viernes, 26 de agosto de 2011

Madre o esposa?

Si hay un tema por el que he discutido en esta vida es este: la mujer debe ser primero esposa y luego madre, el ser madre es producto del amor entre dos, el hijo es fruto del amor por tanto el fruto no es más importante que el árbol, es importante, pero no más.

Claro, eso es lo que yo vi en mi madre. Una mezcla de mexicana cubana de su época. Pero más importante que eso es que ella no se casó porque quedó embarazada, no se casó para salir de la casa, no se casó para sentirse libre, no se casó para tener una vida sin problemas económicos, no se casó por regalos y palabras bonitas, no se casó para ascender socialmente, no se casó por conveniencia de ningún tipo o por acuerdos de familia; ella se casó enamorada, se casó por amor y siguió estando enamorada a pesar del tiempo y los vaivenes de nuestras vidas.

En el exilio fue el soporte, el bastón de la familia. Cuando joven, recién casada, trabajó en una fábrica hasta que mi papá pudo subir económicamente y ella quedar más tiempo con nosotros. En Chicago tuvo que volver a una fábrica para colaborar con los gastos comunes.

En ella no había esto es mío, esta es mi cuenta, mi dinero; no, todo era común como en toda comunidad cristiana, nada es de nadie, todo es de todos.

Cuando enfermábamos, y yo era más enfermizo  que mi hermana aunque ella tuvo sus pequeños accidentes que superaban con creces mis enfermedades; ahí estaba ella. Papá llamaba y llegaba más temprano esos días.

Pero si todo era normal y mi padre la llamaba para que se juntase con él, a salir, cenar, bailar o lo que fuese; ahí se iba ella y nos dejaba en la casa. Había tiempo para nosotros, pero el tiempo con mi padre era sagrado.

La familia paterna dominaba la materna. Puede que el hecho de que mis tías de parte de madre vivieran en el piso  arriba de nosotros hacia que las viésemos como parte de un todo, pero las tías abuelas, las que criaron a mi padre y sus hermanos tenían un puesto principal, primordial. Ella hacia lo indecible para que se sintiesen lo mejor posible en honor a él.

Cuando salimos de la isla, ella se quedó con él. No sabíamos si nos veríamos de nuevo o no, pero esa fue su decisión, al lado de él.

Yo no puedo hablar de otras mujeres, pero mi madre es mi ejemplo  y sé que si hay amor y este permanece, debe ser como ella hizo: esposa-madre y no madre-esposa.

No tengo más argumento sobre el tema, sólo el ejemplo de Noemí, así se llama ella.

En estos últimos meses he descubierto que le debo a mi madre más cosas de las que yo me imagine, lo he descubierto ahora al escribir, recordar, valorar el pasado. Aún cuando estoy  medio desesperado sin darme cuenta  grito,” ¡mamé por  favor!” , “!Ay mamá!”.

 Me consta que fue una abuela extraordinaria de los tres míos y de los dos de mi hermana, una madre sin igual; así que imagínense que clase de mujer y esposa ella era.  Una chaparrita de un corazón inmenso.

En el fondo la diferencia está  en la razón por la cual  uno se casa. Yo creo en el amor, y creo en el estar enamorado. Soy fruto de eso.


viernes, 19 de agosto de 2011

Sólo ser parecido.

Mi padre nos dejó un primero de febrero lunes, el 29 anterior yo me casaba. Al regresar hacia Santiago viniendo del este  haciendo una parada técnica en la capital, me informan que mi papá había muerto al ir a contestar el teléfono de una llamada que mi mamá le estaba haciendo al ella  llegar al trabajo  en una fría mañana en Chicago.

Ricardin de una vez me envió a Peyi Guzmán para que regresáramos a Santiago sin yo manejar, pues él sabía que yo no estaba bien. Todo el que me conocía sabía que yo no estaba bien.  Lloré. Había perdido a mi mejor amigo, a  aquel que sin  yo decirle leía entre líneas y adivinaba lo que pasaba por mi mente o mi corazón. Siempre me respetó, lo que no significa que no me dijese su opinión de algo contario a mi pensar en ese entonces. Respetar no significa dejar que uno haga lo que quiera, sino aconsejar, opinar y aceptar la decisión tomada después de dialogar.

