Es lo que he visto y he vivido. Cuando dos personas entran
en una relación seria y entendiendo en ese momento que es definitiva, la familia de la
mujer es la que domina el panorama.
Un “NO” de parte de
la familia de la dama, no impide que se relacionen y se casen, pero es posible
que no sea duradera. Si la familia de la mujer es escasa o no existe, solo
entonces la familia del hombre es quien toma el mando.
En situaciones normales lentamente el hombre se va
convirtiendo en parte integrante de la
nueva familia que ha llegado a su vida. Las reuniones, las decisiones, los
gustos culinarios, la visión de la vida desde el punto económico, la educación
de los hijos, al igual que las costumbres religiosas, tienen un gran peso de
parte de la familia de la esposa.
Las reuniones de navidad son
lo más esclarecedoras. Si existen las dos familias, la del hombre y la
de la mujer, se suele pasar a visitar a la del
hombre primero, se está un rato y se termina en la de la mujer que es
donde van a comer y van a fiestar. La primera fue solo un quedar bien.
En el día de los padres y de las madres se repite la acción.
Si la mujer es inteligente, tratara de alternar el proceso para que no sea tan
evidente, padres con el esposo más tiempo y madres con su madre, evidentemente.
Si las dos familias están en ciudades distintas, ahí no cabe
duda, se va a la casa de la familia de la esposa y en otro día se visita a la familia
del esposo, siempre que sea posible. Ya no el 24 de diciembre, quizás el 6 de
enero próximo.
El hombre lentamente empieza a comportarse como miembro de
la nueva familia. Cambia hábitos. Conducta diferente. No de un día para otro,
sino lentamente. Llega un momento en que su propia familia no lo reconoce o se
sorprende porque ya ese no es el hijo que se tenía, es otro.
Cuando el hombre no tiene familia, por una u otra razón,
como fue mi caso, entonces el hombre se apropia de la otra familia más que la
misma mujer y hasta celos pueden surgir, porque los padres de la esposa
pudiesen manifestar más cariño al nuevo hijo que a la misma hija. Es un proceso
natural, ante la carencia de familia, se adopta uno, uno mismo se hace adoptar.
Este cambio, de dejar de ser como siempre se fue a adquirir
otras formas, se da siempre que haya
amor de uno al otro, y más de el hacia
ella. Si por casualidad la dama trata de
imponerse, usar sus técnicas de convencimiento de forma agresiva, consigue todo
lo contrario, a ningún hombre le gusta ser manejado por nadie. Por lo que el
ser manejado debe darse de forma sutil, que el hombre no se dé cuenta.
Enfrentamientos directos no son convincentes.
En caso de que ambos miembros de la pareja carezcan de familia, o estén lejos, se dará
la ley del gen fuerte. Predominara el gen más fuerte, al igual que al nacer los
hijos, el físico dependerá del gen más fuerte y suele ser el de ella. Los
gustos de ella, las costumbres de ella, la forma de llevar la economía de ella,
la… También existen los hombres dominantes y controladores, aislando a todos para que ella quede solo bajo su tutela
y control.
Cuando nacen los hijos, el hombre baja la guardia. Aunque se
dice que los hijos siempre son de la madre por tenerlos nueve meses en el vientre;
el hombre se derrite al ver su fruto crecer y compartirá con el todo el tiempo
que le queda libre y le sea posible. Baja la guardia, y con tal de que el hijo
no sufra, acepta más de lo que antes aceptaba.
La mujer es la que maneja
la situación mientras haya amor, respeto, cariño y lealtad entre
ambos. De lo contrario, las cosas pueden
cambiar., mas aun en esa etapa peligrosa del hombre donde revisa su vida de
arriba abajo cerca de los 45 años de edad.
Por si preguntan; todos los que me conocen de verdad, saben que yo soy Ceballos y el Ruiz ahora
está aflorando de nuevo.
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