Hace unos años, era un insulto para mí que me
dijesen niño bitongo, gusano, o burgués. Hasta hace no muy poco tiempo, como ya no era
niño y descubrí que no era bitongo ni
nunca lo fui, sino que me la buscaba como hijo fiel de mi isla, no me hería esa
connotación, me resbalaba.
Lo de
gusano dejaron de usarlo cuando se dieron cuenta que esos gusanos eran las
mariposas que podrían mojarlos con sus euros o dólares y por tanto dejó de ser usado
como insulto. Pero eso de burgués quedó dándome puntillazos.
Cortez cuando canta su canción del “pequeño burgués”
menciona que había que saber su poco de inglés y lucir superdotado y yo me decía,
aunque no lo parezca aprendí primero inglés y luego castellano, por tanto sé inglés desde peque y no es que me la luzco, pero bruto no soy,
luego eso es para el que luce y no es, no es para mi.
Añadía que había que aparentar ser liberal y de
tendencia izquierdosa, y yo repostaba, es que yo soy de mentalidad centro
izquierda, siempre lo he sido, dependiendo la sociedad donde he estado, de lo
contrario nunca hubiese tenido problemas con los que deciden lo si y lo no,
pero los tuve. Reitero siempre he sido de mentalidad abierta, liberal. No es
que esté aprendiendo a fingir es que soy así, mi padre me educó así. Y también
es verdad que a los 15 años de edad yo tenia una joven que era mi secretaria en
el DRE, y es verdad que en la era de UNIBE yo tenia chofer, y este cargo se
mantuvo como gasto de la familia sin ya yo ser parte de UNIBE mientras se pudo económicamente
hablando.
Y Cortez finalizaba diciendo que había que
tener vocación, ambición y paciencia. Y
ya ahí me convencí, no tengo ninguna de esas tres cualidades, ni ambición, solo
hacer lo que debo hacer y me gusta
hacer; vocación de figurear y aparentar, nunca; y paciencia, eso es lo que
menos tengo, paciencia. Luego, no, a mirar para otro lado.
Hace unos días, solo hace unos días, un poco
tarde diría, descubrí leyendo a Thomas Mann en la Montaña Mágica que mi amigo
Ricardin me aconsejó que lo leyese o releyese, ya que con el tiempo y la edad
otras verdades afloran, descubrí que yo era
un humanista burgués o un burgués humanista. Eso de humanista* está claro como
el agua destilada, pongo al hombre como centro de toda actividad y siempre he
tratado de trabajar, luchar por la paz, la justicia la igualdad, la
fraternidad, la libertad y felicidad de cuanto hombre o mujer exista en la faz
del planeta y además soy educador. Eso de humanista ya lo sabia, ¡pero burgués!,
yo burgués, suena aun tan feo en mis oídos esa frase.
Es verdad que soy citadino, aunque descubro en
estas ultimas semanas la dulzura de la paz de la no ciudad, el encanto de poder
confiar en los vecinos y sentirte parte de una comunidad las 24/7, poder
caminar y andar por ahí sin preocupación, pero, ¿ yo burgués?
Volví a Cortez y no, pero si. Hay un ver la
vida, hay un actuar en la vida de forma romántica, idealista, confiada que es
burguesa. Hay detalles de buen comer, buen vivir, buen vestir según pudiese
alcanzar el bolsillo y es burguesa.
Mi padre siempre que podía me contaba del señor
que salía los domingos con su familia a tomar el fresco y caminar por la
ciudad, almidonado, limpio, planchado, distinguido aunque se le viesen las
manchas y marcas del oxido en su ropa. Ser pobre no conlleva ser descuidado o
sucio. La presencia es válida, tiene un valor en si y esa es una vision
burguesa.
En verdad le doy mucha importancia a la primera
impresión que una persona me da por su fachada, luego uno puede cambiar o
empeorar esa vision, pero la primera impresión fue importante y quizás aun es
importante.
Hubo una época donde había que lucir menos que los
menos. Recuerdo al Padre Federico Arvesu sj al verme un hoyo en la suela de uno
de mis zapatos llamarme y decirme, nosotros hacemos votos de pobreza no de
miseria, son dos cosas distintas y que
no va con nosotros. Si deseamos que nos abran las puertas y llevar nuestro
mensaje; zapatos gastados si, rotos no. Me acuerda de Francisco, el Papa, este
hecho.
Esa época ya pasó y pasó por encima de mi, no
en mí, por tanto, si nací burgués crecí burgués, soy burgués; y he dedicado mi vida a trabajar precisamente
con la burguesía tanto en Venezuela como en Santiago como en Santo Domingo y lo
mejor de todo es que no me arrepiento, para nada!.
Ahondando un poco más llego a la conclusión de que nací en la clase media, me desarrollé
dentro de ella; en algunos momentos de
mi historia hemos estado con una mano delante y otra atrás, mas sin embargo no
hemos dejado de ser de clase media por la educación, formación, instrucción,
valores y mentalidad con que nos hemos desenvuelto, podríamos decir que pasamos
en esos momentos a ser de la clase media desmejorada, pero de la clase media
según haya sido el contexto social que nos ha tocado vivir en esos momentos.
En definitiva soy un burgués humanista o un
humanista burgués, ya lo volví a decir; no dudemos más de este punto. Como todo, ya no me ofende el término
* “Nosotros, los humanistas, tenemos aficiones pedagógicas.
Señores el lazo histórico entre el humanismo y la pedagogía, explica el lazo psicológico
que existe entre ambas. No hay que desposeer
a los humanistas de su función de educadores. No se les puede arrebatar, pues son los únicos depositarios
de una tradición; la de la dignidad y belleza humana. En otras épocas los
humanistas reemplazaron a los sacerdotes que,...pudieron arrogarse la dirección
de la juventud. Desde entonces señores, no ha surgido otra clase de educador.” dicho por Settembrini, personaje de Thomas Mann, La Montaña Mágica.
Excelente los cambios Sr. Burgues... ;-)
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