El Padre Paquito Pérez Lerena quien había sido mi superior en los  primeros años de la  Compañía de Jesús, había logrado conseguir en horas  una visa por razones humanitarias en el consulado de los Estados Unidos en  Santiago, ya hoy no existe ese consulado. Yo aún estaba en Santo Domingo, alguien buscó mi pasaporte, avisó a Paquito y el resolvió. Paquito muy bien sabe lo que mi padre es.

Al otro día, martes dos, fuimos a Chicago vía Puerto Rico y al abordar el avión hacia Chicago dos oficiales vestidos de civil  me detuvieron brevemente y cuestionaron la razón del viaje.  La visa era, como ya dije, por razones humanitarias así que solamente  era explicar.

En el aeropuerto de Chicago nos esperaba Nino, mi cuñado con unos “coats” y bufandas por el frio que hacía. Si no me equivoco fuimos directo a la funeraria y ahí estaba él.

Papá era de esos amigos que te escriben todas las semanas y te dan detalles de todo lo que sucedió en esos siete dias, en su casa, en su trabajo, en la casa de mi hermana quien vivía a menos de una cuadra de él y mi mamá. Contaba sus anhelos, sufrimientos, pero solapadamente para evitar que yo descubriese algún problema y me preocupase sin yo poder hacer algo por la lejanía.

Cuando  estuve en Chicago antes de despedirme para venir a la República salimos, caminamos y participe  de sus escondites  donde él hablaba con Dios. Prefería las capillas solitarias, pequeñas.

Al otro día, de la funeraria fuimos al servicio religioso en una iglesia católica de  rito oriental que quedaba cerca de la casa y que él había descubierto. Papa no era religioso, sino espiritista como tantos de la isla.  Yo lo motivé  a leer la Biblia, los evangelios y de ahí su búsqueda religiosa, pero nunca fue muy Papista o de Roma, por eso lo del rito oriental no romano.

En medio de la misa yo no pude más, me paré y dije que la muerte no  era triste para un cristiano, pues significaba ir donde Dios, ir a una mejor vida y que ese rito era todo negritud cuando debía ser blanco de paz, alegría.  El sacerdote me escuchó. Pidió que me sentase y continúo.  Lo que dije lo hice en  español, mamá me pidió que lo dijese en inglés para  que los amigos americanos presentes de donde él había  trabajado   pudiesen entenderme.  De ahí fuimos al cementerio y a cerrar el apartamento para que mi mamá fuese hacia Miami.  Recoger, leer, botar, regalar,…

De esa limpieza todavía tengo una colonia en envase de barco, un calzador, cartas, y un intento de libreta de apuntes que el trataba de patentizar, un pisa papel con termómetro,  álbumes de sellos que trataba de coleccionar y algún  adorno de la República que yo mismo les había llevado. También encontré su testamento, no de lo que tenia, pues no teníamos nada, sino su último consejo de cómo hacer lo que era inevitable.

Cuando papá tuvo su segundo ataque al corazón, murió en el tercero, mis superiores me mandaron de Venezuela a Chicago, por eso no tuve la experiencia del terremoto de Caracas en el verano del 67. Fue la época de los RIOTS en USA. Me recuerdo de ambos sucesos porque el P.Gamazo hizo una pregunta en clase; ¿Cuál noticia seria la del año? Todos dijeron el terremoto y yo lo de los Riots, pues aún estaba en mi mente las cuadras enteras de negocios incendiadas, la violencia de ambas partes.  Gamazo suponía que yo iba a contestar así, e hizo ver que toda noticia es subjetiva, relativa, depende de la persona y sus vivencias.

