Cuando mi hermana Carmen y yo llegamos a Miami en mayo del 61 y posteriormente
en agosto del mismo año, mis padres por
igual haciendo uso de los vuelos directos entre La Habana y Miami por Pan American Airlines, la ciudad de Miami era
muy distinta a la que hoy vemos.
No habían rascacielos, pienso que los edificios más altos eran la que hoy
es Torre de la Libertad y para mi sigue siendo el Refugio; “Cielito Lindo”
que es el edificio del ayuntamiento y en
lo alto estaba la cárcel; y el Hotel Everglades casi frente al Parque de las
Palomas. No recuerdo ningún otro edificio alto. En Miami Beach, si, los
hoteles, pero esa es OTRA ciudad.
El centro de todo era el downtown cruzando el río con sus puentes que se abrían y aun se abren al paso de los barcos veleros, y allá
estaba el Bayfront Park con su Biblioteca Publica. Las tiendas principales eran Richards, Sears,
el Ten Cent y Burdines. En el downtown estaban los cines y la iglesia
del GESU donde Belén de Miami comenzó a
impartir docencia en septiembre del 61 con los jesuitas expulsados de la isla.
Cerca se encontraba el Refugio, el
Refugee Center. Todo lo hacíamos a pie.
Lógicamente tampoco existían los Express Way, el Palmetto, la I-95, ni ningún
tipo de elevado. Ir a Kendall desde donde
nosotros vivimos en la 10ma avenida con 1ra Calle del SW, tomaba la tarde
entera ida y vuelta. Peor era ir a Opa Locka donde hay un aeropuerto cerca de
Hialeah, ir allá después de la escuela era regresar de noche.
La mayor parte de las casas eran de madera, sin muros que limitaran las
casas, ni cercas o “fences” de ningún tipo. Todo se dividía en 4 partes, el SW donde andábamos nosotros,
el NW donde la población afroamericana predominaba, pero en aquel entonces simplemente
se les decía gente de color o negros, y nada de africano, ni mucho menos de
americanos, el NE de una clase media
blanca donde poco a poco se fueron creando negocios y el SE donde estaban los adinerados.
La calle Flagler divide el Norte
del Sur y el río, la línea del ferrocarril y la South Miami dividía el West del
East. La US1 era una línea de tránsito importante, pues unía a la ciudad con el
resto de las ciudades del estado.
Los periódicos eran el Diario de las Américas en manos cubanas del exilio y
el Miami Herald, aun sin las narices cubanas en ella. La estación de televisión
local estaba la Biscayne Boulevard hacia el NE y los sábados en la mañana mi
primo Manny solía ir a bailar y lógico, era televisado.
Las escuelas eran el Ada Merritt cerca de donde vivíamos en 3 calle con 7 avenida
y no era de High School y el Miami High en Flagler abajo del lado del SW. No
había más. Cualquier otra escuela era de
“otra ciudad”, pero no de Miami, como el Coral Gables High donde tuve que hacer
un summer school por culpa mía con el
“latín”; hoy día ya todo es un gran todo. Y por supuesto Belén más tarde
con el nombre de Jesuit Preparatory School en la calle 8 del SW.
Solíamos nosotros ir al Seven Eleven de la 8va avenida, cerca del Ada Meritt y al
Burguer King con sus famosos whoppers en la Flagler con 5 o 6. Ahí en ese
Burguer King se juntaba la pandilla latina, básicamente de portorriqueños. Se vestían
como en las películas, Jacques negros, motores, autos escandalosos y solían ir
a pelear a otros barrios con cadenas y
bates, y algún cuchillito. Normalmente peleaban con los americanos blancos. Se
recuerdan de “West Side Story”, pues más o menos.
Otro edificio importante era el Orange Bowl para los juegos de futbol americano
y donde el presidente John F. Kennedy recibió
a los exprisioneros e invasores de la
Brigada 2506 quienes estuvieron
en la invasión de Bahía de Cochinos, o Playa Girón.
Pienso que ya tienen una composición de lugar de la aldea que era MAIAMI o
MAIAMA como pronunciábamos el nombre de la ciudad.
Hace poco mencioné de una golpiza que me habían dado y por el cual con los
años hubo que ponerme casquete en los dientes delanteros, ya que se astillaron
y con la vejez empezaron a desprenderse. Y todo comenzó con una estupidez. Yo
caminaba, siempre caminando, desde mi casa hacia Belén y pasaba por el Ada
Merritt, pienso que pensando en poder ver a Rita, la alemana por el cual yo
suspiraba y aun recuerdo, y un día alguien, de los que se paraban a esperar a
que sonara la campana para entrar a la escuela,
tropezó conmigo en la esquina y yo de malcriado dije algo, y bueno, pues
me rodearon, me trataron de quitar las gafas de sol, y golpearon. Yo no contesté,
me quedé igualito, pues si contestaba no hubiese quedado nada de mi y
literalmente, la campana me salvó. Sonó y todos salieron corriendo a sus aulas.
Yo proseguí mi caminata.
Cuando llegué a Belén, ya tarde, y todo golpeado, y rojo como un tomate de
los golpes y de la rabia, de una vez los curas me atendieron, en especial el
Padre Federico Arvesú, mi confesor, tutelar o lo que fuese en aquel entonces, y continuamos con la rutina.
Cuando regresé al hogar en la tarde ese día, lo primero que hice fue
contarle a mi primo Manolito, hoy Manny, de lo sucedido y se puso furioso y
salió corriendo hacia el grupo del Burguer King que les conté. Al otro día, yo
de caco duro, volví a hacer mi misma ruta y pase por la misma esquina y estaban
los mismos muchachos y al verme todos se
iban alejando brevemente como dejándome una alfombra roja para que yo
pasase. Nunca he sabido que dijo mi primo, ni a quién se lo dijo, ni nada más,
yo solo sé que surtió efecto y nunca más sucedió nada. Nunca dejé de pasar por
el mismo sitio, siempre con la esperanza de ver a la Rita