Los vecinos ya no son tan vecinos. No sé si es la circunstancia que me rodea,
pero esa es mi percepción.
En el edificio donde vivo de las tres personas que trabajan
en el, dos son del país vecino. Si cruzo la calle, quien vende café, atiende la
paletera, o las flores son todas ellas del país vecino. En la escuela el
guardián nocturno es de allá.
Si voy por el área de
las estafetas de teléfonos, las filas
siempre están en las de una compañía de
color verde la cual parece ser la preferida; y si es en los Bancos, hay días específicos en
que ellos son los que colman el lugar, debe ser día de cobro de alguna empresa cerca
del área que los ha contratado. Si fuese enviando dinero lo más seguro estarían
en otra agencia bancaria.
Puede ser por mi
cercanía a las dos universidades católicas, a la Pontificia y a la de Santo Domingo, donde hay
muchos estudiantes del país vecino estudiando, el hecho de que los
vea todos los días sacando copias,
buscando datos en las computadoras.
Todos los que veo están en lo suyo, trabajando o estudiando. Mi gran sorpresa no es verlos, sino que
cuando los veo pienso que son dominicanos de pura cepa, tienen el mismo color
de piel, se visten con colores no llamativos, no hay diferencia alguna hasta
que hablan entre sí o se dirigen a uno y no es castellano, no es ingles, luce francés.
No menciono los obreros de las construcciones a lo largo de la
ciudad porque ya eso es normal, lo raro es ver un dominicano trabajando en la
construcción. Lo mismo sucede con los vigilantes de las torres y edificios de
apartamentos, nos hemos habituado a convivir día a día.
Ya no es el vecino que lucía un color de piel más oscuro que
el nuestro, o con colores llamativos como el rojo o el blanco continuo, ni con
pañuelos en la cabeza. No hay diferencia. Si estuviéramos en el estado de
Arizona de Estados Unidos no habría como identificar quién es quién, que allá
si es fácil hasta por el caminar. Si fatalmente se repitiese la historia con el
famoso “perejil” habría que preguntarle
a todo el mundo sin distinción.
No piensen que estoy discriminando. Cuando estudie historia
en la escuela ni me lo mencionaban, era como si ese pueblo no existiese.
Evidentemente yo estudie historia en otro contexto, en otra sociedad.
¿Qué raro que aun no comemos la comida típica de ellos, como sucede en California con la comida
mejicana? ¿O es acaso que la comida típica de ellos es igual que la nuestra?
Supongo que más cerca de la frontera se oirá más la música y la radio propia de
los mismos, pero por acá, aun no es así.
Ya en Miami prácticamente todas las emisoras de radio son mexicanas, los
cubanos han sido sacados del aire. La televisión en español de USA ya solo
tiene un mismo cantadito.
Una mera observación. Trabajan, estudian, consumen. Si la
estadía es legal o no, le compete a las autoridades, a mi solo darme cuenta de
que los vecinos como país, ya son vecinos en todo.
Es que Don Jorge así es que tiene que ser, el mundo es uno solo, no los veo como vecinos, los veo como terrícolas que habitan mi mismo planeta, mientras mas nos mezclemos mientras mas aprendamos unos de los otros mientras mas se enriquezcan las culturas mas vamos a avanzar como seres humanos. Mientras queramos separarnos por naciones, religiones, etnias, etc...vamos a seguir perdiendo la lucha en contra de la ignorancia y la corrupción.
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