jueves, 17 de julio de 2014

El pequeño burgués.

Hace unos años, era un insulto para mí que me dijesen niño bitongo, gusano, o burgués. Hasta hace no muy poco tiempo,  como ya no era niño y  descubrí que no era bitongo ni nunca lo fui, sino que me la buscaba como hijo fiel de mi isla, no me hería esa connotación, me resbalaba.

 Lo de gusano dejaron de usarlo cuando se dieron cuenta que esos gusanos eran las mariposas que podrían mojarlos con sus euros o dólares y por tanto dejó de ser usado como insulto. Pero eso de burgués quedó dándome puntillazos.

Cortez cuando canta su canción del “pequeño burgués” menciona que había que saber su poco de inglés y lucir superdotado y yo me decía, aunque no lo parezca aprendí primero inglés y luego castellano, por tanto  sé inglés desde peque  y no es que me la luzco, pero bruto no soy, luego eso es para el que luce y no es, no es para mi.

Añadía que había que aparentar ser liberal y de tendencia izquierdosa, y yo repostaba, es que yo soy de mentalidad centro izquierda, siempre lo he sido, dependiendo la sociedad donde he estado, de lo contrario nunca hubiese tenido problemas con los que deciden lo si y lo no, pero los tuve. Reitero siempre he sido de mentalidad abierta, liberal. No es que esté aprendiendo a fingir es que soy así, mi padre me educó así. Y también es verdad que a los 15 años de edad yo tenia una joven que era mi secretaria en el DRE, y es verdad que en la era de UNIBE yo tenia chofer, y este cargo se mantuvo como gasto de la familia sin ya yo ser parte de  UNIBE mientras se pudo económicamente hablando.

Y Cortez finalizaba diciendo que había que tener vocación, ambición  y paciencia. Y ya ahí me convencí, no tengo ninguna de esas tres cualidades, ni ambición, solo hacer lo que debo hacer y me gusta  hacer; vocación de figurear y aparentar, nunca; y paciencia, eso es lo que menos tengo, paciencia. Luego, no, a mirar para otro lado.

Hace unos días, solo hace unos días, un poco tarde diría, descubrí leyendo a Thomas Mann en la Montaña Mágica que mi amigo Ricardin me aconsejó que lo leyese o releyese, ya que con el tiempo y la edad otras verdades afloran,  descubrí que yo era un humanista burgués o un burgués humanista. Eso de humanista* está claro como el agua destilada, pongo al hombre como centro de toda actividad y siempre he tratado de trabajar, luchar por la paz, la justicia la igualdad, la fraternidad, la libertad y felicidad de cuanto hombre o mujer exista en la faz del planeta y además soy educador. Eso de humanista ya lo sabia, ¡pero burgués!, yo burgués, suena aun tan feo en mis oídos esa frase.

Es verdad que soy citadino, aunque descubro en estas ultimas semanas la dulzura de la paz de la no ciudad, el encanto de poder confiar en los vecinos y sentirte parte de una comunidad las 24/7, poder caminar y andar por ahí sin preocupación, pero, ¿ yo burgués?

Volví a Cortez y no, pero si. Hay un ver la vida, hay un actuar en la vida de forma romántica, idealista, confiada que es burguesa. Hay detalles de buen comer, buen vivir, buen vestir según pudiese alcanzar el bolsillo y es burguesa.

Mi padre siempre que podía me contaba del señor que salía los domingos con su familia a tomar el fresco y caminar por la ciudad, almidonado, limpio, planchado, distinguido aunque se le viesen las manchas y marcas del oxido en su ropa. Ser pobre no conlleva ser descuidado o sucio. La presencia es válida, tiene un valor en si y esa es una vision burguesa.

En verdad le doy mucha importancia a la primera impresión que una persona me da por su fachada, luego uno puede cambiar o empeorar esa vision, pero la primera impresión fue importante y quizás aun es importante.

Hubo  una época donde había que lucir menos que los menos. Recuerdo al Padre Federico Arvesu sj al verme un hoyo en la suela de uno de mis zapatos llamarme y decirme, nosotros hacemos votos de pobreza no de miseria, son dos cosas distintas y  que no va con nosotros. Si deseamos que nos abran las puertas y llevar nuestro mensaje; zapatos gastados si, rotos no. Me acuerda de Francisco, el Papa, este hecho.

Esa época ya pasó y pasó por encima de mi, no en mí, por tanto, si nací burgués crecí burgués,  soy burgués;  y he dedicado mi vida a trabajar precisamente con la burguesía tanto en Venezuela como en Santiago como en Santo Domingo y lo mejor de todo es que no me arrepiento, para nada!.

Ahondando un poco más llego a la conclusión de  que nací en la clase media, me desarrollé dentro de ella;  en algunos momentos de mi historia hemos estado con una mano delante y otra atrás, mas sin embargo no hemos dejado de ser de clase media por la educación, formación, instrucción, valores y mentalidad con que nos hemos desenvuelto, podríamos decir que pasamos en esos momentos a ser de la clase media desmejorada, pero de la clase media según haya sido el contexto social que nos ha tocado vivir en esos momentos.

En definitiva soy un burgués humanista o un humanista burgués, ya lo volví a decir;  no dudemos  más de este punto. Como todo, ya no me ofende el término



* “Nosotros, los humanistas, tenemos aficiones pedagógicas. Señores el lazo histórico entre el humanismo y la pedagogía, explica el lazo psicológico que existe entre ambas.  No hay que desposeer a los humanistas de su función de educadores. No se  les puede arrebatar, pues son los únicos depositarios de una tradición; la de la dignidad y belleza humana. En otras épocas los humanistas reemplazaron a los sacerdotes que,...pudieron arrogarse la dirección de la juventud. Desde entonces señores, no ha surgido otra clase de educador.”   dicho por  Settembrini, personaje de  Thomas Mann, La Montaña Mágica.  

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