miércoles, 21 de diciembre de 2011

Los Reyes Magos

Yo crecí creyendo en los Reyes Magos. El 6 de enero era mi Navidad. El 24 y el 31 eran reuniones familiares donde el único menor era yo, lo que en el fondo se traduce como : aburrimiento total. Si a eso añadimos que los compañeros de la cuadra solían viajar fuera de la ciudad esos otros días intermedios, esta época de Navidad, era aburrimiento absoluto.

Le he cogido tanta fobia a estos días que cuando oigo una canciocita navideña en la radio, la quito de una vez. Si a eso añadimos que al pasar a ser “patrón” donde en esta época hay que buscar un doble que no aparece porque los cobros no se dan como se debiera y se te junta el mes de diciembre, el doble y el enero y nada de nada, pues...,nada, que esta época no me gusta, quisiera que no llegase. Si le añadimos que empezamos a recordar y a extrañar los que se fueron, ay, no!!!!

Pero volvamos a los Reyes. Recuerdo que el día antes, el cinco en la noche, ponía más de un cubo de agua lleno de agua para los camellos. Me encargaba de buscar hierba, no fácil de encontrar en la ciudad, para los mismos camellos. En la mesa del comedor ponía tres vasos con agua y su botellita de ron que se me facilitaba para dejárselo a los Tres Reyes. El día seis no había nada, solamente una botella vaciá, los vasos, y los cubo sin agua.

Los Reyes siempre me dejaban algo o más que algo, no podía quejarme. Una vez me trajeron tantas cosas que me volví loco, entre ellas un fuerte de vaqueros y los indios...y a mi hermana la cual es varios años mayor que yo, una lámpara de escritorio. Se la pasó llorando ese día, yo no sabia por qué. Sólo decía que yo era el preferido, yo suponía que ella quería decir que yo era el preferido de los Reyes.

Otra vez fue mi bicicleta roja marca NIAGARA, con ella iba para arriba y para abajo, incluyendo los mandados de la casa. Me dió una libertad de movilidad que ahora la envidio porque ya no se puede montar bici por las calles como antes, por el tránsito o porque te empujan y te la roban. Problema de seguridad vial y ciudadana.

Pero también en otra ocasión sólo me dejaron un saco mediano de carbón. Parece que me porte mal ese año, no se que habré hecho yo o no hecho, no tengo ni idea. Bueno, salí a pintar todas las aceras del mundo con mi regalo de Reyes. Recuerdo que hubo ocasiones en que jugaba con la caja y no con lo que estaba dentro.

No recuerdo nada más de los otros años, esos fueron los más significativos. Defendía a esos Reyes y hablaba de ellos que hasta hoy me da pena, vergüenza, me sonrojo de mi inocencia.

Cuando por fin supe que los Reyes no eran reyes, sino los “jefes” de mi casa me costó trabajo aceptarlo. Entendí entonces los lloros de mi hermana. Aún me duele saber que mis padres a quienes adoré y adoro me hayan engañado solemnemente de esa manera. A mis hijos yo no les hice eso, no los engañé, no les hablé ni del niño Jesús, ni de Santa Claus y menos aún de los Reyes Magos, no quería que ellos sufriesen como yo aún sufro ese engaño.

Además yo no soy pro Santa Claus, soy latino y orgullosamente latino; eso de que el niño Jesús traiga juguetes me luce absurdo y podría traer disgustos futuros con Jesús, que si me trajiste o no me trajiste o los mismos lloros de mi hermana y su razonamiento achacados al pobre Jesús, no. Me quedo con los Reyes, son tres, es mas fácil culpar a uno de ellos y al menos no decimos que es el Hijo de Dios

Yo me imagino que no guardo rencor a mis padres, me imagino que los perdoné por engañarme y permitir que yo actuara tan estúpidamente. Pero sí hay algo claro para mi, no lo he olvidado, todavía duele y eso profundiza más el que estos días no sean de mi agrado; al contrario de casi todo el mundo de mi alrededor. No lo he superado y ya es un poco tarde para ir al psicólogo o al psiquiatra Espero que me comprendan, aunque no compartan mi fobia.


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