Siempre un misterio, se baja la voz, se cambian
los nombres para no decir el término real y correcto, Preguntas y se sonrojan,
miran para otro lado, esquivan volver a
verte, ahora no se puede, luego hablo contigo lo cual no
se da jamás.
Loa amigos mayores se “gradúan” de consejeros, de instructores, de ejemplos a
seguir. La revista con su página central a full color es esperada con ansias,
se ve, se lee y se escudriña, se guarda como oro debajo de la cama, el colchón,
encima del estante, en una funda encaramada en el árbol, donde sea que fuese difícil de encontrar y ser decomisada.
Te nace la curiosidad, quieres ver, conocer. Se
busca el espacio obscuro, oculto, solitario. Hay una curiosidad no satisfecha,
todo lo contrario a satisfacerse, se aviva con el pasar de los días. Todo lo
anterior con un sentimiento de culpa, mas aun cuando te das cuenta al
levantarte en la mañana que tu miembro amanece crecido y a veces has mojado la
cama de una sustancia que luce amarillenta y ahora, ¿que hago? ¿Como lo limpio? ¿Se darán cuenta?
¿Y si me llaman la atención?
Mi mayor choque fue un día estando yo en
el club de playa, un joven desnudo camina por todo el vestidor con su penen en erección, pasea muy orondo cual burro,
mulo, caballo; y me doy cuenta de que no soy de ese calibre y me preocupo,
¿seré normal? Ya al uno pasar a la adolescencia me llevan al pediatra-endocrino
a ver si mi crecimiento era el correcto, así como mi hermana fue al ginecólogo
en su momento, y el galeno dice estar todo bien; respire, el otro chico era el
anormal.
Miren que mi papa y yo conversamos en esos
sábados memorables para mí, y ahora para ustedes, pero nunca de sexo, el daba
por entendido que yo sabia lo que realmente no sabia. Menos mal que no hizo
como muchos padres de llevarme a un prostíbulo a "iniciarme en el arte de
ser hombre”. De hecho no conozco, en el
sentido bíblico, ninguna dama de
esta profesión ni lugar alguno para su
practica, esto no se si fue para bien o para mal, pero es una realidad de mi
circunstancia.
Con el tiempo crecí y el mundo evoluciono,
aunque quizás nos quedamos con dudas, las fuimos resolviendo en la práctica. De
pronto los trajes de baños empezaron a
achicarse, las faldas por igual. Los desnudos aparecen en televisión y en el
cine, sin el recato de antaño y el
misterio dejo de serlo, mas bien se da un destape mental y visual que no criticamos, sino que asumimos gustosamente
y con creces.
Pero el destape, no era solo de ropa, hubo quienes lo compararon con la época de Roma con sus orgías, sino también
de elementos culturales guardados bajo la cama o la alfombra o en un baúl bajo doble
llave. Empezamos a saber que la virginidad
física no era lo importante en un matrimonio. Que muchos hombres tenían
hijos con sus esposas, pero estas nunca se sintieron felices en ese acto de
“amor”, pues les era prohibido el orgasmo y comportarse, según decían, como prostitutas con sus maridos y por tanto
estos podían, a pleno conocimiento de su conyugue, tener una o dos sucursales que si le diesen al
hombre lo que ellas no podían y ni sabían como. Muchos hijos sin o con el
apellido del hombre aparecían en su funeral y muchas veces la mujer oficial los
cuidaba como si fuesen suyos.
Que la homosexualidad es mas vieja que “Raca” ,
hasta Alejandro Magno lo era; hay personas
que “juegan las dos bases”, para mantener las apariencias tienen una familia
“normal”, que en las guerras hay mujeres cuyo único oficio era satisfacer a los
héroes que peleaban, y de no darse este tipo de desahogo, surgía la forma entre los mismos hombres, se buscaba la satisfacción como fuese; aprendimos
que había una orden de monjas cuyo único oficio era el masturbar a los soldados
como una forma religiosa de buscar su bien; que muchas mujeres ante la frigidez
e insatisfacción con el marido buscaban sentir
con otra mujer.
