domingo, 28 de julio de 2019

El Viejo. Num. 253


Hace 48 años que el corazón de mi papá nos dió un tercer susto, un tercer ataque, y como el tercero es el definitivo, ese febrero primero en un invierno de Chicago, ahí quedó su cuerpo tirado en el piso de la habitación. Me lo imagino con abrigo, con un  sweater sobre  la piyama, era muy friolento. Al lado de la cama como una sábana arrugada que se ha caído al uno levantarse en la mañana.

Hace tanto de este hecho donde el amigo se va, las enseñanzas del padre quedan y uno ha de descubrirlas  en el proceso de crecer, de andar, de caer y levantarse, de revisar la brújula antes de tomar decisiones y en el fondo poco a poco, como si abriésemos una cortina, van apareciendo las tablas  con las normas que han de acompañar a uno dejadas en herencia al nuevo Abraham, yo.

-Trabajo es trabajo y se es responsable. No importa cuán insignificante este pueda ser en el momento, uno tiene la oportunidad de trascenderlo y convertirlo en una mina, en una gran siembra, en una industria, en un laboratorio de ideas, y proyectos. Uno mismo con su dedicación va transformando y descubriendo nuevas formas, nunca dejando nada igual, evolucionándolo. Siempre a más.

-El estudiar es mi trabajo. El investigar, leer,  buscar nuevas ideas, confrontarlas. No quedarme con lo que ya sé. Siempre hay más. Preguntar, averiguar, mas que el simple hablar sin sentido. Callar, oír, escuchar, atender, hilar ideas. Tratar de no presumir que sabes, pues solamente sabes lo que sabes y aún hay más por descubrir, escudriñar. Todo cambia, todo evoluciona. Hay distintas verdades y debes buscar tu verdad, la tuya, propia y privada.

-Familia es lo que tienes, realmente tienes. Los mayores te han dado sus vidas, sus saberes y tú lo has tomado como en una carrera de obstáculos donde vas recogiendo y pasando el bastón del equipo. Los mayores merecen nuestro respeto y admiración. Los familiares que han convivido con uno son como hermanos, parte de un gran panal. Se lucha y trabaja por tu núcleo, por tu parcela familiar. Tu único refugio real, es tu familia ampliada, tu familia creada, tu familia. Somos responsables el uno del otro y debemos cuidarnos mutuamente. Respetando, sin meter la nariz donde no te han llamado, pero dar la mano ante un solo indicio indirecto que haya llegado a ti.

-Patria, es única. Podremos asumir otras patrias,  dadas las circunstancias de lo que nos ha tocado vivir o desvivir. Pero ese lagarto en el mar, es tu lagarto de por vida. No debes olvidarte de ella, cuando puedas, si te es posible, lucha por ella, sacrifícate por ella, es tuya, no importa lo que pase, es tuya, nadie te la puede quitar. Ni sus olores, sus sabores, su música, sus tambores y guitarra, sus violines y timbales, están incrustadas en tus sentidos como recuerdo perenne. Son  tu huella. Su hablar, sus modismos, son parte de tu ser tú y no otro. Luchar por la patria,  vivir por ella te dignifica, te hace hijo  sinigual.

-La humanidad es parte de tu responsabilidad, busca siempre el bien común. Lo importante es saber que pueden contar contigo, que estás ahí y sueñas por su crecimiento. Lo que has aprendido no es para ti, es para ser conocido por otros y así lo debes dejar saber. El respeto a todos es fundamental. La violencia solamente debe usarse en última instancia, evita las armas, menos todavía junto a ti. Debes aprender a usarlas por si las necesitas, pero no contigo.

Creo que lo que soy se  lo debo a la comprensión, cariño y el caminar junto a mí de mi padre. Aquí debo aclarar que mi gorda hizo su parte y lo ayudo a moldearme, pero el faro siempre ha sido él. Sigo siendo “boy” y él sigue siendo “el viejo”.


Haberte zafado de todo. Num. 252.


Escribir es una forma de trascender, de ir más allá del tiempo y posiblemente también del espacio, pues trasciendes fronteras, rompes muros de silencio y mis miedos ya no son solo míos, son de todos.

Al releer descubres tu pensamiento en el ayer, cómo pensabas entonces y aparecen ante ti   aspectos que han cambiado, aunque  otras no parecen haber evolucionado del todo. Es como si hubiese escrito hoy, pero en el ayer. Vigente hoy y en el ayer. El ayer de pronto ya no es ayer, sino un continuum en el tiempo y el espacio.

Puede que un poco más, sin tener la intención, entras en la mente de alguien y le dejas tu semillita que quizás germine sin nadie darse por aludido, pero ahí va como polen y hago paralelo mental entre mis manos al escribir y las abejas trabajadoras, esparcir la vida, la procreación; en este caso de ideas, vivencias, sentimientos.

