viernes, 16 de noviembre de 2012

El poder de las mujeres.


Es lo que he visto y he vivido. Cuando dos personas entran en una relación seria y entendiendo en ese  momento que es definitiva, la familia de la mujer es la que domina el panorama.

Un  “NO” de parte de la familia de la dama, no impide que se relacionen y se casen, pero es posible que no sea duradera. Si la familia de la mujer es escasa o no existe, solo entonces la familia del hombre es quien toma el mando.

En situaciones normales lentamente el hombre se va convirtiendo en parte integrante  de la nueva familia que ha llegado a su vida. Las reuniones, las decisiones, los gustos culinarios, la visión de la vida desde el punto económico, la educación de los hijos, al igual que las costumbres religiosas, tienen un gran peso de parte de la familia de la esposa.

Las reuniones de navidad son  lo más esclarecedoras. Si existen las dos familias, la del hombre y la de la mujer, se suele pasar a visitar a la del  hombre primero, se está un rato y se termina en la de la mujer que es donde van a comer y van a fiestar. La primera fue solo un quedar bien.

En el día de los padres y de las madres se repite la acción. Si la mujer es inteligente, tratara de alternar el proceso para que no sea tan evidente, padres con el esposo más tiempo y madres con su madre, evidentemente.

Si las dos familias están en ciudades distintas, ahí no cabe duda, se va a la casa de la familia de la esposa y en otro día se visita a la familia del esposo, siempre que sea posible. Ya no el 24 de diciembre, quizás el 6 de enero próximo.

El hombre lentamente empieza a comportarse como miembro de la nueva familia. Cambia hábitos. Conducta diferente. No de un día para otro, sino lentamente. Llega un momento en que su propia familia no lo reconoce o se sorprende porque ya ese no es el hijo que se tenía, es otro.

Cuando el hombre no tiene familia, por una u otra razón, como fue mi caso, entonces el hombre se apropia de la otra familia más que la misma mujer y hasta celos pueden surgir, porque los padres de la esposa pudiesen manifestar más cariño al nuevo hijo que a la misma hija. Es un proceso natural, ante la carencia de familia, se adopta uno, uno mismo se hace adoptar.

Este cambio, de dejar de ser como siempre se fue a adquirir otras formas,  se da siempre que haya amor de uno al otro, y más de  el hacia ella.  Si por casualidad la dama trata de imponerse, usar sus técnicas de convencimiento de forma agresiva, consigue todo lo contrario, a ningún hombre le gusta ser manejado por nadie. Por lo que el ser manejado debe darse de forma sutil, que el hombre no se dé cuenta. Enfrentamientos directos no son convincentes.

En caso de que ambos miembros de la pareja  carezcan de familia, o estén lejos, se dará la ley del gen fuerte. Predominara el gen más fuerte, al igual que al nacer los hijos, el físico dependerá del gen más fuerte y suele ser el de ella. Los gustos de ella, las costumbres de ella, la forma de llevar la economía de ella, la… También existen los hombres dominantes y controladores, aislando a  todos para que ella quede solo bajo su tutela y control.

Cuando nacen los hijos, el hombre baja la guardia. Aunque se dice que los hijos siempre son de la madre por tenerlos nueve meses en el vientre; el hombre se derrite al ver su fruto crecer y compartirá con el todo el tiempo que le queda libre y le sea posible. Baja la guardia, y con tal de que el hijo no sufra, acepta más de lo que antes aceptaba.

La mujer es la que maneja  la situación mientras haya amor, respeto, cariño y lealtad entre ambos.  De lo contrario, las cosas pueden cambiar., mas aun en esa etapa peligrosa del hombre donde revisa su vida de arriba abajo cerca de los 45 años de edad.

Por si preguntan; todos los que me conocen de verdad,  saben que yo soy Ceballos y el Ruiz ahora está aflorando de nuevo.

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