 El médico cardiólogo puso en la planilla del hospital que yo debía permanecer con mi padre en la habitación a cualquier hora incluyendo la noche. Para el médico, yo había sido la medicina que lo había sacado de su gravedad.  Dormía con él en la habitación. Cuando salió del hospital y se quedo en la casa, yo regrese a mis estudios en Los Teques.

Nosotros no parábamos de hablar o yo de habar y el escuchar. Leía  el evangelio. Participábamos del silencio y sus ojos me indicaban lo que yo tenía que entender. Cuando dos personas se quieren, no hace falta palabras.

El primer infarto fue en casa de mi hermana, discutiendo de política. El me dijo después, “no discutas de política, religión o pelota; nadie gana, todos pierden”.

El llegó a la Habana con unos escasos cursos realizados y su primer trabajo fue el de limpiar inodoros en la terminal del tren en la ciudad. Luego terminó el octavo e hizo mecanografía. Estuvo a cargo de las brigadas encargadas de poner vallas de anuncios en terrenos solitarios y por supuesto  tuvo su problemita con las autoridades. Pasó a ser ejecutivo de publicidad en Guastella Mc Erickson y luego al dividirse  la empresa quedo como vicepresidente de Mc Erickson.  Fue socio fundador de la Asociación de Publicista de Cuba siendo su primer tesorero. De inodoros sucios y hediondos  a vice de una compañía norteamericana con sólo un octavo curso.

Conoció a mi mamá, que según Jorge Armando ella lo enamoró a él, según ella, fue él que no dejaba de buscarla. El caso es que ambos se buscaron y se casaron en la sacristía de una iglesia por falta de recursos.  Antes el tuvo que tener el sí de mi padrino Ramón, quien fungía de tutor de ella. Ramón era el esposo de mi tía Paquita quien tenía una fábrica de hielo y una planta eléctrica en Sagua la Grande, el pueblo de donde salió mi padre y luego  “La Habana le abrió sus piernas”.*

Mi papá gustaba del trago. El nos ensenno a beber  para que evitásemos los excesos y a mi hermana no la fueran a engañar. Ya en aquella época había polvillos que se echaban en la bebida. Como era publicitario tenía mucho contacto con artistas y nos contaba desde entonces el uso de la cocaína y de la heroína entre estos en los finales de los 40’s y en los 50’s.

Solamente mi padre y yo tuvimos una encontronazo una vez, ya en Miami, algo personal  de él. Yo tenía 15 annos.  Me le paré enfrente antes de que entrase a la casa y le dije: Escoge.   El caso es que  escogió,  a nosotros.

El era del ABC en contra de Machado, pero me contaba que en el primer periodo Machado era diferente.( El primer período siempre es el mejor.)  La anécdota que más le gustaba era la de que el carro presidencial iba a exceso de velocidad por el malecón y fue parado por un policía en su motor. El policía le puso una  multa al chofer.  Machado le pidió sus datos y al otro día ascendieron  al policía. No sé si fue real o no, pero él lo contaba como cierto.

No puedo borrar la imagen de él sentado en un sillón rojo de gamuza que había en el apartamento alquilado en la decima del  Southwest.  Se mordía los nudillos de la mano, y las lágrimas le salían de impotencia. Había caminado sus doce cuadras hasta el down town de ida y vuelta en el único trabajo que apareció, empalmar en una imprenta, de pie. No dió ni  para los cigarrillos.

He tenido mucha suerte de tener un amigo como él.  No perfecto, con debilidades, pero ya quisiese yo ser sólo suela de su zapato.

·       *  Carlos Valera, Habaname

viernes, 12 de agosto de 2011

Diversión


El otro día  me cuestionaron  sobre cómo  me divertía y me he quedado con esa pregunta dando vueltas en la cabeza y he llegado a la conclusión que soy más bien de pasarla bien, cómodo  en “contemplación”.

Lo que realmente más me gusta es una buena conversación, estimulante  donde uno aprende, se  abre un horizonte distinto, desconocido, te maravillas.  Si este intercambio va acompañado de su trago y su picaderita, mejor, pero no  es necesario.