Ampliar las fronteras de la soledad  dejando  de estar solo, creando un puente o un túnel subterráneo entre los otros y yo. Los otros, ustedes;  yo, mi mente y corazón. Los secretos dejan de serlo. Las vivencias son compartidas. Pasamos al nosotros abandonando el simple yo.

Hay un poco de fe en todo esto. Fe de que realmente lo lean,  mediten, piensen, critiquen, no quede guardado en un espacio dentro de la nube.

Fe de que lo entiendan desde mi cristal, fe de haber escogido las palabras adecuadas. Fe de que se dé la conexión tarde o temprano.

La profundidad al escribir me da miedo de que yo mismo no me entienda y me quede en el fondo del abismo lleno de palabras huecas, sin sentido, discordantes. Me imagino las palabras eblliendo tal burbujas dentro de un recipiente lleno de agua en el proceso de ebullición, salpicando y quemando al descuido.

Mas sin embargo, al final, te deja una sensaion de paz, de ecuanimidad, el haber vertido tus ideas, tu vida presente  en un  papel. Haberte zafado de todo.


sábado, 27 de julio de 2019

Estereotipo a modificar. Num. 251


Soy baby boomer. Con la educación, las creencias, las costumbres propias de mi isla salpicada por la cercanía de la península a 90 millas. Lo extranjero en mi viene de la cercanía de la  península, más aún por haber vivido en ella, y no de la metrópoli del norte como sería el caso de la dominicanidad.

Eso significa que mis estereotipos sobre la mujer, la XX, la dama, cuyo nombre usaré así. La Dama; son  de esta época, matizado por mi vivir, y andar haciendo caminos, con una visión abierta, liberal, como lo es propia de mi familia y la sociedad que me ha tocado vivir.

Se habla de cambiar estereotipos sobre nuestra visión de la Dama, pero hay estereotipos que yo me niego a cambiar, la Dama dejaría de ser lo que me atrae de ella. Perdería su imán.

La mirada cautivadora, suave o dura, pero cautivante. La mirada que es en lo primero que atrae mi atención de toda dama. Mirada sonriente, adolorida, sufrida, contagiosa, no importa como sea su mirada siempre será un anzuelo si contiene lo que llamaría feminidad, una mirada propia de su género, propia de su persona, de su naturaleza como dama. Eso yo no lo cambiaría.

Su poder de control, de hacer entender con dulzura o con firmeza cuál es su deseo y yo, prefiero el personal yo  para no generalizar, tratar de cumplir su deseo, si es factible,  llenar ese cometido. El saber tener dominio del mundo sin demostrarlo, el saber que es la dama la real mandamás del hogar.

Las atenciones, la preocupación sincera ante los seres que le circundan. El detalle de una flor, la decoración propia de su feminidad, copiable por otros, pero no igualable. No yo no eliminaría ese estereotipo.

Su sabiduría aterrizada y por tanto sus consejos aterrizados, su visión de las acciones a realizar en un futuro totalmente en el aquí y el ahora, práctica, no idealizada por la niñez encubierta, disfrazada  en mi yo. No, yo no cambiaría ese estereotipo que me complementa, egoísta que soy, no,  no la eliminaría.

El saberme protegido por su cariño, su sentimiento, noble, abierto, sus brazos, no, como voy a querer cambiar ese momento de re confort en mi espíritu, en mi ser como un todo. No, no cambiaría ese estereotipo tampoco.


Lo propio de todo ser dentro de la naturaleza y de su mismo género: cuidar, criar, educar, alimentar, velar por su cría no importa cómo, no importa cuánto tiempo, no importa nada. Cuchillo en boca, los sacrificios personales solamente la dama lo sabe. El punto es: los suyos son cuidados como gallina con sus polluelos.


Su amor y dedicación por la natura, incluyéndonos a todos nosotros como parte de esa naturaleza.

Dada, entregada por una causa, por unos valores, religiosos o no, libre, independiente en el diario vivir. Esos arquetipos, no veo razón de cambiarlos. Es más, pienso que hay que promover, nunca eliminar.

Puede que en mi educación se respeta a todo ser vivo, se ama la belleza que otro ser vivo te puede proveer. En mi cultura se es contrario al uso de la violencia ante cualquier  ser vivo, más si es con quien sólo te da amor, seguridad, valor, razón de ser. Quizás porque en mi entorno todos somos iguales y en caso de decidir la dama es más que yo, solamente la dama puede compararse a Dios, creando. 

Quizás porque en mi caminar mis compañeras de trabajo como maestras, orientadoras, psicólogas, conserjes, administradoras, servicio al público han sido damas. Siempre me he sentido como María, bendito entre todas las damas.

No, no encuentro  estereotipos que desee modificar.