El tiempo
suele ser nuestro gran aliado. El se encarga de hacernos olvidar lo negativo y
resaltar, que salga a flote lo positivo. El tiempo se encarga de que se nos
olvide la voz, la mirada, la sonrisa de algunas personas.
Tratamos de
revivir como era nuestro padre, nuestra madre que son personas que fueron
importantes en nuestras vidas y aun lo son a tal punto que nos mantenemos en un
contacto espiritual constante y a pesar de todo, nos cuesta recordar detalles y
entonces recurrimos raudos y veloces a las fotos, a los vídeos los cuales nos
hacen fijarnos en lo que se nos había olvidado.
El tiempo
nos hace confundir fechas, pero seguimos relacionando olores, sonidos,
paisajes, canciones, a una época, fecha en el año, pero no el día exacto, ni la
hora; ya los detalles se nos escapan como el agua entre los dedos, cual lágrima que se desliza suavemente en silencio.
El tiempo
nos hace perdonar, mitigar los problemas, nos ha enfriado, vemos las cosas
desde otra óptica, otro ángulo con perspectiva diferente, menos subjetiva,
menos pasión. Sin embargo hay dolores que permanecen, heridas cicatrizadas que
de vez en cuando tocamos con la yema de
los dedos y captamos su sensibilidad en
la punta de las extremidades al palpar
nuestra cara, brazo, pierna o pecho y ahí encontramos la marca, y el recuerdo
duele, pero duele menos. Si doliese igual que antes o más significa que no
hemos sanado, que ni el mismo tiempo ha podido con ese sentimiento y debemos
botarlo, sacarlo, hablarlo, golpearlo, quemarlo, dejarlo irse en el mar o en un
globo hacia el cielo.
El tiempo
nos enseña que no todo lo podemos hacer a la vez, “que hay tiempo para reír, y
tiempo para llorar”. ¿Por qué preocuparnos con el mañana si aun estamos aquí y
ahora? ¿Por qué mirar al pasado si no es para aprender de los errores y éxitos
que otros o yo mismo haya tenido o cometido para proceder a imitar o evitar
según sea el caso? Pero vivir en el
pasado no tiene razón de ser, ya paso, no hay nada que podamos cambiar; si
pudiésemos viajar en la máquina del
tiempo hacia el futuro o hacia el pasado seria diferente, pero ¿podemos? ¿Para qué pensar en un futuro incierto?
Muchos libros, películas y serie de televisión nos
inducen a pensar que se puede viajar en
el tiempo. "Quantum Leap" nos hacia revivir el pasado, "Los hombres de negro III! nos dice que si nos tiramos del Empìre State con un dispositivo especial
podemos ir al pasado por 24 horas. Otra nos dirá que si nos tiramos del puente Brooklyn a la
hora escogida y a la hora exacta podemos volver al pasado o al futuro según
sea el caso. "Exterminator" nos inculca que se puede venir del futuro, venir a impedir que se del mismo futuro. "Ashes to Ashes y
Life in Mars" nos llevan a pensar que estando en coma en un hospital podemos
viajar al pasado y resolver lo que no nos fue posible antes o simplemente que no suceda lo que sabemos aconteció. "Back to the future"…
Pero no, por
ahora, al menos, no podemos alterar nada. Aun sigue dándose “un tiempo para
morir y un tiempo para nacer”.
Terminando estas lineas me he topado
con mi amigo Mario, en este caminar en la vida, y le pregunte sobre el tiempo y me ha dicho:
“Preciso tiempo,
necesito ese tiempo
que otros dejan abandonado
porque les sobra o ya no saben
qué hacer
con él.
tiempo
en blanco
en rojo
en verde
hasta en castaño oscuro
no importa
el color
cándido
tiempo
que yo pueda
abrir y cerrar
como una puerta
tiempo para
mirar un árbol
un farol
para andar
por el filo del descanso
para pensar
que bien hoy no es invierno
para morir
un poco
y nacer
enseguida
y para darme cuenta
y para darme cuerda
preciso tiempo
el necesario
para chapotear unas horas en la vida
y para
investigar por qué estoy triste
y acostumbrarme
a mi esqueleto antiguo
tiempo para esconderme en el canto de un gallo
y para reaparecer en un relincho
y para estar al día
para estar a
la noche
tiempo sin
recato y sin reloj
vale decir
preciso
o sea necesito
digamos me hace falta
tiempo sin tiempo,”
Mario Benedetti.