Lo segundo es caminar por la playa, dentro del agua,  por la orilla. Sentir la presión del agua sobre los tobillos al caminar hasta que te duelen los muslos. Ver los  cangrejitos salir correr, esconderse. Sentir la brisa del mar, el  leve  vaivén de las olas.  Ver el horizonte cambiante. Sentir la tranquilidad que el mismo  paisaje te inspira.

Sentarme en los arrecifes y sentir como las gotas de agua caen como pequeñas espinas sobre el rostro. Con el tiempo salir empapado con ese  olor a mar y sabor a sal en los labios.

Una buena novela que desde que uno empieza te atrapa, te domina y  no puedes  abandonarla, desprenderte de ella; trata uno de dejarlo para más tarde, pero que va, la novela puede más que un  imán;   sigo y sigo leyendo hasta que los ojos se cierran de cansancio.

Un buen libro que me aporte algo nuevo, significante, no  repetitivo,  y con  información suficientemente apoyada en fuentes reales, posibles de verificación si quisiese.  No palabras bonitas que son sólo eso, bonitas, bien escritas, pero nada más.

Un oír música, de antes, de ahora, nueva, diferente, instrumental, cantada, clásica, moderna;  no importa,  pero  sientes que te transforma, te lleva, te oxigena, te nutre, te sube por las venas, la respiras, la lloras, la gozas, la sientes; se convierte en parte de ti y viajas como si estuvieses sobre una alfombra mágica.

Una buena comida, donde no hay sabores que sobresalgan, donde no haya durezas en la carne no importa cual; que no sepa a mar, a pollo, a becerro, a capado. Que me desafíe a saber cuáles son sus condimentos y yo tratar de copiarla, hacerla en un futuro y compartirla con quienes amas. Contra más  simple la comida, mejor.

Un buen vino, aunque no soy catador. Una buena bebida  acompañada preferiblemente de  una buena conversación.

Un buen tabaco que queme al unísono. Sientas su aroma y te traslade a una tierra, a un paisaje, a una naturaleza húmeda que quedo en el ayer, pero que día a día te carcome las entrañas  como buen hijo que nunca has dejado  de ser.

Una buena película o serie televisiva que te llegue a lo más profundo,  te haga volar, soñar, reír, llorar y después de terminar la sigues viendo en tu imaginación, rumiando sus palabras, escenas.

Lanzarle a mi inseparable Ton una y otra vez su pelota que el defenderá con sus patas y boca, pero  cuando no le haces caso te gimiera suplicándote que sigas jugando con él hasta que se cansa o yo me canso, o ambos nos cansamos y no damos más y nos echamos a dormir.

El cantar de los pájaros, el chillar de los grillos, la lluvia caer, el rio pasar; sentir la brisa chocando con tu cara y tu cabello moverse haciéndote cosquillas en la frente. Ese sonido trasladarte al no tiempo, al no espacio.

Sentarme sin hablar o hablando, a veces no hace falta hablar, con uno de los hijos o con todos o parte. Compartir la palabra o meramente compartir el silencio que no es silencioso.

Recientemente, hoy día,  ver la sonrisa de Jorge Eduardo, sentir su baba cayéndote, aguantar su cabeza  con la mía. Desear que pudiese recordarse de mi persona  y de esos momentos cuando sea mayor a sabiendas de que no será posible. Como dejarle el mensaje grabado en el subconsciente que ese era su “Avinu” y que no lo engavete en esa parte del cerebro llamado "olvido".

Así me divierto;  sin alboroto, sin bulla, siendo uno con la naturaleza,  compartiendo, siendo parte de otros… otros corazones siendo uno conmigo.

viernes, 5 de agosto de 2011

Felicitas, felicitatis

Todos buscamos nuestra propia felicidad. No sabemos a ciencia cierta qué es felicidad, pero la buscamos.

Pensamos que es un estado de tranquilidad, armonía, gozo, alegría, paz interna. Algo que deseamos que dure lo más posible, no cambie.  Sabemos que no es ansiedad, ni gritos, tristeza, ira, desasosiego, nerviosismo, depresión, sin sitio, angustia.

