jueves, 5 de diciembre de 2013

...una especie de "tuti fruti"


Mi padre vino del interior hacia La Habana motivado por su hermano mayor Rafael quien ya se había asentado bien en la ciudad en un negocio de carbón. Mi padre tenía fuertes inquietudes políticas y sociales de ahí su participación revolucionaria contra Machado, contra Batista y su enojo con la revolución traicionada por los Castros. Por osmosis,  su creencia revolucionaria, su amor a Marti y Maceo, su orgullo y respeto por Máximo Gómez pasaron a mi haber. El orgullo de haber nacido en la isla y sus costumbres, el amor al trabajo y el pensar en otros primero que en mi mismo, su espiritualidad no religiosa, no cabe duda que vienen de el dentro de mi ser.

Mi madre yucateca se unió en matrimonio con mi padre y lo apoyo en todas sus actividades. De ella viene la catolicidad, Lupe, el amor por: la cocina, la música, el picante, la comida mexicana de maíz, no de harina de trigo, las lentejas con plátano maduro. Zapata, Pancho Villa, Maderos, Cárdenas pasaron a ser parte de mi historia. Mi interés por lo maya y cierto orgullo de ser parte de su etnia, bueno, hasta mi cara redonda y mi cabello me delatan, son de su haber.

Mi padre, quizás por su capacidad de ver el futuro, quiso que yo estudiase en una escuela en ingles, norteamericana en la isla, y eso significa adquirir parte de la cultura de USA.  Por eso las canciones  navideñas con Santa Claus y la chimenea, los cascabeles… están presentes en ese idioma.  Los tulipanes de papel crepe que luego poníamos en la solapa de la camisa  el día de los veteranos, en noviembre celebrar el  Thanksgiving, … Queda aun en mi el   que cuando deseo expresar algo que salga realmente del corazón brote  en ingles. Tuve que aprender  a escribir con los adjetivos en el lugar correcto si quería hacerlo correctamente  en castellano, me tomo tiempo y aun  dudo al escribir. Cuando me toco ir a la Florida y a Chicago, pues no me fue difícil la adaptación. En aquel entones hablaba en ingles mas que en español, hoy he perdido el habito y la pronunciación ya  no es igual.

En USA continuaron mis gustos por la comida, se introdujo el comer vegetales, valerme por mi mismo, su historia,  los valores de igualdad y democracia, los derechos civiles, la importancia de la familia. Aumento mi tendencia a la música anglosajona  ósea,  de USA, inglesa y del norte de Europa. El orgullo por ser de un país y cierta admiración por sus logros.  La cubanidad no se abandona,  sino que se rehace, se reinventa dentro de este elemento nuevo continental, no isleño.

Al terminar el high school vinimos para Santo Domingo. No puedo decir que estuviese en un ambiente dominicano como tal, sino mas bien de predominancia española,  pero la revuelta de abril del 65 me hizo empezar a ver las cosas un poco distintas a como hasta ese instante se me habían presentado. En ese momento,  lo poco dominicano que experimente, no lo valore del todo, lo vendría a hacer positivo ya en Santiago unos años mas tarde, donde aprendí a ser uno mas de esta parte de la isla.

Dos años en Los Teques. Me enamore de su gente, de su cariño, de su música, comida, aprendí a hacer sus arepas de cochino o de queso;  la capacidad, adelanto, y el cada día que oía “Abajo Cadenas, gritaba el Señor…” me engranujaba. Comprendí la admiración de Marti por Bolívar. Estuve tentado a quedarme a hacer vida allá. En Venezuela empecé a tener contacto vivido con la música no anglosajona, sino italiana, brasileña y venezolana. En Los Teques había una gran comunidad italiana y otra de origen portugués que permeaban el ambiente.

Ya en Santiago, me hago aguilucho, cibaeño. Entra a mi vida el sancocho, la habichuela con dulce, el mondongo, el ron y la cerveza, las serenatas. Comienza el proceso de dejar de ser cubano sin dejar de serlo y pasar a ser dominicano sin haber nacido en su tierra. Una simbiosis. A tal punto que ya en Miami actúo, hablo como dominicano y empiezo a no sentirme cómodo en esa ciudad que no me reconoce como suyo, de hecho nadie me reconoce como cubano en ese condado de Dade, solo los dominicanos lo hacen.


 Parte de esta mezcla que tengo me hace ser ni  de aquí, ni de allá, ni de mas allá; soy universal, planetario, una mezcla de culturas y costumbres, una interculturalidad viviente soy un “tuti fruti”, mezcla de  sabores donde sobresale en algún momento un sabor mas que el otro, pero se confunden en su totalidad al  darse esta mezcla, esta   rara combinación  de colores  y sabores.

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