Aparecen, surgen, brotan al aire las llamadas aberraciones de familiares y
amigos cercanos que aprovecharon la inocencia de sus hijos, nietos y parientes
e hicieron uso de ellos y ellas. Que los animales en los campos satisfacían las
apetencias a muchos hombres
Al venir la lucha por la igualdad femenina nos
dimos cuenta que las mujeres son mas que los hombres, mas trabajadoras y
honestas, mas eficientes aunque su
salario sea menor, y empiezan a aportar
económicamente a la casa y se da su liberación económica y a dejar de aguantar
estupideces a hombres –machos y empiezan
los divorcios en masa, y buscan hombres-hombres y les cuesta trabajo encontrarlos
porque hasta ellas mismas al momento de educar habían criado machos no hombres
y viene entonces el cambio y mentalidad en la educación de los hijos donde
todos somos iguales, todos hacemos de todo, todos tenemos necesidad de sentir
placer sexual, todos somos uno igual que el otro dentro de la familia y la familia
empieza a ser mas pequeña, menos hijos son creados y a una edad mas avanzada y
algunas mujeres rompen con la tradición y deciden no tener hijos nunca jamás.
Aumentan los abortos, o siempre los hubo, pero era
parte de lo que se guardaba bajo la alfombra. El uso de píldoras
anticonceptivas, de condones de todo tipo color y sabor son ofrecidos hasta
gratuitamente; el ver una cartera vacía
de dinero y con un condón y una tarjeta de crédito o debito se hace habitual, a
veces sin cedula porque no hay edad suficiente para portarla, el condón si.
Aparece la pastilla azul como bastón para el hombre y su carencia de potencialidad o riego sanguíneo
en las cavernas del penen y como parte de la historia nos escriben y leemos que
el dictador-tirano Trujillo ante este problemita usaba el dedo como forma de
desvirginar a sus presas. De pronto los medios nos hablan de mujeres en el África
y parte del Asia donde son mutiladas en parte de su vulva como forma de evitar
su placer sexual vía clitoris, pero a su vez nos hablan del punto G que no es
posible de cortar y hay cursos, videos de cómo ser creativos en ese arte del
sexo y los indios se la saben toda y nos regalan el Kamasutra. Surgen las
amistades con privilegios, aquellos que tienen sexo seguro, sin compromiso que ate por vida, ni por días.
El Sida o el AIDS que viene de los monos de África a nuestra civilización nos hace
recordar que salimos todos de África y que somos producto de un proceso genético
de los simios y para recordárnoslo ahí esta su regalo, la enfermedad del final
del siglo pasado
A pesar de todo lo que he resumido, muchos aun
siguen viendo el sexo como un misterio, hay familias que evitan el tema y
todavía cuando un católico va a confesar solo piensa en el sexto mandamiento como
dato a confesar, se le olvida el no amor, el no respeto, su violencia y egoísmo,
el no hurtar, el no matar, el no usar a otros, el no hacer lo que debió haber
hecho y omitió, en fin…se le olvida muchas cosas porque solo el sexto
mandamiento ha tenido éxito en ser llamado pecado por aquello de Eva y Adán, y
la serpiente, la manzana y el verse
desnudos, el esconderse, bueno, esa historieta sexual-genital.
En medio siglo he aprendido que me han dicho
muchas mentiras, que me las creí y aun joden a uno por dentro; muchas cosas que
nunca me dijeron y no se si a esta
altura de la vida las conozco; puede que mi cerebro ante esa mala educación recibida
me ha evitado asimilarlas; lo que si se es que somos animales y actuamos como
animales ante lo genital, pero también somos humanos y tenemos sentimientos y
amamos y nos aman, donde lo genital puede consumar el hecho, pero no
necesariamente por amor en si. Sexualidad no es sinónimo de genitalidad, ni
hacer el amor es siempre un acto de
amor.
Ahora terminando este escrito recibimos la
noticia del hábito en África y parte de
Asia de evitar que la mujer con sus grandes pechos desencadene el deseo de los
hombres que la merodean como moscas y por esto, cuando aun son niñas les
planchan los senos, para evitar que crezcan, algo así como hacen con las
japoneses bebes y sus pies apretados para que les crezcan pequeños. La visión de que la mujer es la
culpable, tal como Eva, de lo que los hombres hagan, tal como Adán, y ¿quien seria la serpiente en todo esto?
Eso me recuerda la cancioncita del cuate
Manzanero: “Usted es la culpable, de todas mis angustias, de todos mis
quebrantos…” Yo no, usted.
No hay comentarios:
Publicar un comentario