Algunos buscan la felicidad a nivel sólo físico como el comer, beber, sexo, dormir, hasta defecar y orinar que serian los Anomos. Otros buscan en la seguridad de estar con otros mayores que uno y seguir a pie juntillas sus indicaciones para no equivocarnos, ellos se equivocan, nosotros no, un poco de no ser responsable directo, estos serían los Heterónomos. Los que buscan su felicidad en el grupo de amigos, pandilla, el recordar, celebrar, hacer en grupo, estar juntos a los  de su misma edad, pensar, actuar; los Sociónomos.  Por último, los que encuentran la felicidad dentro de sí mismos y dándose a otros, trabajando por el bien común; los hombres de luz o Autónomos.*

Todos y cada uno buscamos estar bien, sentirnos bien dentro de la limitación o estado del momento. No ser carga para otros, no ver a los nuestros cercanos sufrir, padecer.

La felicidad absoluta no existe, es relativa. Es de momentos felices. Situaciones que provocan una sensación interna de paz, alegría, sosiego. Puede ser el exceso de trabajo y con eso uno sentirse realizado, útil, capaz y le da esa sensación interna de felicidad.

No considero  que el mucho jubilo, bailar, cantar sean muestras  de un estado de felicidad, sino de estar gozosos, contentos, algo más externo. La felicidad es más interna, en relación con lo que deseaba conseguir como meta, objetivo.

La felicidad no radica en tener dinero aunque este ayude a suplir las necesidades básicas de una persona incluyendo salud, futuro, riesgo, placer. Se puede ser feliz en la pobreza y conectarse con el universo, con la naturaleza, y sentirse realizado, en paz, en armonía.

La felicidad de otro  no es  necesariamente  la mía.  Cada quien tiene sus propios objetivos, gustos.

Todos estamos aquí para ser felices, realizados, pero no es un estado de vida perenne. Cuando la sentimos sabemos que eso es, logramos reconocerla. Puede que sea sólo estar en silencio contemplando la naturaleza, una mano agarrada real o imaginativa, de un amor o de un fruto de amor; una mano. Silencio, paz, armonía, gozo interno, una sonrisa,o  una lágrima que se desliza  mientras  dice gracias.




  * VER  lo publicado anteriormente sobre estas cuatro divisiones.


martes, 2 de agosto de 2011

Saludando a los presidentes.

"Saludando a los presidentes" fue un artculo muy corto que publiqué hace mucho en un periódico de circulación nacional referente a  la diferencia que yo senti cuando  en algún momento nuestras manos se juntaron.

En orden de periodo sería  mas o menos asi:

Don Juan, mirándote a los ojos, te estrecha la mano con fuerza, te hace repetir tu nombre y te pregunta de que parte de los Ruiz eres tú y por ahi sigue.

Balaguer, mano languida y triste hacia abajo. No oyes nada,

Jacobo, te conoce desde siempre, y tu eres su hermano, amigo más querido y pregunta por la familia entera la cual no conoce, pero tu crees que sí. Te quedas prendado de  ese ser.

Jorge Blanco, normal, polite.

Pena Gómez, no fue presidente,pero es como si lo fuese.  Una gran mano te saluda, por su tamano piensas que te va a apretar, pero no; su mirada no está contigo, mira todo a su alrededor, no sientes que te ha saludado.

Hipólito, una gran sonrisa, con una mano te saluda y la otra te la pone en el hombro, habla con todos los que  te rodean mientras te saluda y quizás tu eres parte de su chiste o comentario del cual todos se rien. Termina dándote palmadas en la espalda.

Leonel, nunca he tenido la oprtunidad de saludarlo,  pues cuando lo iba a hacer algo hizo que el cambiase de pronto su posición y me quedara sin mas, nadie se disculpó.

Danilo, aún no lo es y no sabemos si lo será. Ex alumno en Intec, saludo normal, con una risa de agrado o carinno, de pocas palabras. Te mira a los ojos como Don Juan. Parece tímido.