior. Nos juntaremos de nuevo y sin hablar, fluirán las ideas y
comprenderé, entenderé y espero poder aceptar, lo que hoy no comprendo, ni entiendo
ni acepto en mi interior.
De su regreso
en y con Jorge Armando o no, lo extraño
y eso es lo único que ahora sé, casi ahoritica sé lo manifesté
a mi hermana, 46 años hace dos días y
¿cómo es posible que aún lo extrañe? Pero
es así.