jueves, 31 de agosto de 2017

Qué pena que pase el tiempo ! #226

Qué pena que no se bailar, que pena,  me sigue dando pena,  más aún cuando quien me ve,  sabe que soy caribeño y  más aún de la isla. Y ahí viene el estereotipo, ¡!!un cubano y no sabe bailar!!!

Suelo contestar que la revolución no me dejó bailar y entiendo que los “otros” no entienden. No han vivido una revolución y menos aún ésta,  ya que ellos   se imaginan que la revolución cubana fue todo bueno, maravilloso, un paraíso en la tierra, nada que lamentar y dicen que si me lamento es porque mi familia y yo  éramos parte del régimen pasado. ¡Qué pena que piensen así!!

Los “otros” no entienden que a los 10 años  cumplidos se dió el ataque al Palacio Nacional por el Directorio del 13 de marzo. A partir de ahí,  mi disco interior se concentró  en eso llamado revolución, en ese entonces a favor. El resto de mi pre adolescencia fue en eso, revolución, y llegó el 59 con doce años y todo sigue siendo revolución a favor y quise ser de la brigada juvenil y se respiraba y se ... en fin, la revolución era todo, aún a favor.

Luego llega el 60, yo con trece, y sigue la revolución, sigue el dar clases a obreros, sigue el ser parte de la dirigencia de la Juventud Católica, y viene el 8 de septiembre y el Obispo Eduardo Boza Masvidal ,  la manifestación religiosa, ya en contra, pero sigue la revolución. Bailar cuándo, bailar dónde,  no,  solo hay revolución, a favor o en contra, pero revolución.

Llega la invasión por Bahía de Cochinos  y ya tengo 14 y por poco caigo preso, y sigo en la revolución, pero en contra con el Directorio y salgo exiliado aún con catorce y qué tiempo hay para bailar. No,  solo hay tiempo para trabajar, y estudiar y revolución,  más aún ahora en contra, ya en el exilio no solicitado, o pedido sólo está ahí y somos dirigente revolucionario, ahora en contra.

Llegan los 15 años de edad. Todas las tardes después de la escuela es revolución y las noches, los fines  de semana y es revolución, aunque en contra. Se da el ataque al Blanquita por los nuestros,  y se da octubre y la crisis de los cohetes y el FBI, la CIA y se muere JFK, y sigue todo confuso. 

Se dan  los 17 años y me gradúo y se me ocurre pasar a ser parte de la Compañía de Jesús y ahí no se bailaba,  sí se cantaba, pero no se bailaba. En los 66 y sigo en lo mismo, Patria o Muerte, Vencieron ellos.

 Y cuándo, ¿cuándo iba a aprender a bailar?. Llegó Venezuela y  mis 19 y mis 20, luego Santiago y mis 21 y 22 y ya seguí mi curso de vida en contra de la corriente. 

Marisol Almonte trató de enseñarme en Santiago  a que me moviera con el merengue de entonces, pero ya era tarde. Juan Luis me salvó un poco, pero no,  que pena,  no sé.

Pero honor a la verdad, en mi época se bailaban boleros, la música en los “proms” era suave, mejilla con mejilla y un, dos y tres y un dos y tres. Lucho Gatica, Neil Sedaka,  Bobby Vinton, Paul Anka,.. Suave, suave. Luego fue el maestro Solano.

El danzón y el son eran para los viejos. Ya el mambo y el cha cha estaban, de eso si,  no sabía. No había merengue en ese momento de mi vida. La Salsa vino mucho, mucho después. Luego, que pena, no sé.

Quiero quedar bien tirando el problema al uniforme verde olivo, a  lo que eso significó y significa. Pero qué pena, no sé. Y Patria o Muerte, “ellos” ganaron, los seudo revolucionarios ganaron. ! Qué pena todo!

“Qué pena que pase el tiempo y me siga dando pena.” (Niña Pastori canta)




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