Me encanta ver fotografías del reino animal, de la vegetación,
los bosques, de la flora y su riqueza de
colores, los paisajes naturales, el efecto del tiempo sobre la misma naturaleza;
fotos de la naturaleza, salvaje, virgen, espontánea, propia de nuestra
evolución como planeta, como un todo. No es que le de menos valor a la
construcción y arquitectura realizada por el
hombre, pero siempre será producto
del hombre y no de la natura como tal.
Si existe alguna foto o video que me place ver
es la de los gorilas, orangutanes, chimpancés cuando se reúnen o forman pareja,
no necesariamente de sexo distinto, y uno le arrasca la espalda al otro, le
saca los piojos, y se los va comiendo. Se turnan. Tu a mi y yo a ti. Un simple arrascar la espalda y uno ve la cara
de placer en ese acto que solo puede ser comunitario, de mas de un miembro,
pues uno solo no puede realizarlo, no alcanza a la totalidad de su propia
espalda.
Viendo la película de Tarzán como dibujo más
que animado, computarizado; volví a identificarme con este acto comunitario, el
de la espalda.
He visto que algunos simios solitarios usan un árbol y se arrascan la espalda contra
el mismo ya que no hay otro ser que le
ayude. No se si será similar el hacer uso del filo de la puerta para rascarse la espalda, o el secarse con la
toalla con fuerza y así sentir el placer
de la espalda siendo arrascada, puede que sea útil el uso de un cepillo largo para bañarse la
parte que uno no ve de si mismo; desde el cuello hasta donde la espalda pierde
su nombre.
Bueno, como ven, a mi me gusta que me arrasquen
la espalda, dentro del proceso evolutivo eso quedó en mi memoria genética de
parte de mis ancestros peludos. Cuando me levanto en la mañana camino encorvado
cual orangután y luego lentamente voy pasando a Homo habilis preparando el café
y ya bebido el néctar de los dioses negros, poco a poco me logro erguir normalmente, casi recto y paso entonces a ser Homo Sapiens un día más. Una transición diaria de minutos o segundos
recordando nuesro ayer.
Todo esto lo cito a colación de que una
compañera mencionó que a mi no me
gustaba que me tocasen físicamente y al decirlo, simultáneamente me estaba
tocando con sus uñas mi hombro, que es parte de mi espalda, y sin saberlo me estaba proporcionando un gran placer, no
necesariamente erótico, sino un placer ancestral.
En ese momento espontáneamente dije; “depende
del sitio que me toquen y cómo me toquen”, y lógico, todos los ahí reunidos me
imagino pensaron en lo erótico, pues así
sonó al salir de mi boca, y hasta rojo me puse, según me fue dicho, pero hay un
aviso de placer añejado en algún resquicio del cerebro al sentirse tocado a lo largo de la espalda.
Hay escenas eróticas en que plasman a la mujer
arañando con fuerza y dejando su firma uñistica sobre el territorio dorsal. Por
algo será que es filmado y es disfrutado, o asi parece..
Piénsenlo, sean honestos y descubran que en eso
también tu, yo, nosotros nos parecemos a los simios. No obstante el animal que se parece más a nosotros
anatómicamente sea el cerdo. Puede que por eso en la Biblia cuando un espíritu
maligno sale de un cuerpo este se introduce en un cerdo y quizás es por esta razón es que los israelíes o judíos no comen carne de
puerco ni sus derivados, son malignos.
Uno no sabe si nos comemos un espíritu diabolico conjuntamente al
degustar la masa de un puerquito bien sazonado y cocinado lentamente en una caja china. Ya divague.
Yo diría que el éxito de los masajistas está en
que le dan a la espalda su ir y venir, con rocas tibias o calientes sobre la
columna vertebral o no, con codos o con pura manotas, y su aceite aromático sobre toda la espalda. Uno se deja llevar y se extasía
con ese proceso dando rienda a un placer del cuerpo sin que nadie pueda decir
que sea pecaminoso, si es que eso existe.
Cuando lei sobre las zonas eróticas o erogenas del cuerpo
no recuerdo que la espalda estuviese incluida, fue hace mucho que uno solia leer de esas cosas y ya la memoria dobla la esquina, pero sin duda debe estarlo, y si
no, anótenla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario