Soy baby
boomer. Con la educación, las creencias, las costumbres propias de mi isla
salpicada por la cercanía de la península a 90 millas. Lo extranjero en mi
viene de la cercanía de la península,
más aún por haber vivido en ella, y no de la metrópoli del norte como sería el caso
de la dominicanidad.
Eso
significa que mis estereotipos sobre la mujer, la XX, la dama, cuyo nombre
usaré así. La Dama; son de esta época,
matizado por mi vivir, y andar haciendo caminos, con una visión abierta, liberal,
como lo es propia de mi familia y la sociedad que me ha tocado vivir.
Se habla de
cambiar estereotipos sobre nuestra visión de la Dama, pero hay estereotipos que
yo me niego a cambiar, la Dama dejaría de ser lo que me atrae de ella. Perdería
su imán.
La mirada cautivadora,
suave o dura, pero cautivante. La mirada que es en lo primero que atrae mi
atención de toda dama. Mirada sonriente, adolorida, sufrida, contagiosa, no
importa como sea su mirada siempre será un anzuelo si contiene lo que llamaría
feminidad, una mirada propia de su género, propia de su persona, de su naturaleza
como dama. Eso yo no lo cambiaría.
Su poder de
control, de hacer entender con dulzura o con firmeza cuál es su deseo y yo,
prefiero el personal yo para no
generalizar, tratar de cumplir su deseo, si es factible, llenar ese cometido. El saber tener dominio
del mundo sin demostrarlo, el saber que es la dama la real mandamás del hogar.
Las
atenciones, la preocupación sincera ante los seres que le circundan. El detalle
de una flor, la decoración propia de su feminidad, copiable por otros, pero no
igualable. No yo no eliminaría ese estereotipo.
Su
sabiduría aterrizada y por tanto sus consejos aterrizados, su visión de las
acciones a realizar en un futuro totalmente en el aquí y el ahora, práctica, no
idealizada por la niñez encubierta, disfrazada en mi yo. No, yo no cambiaría ese estereotipo
que me complementa, egoísta que soy, no, no la eliminaría.
El saberme protegido
por su cariño, su sentimiento, noble, abierto, sus brazos, no, como voy a
querer cambiar ese momento de re confort en mi espíritu, en mi ser como un
todo. No, no cambiaría ese estereotipo tampoco.
Lo propio
de todo ser dentro de la naturaleza y de su mismo género: cuidar, criar,
educar, alimentar, velar por su cría no importa cómo, no importa cuánto tiempo,
no importa nada. Cuchillo en boca, los sacrificios personales solamente la dama
lo sabe. El punto es: los suyos son cuidados como gallina con sus polluelos.
Su amor y
dedicación por la natura, incluyéndonos a todos nosotros como parte de esa
naturaleza.
Dada, entregada por una causa, por unos valores, religiosos o no, libre, independiente en el diario vivir. Esos arquetipos, no veo razón de cambiarlos. Es más, pienso que hay que promover, nunca eliminar.
Dada, entregada por una causa, por unos valores, religiosos o no, libre, independiente en el diario vivir. Esos arquetipos, no veo razón de cambiarlos. Es más, pienso que hay que promover, nunca eliminar.
Puede que
en mi educación se respeta a todo ser vivo, se ama la belleza que otro ser vivo
te puede proveer. En mi cultura se es contrario al uso de la violencia ante cualquier ser vivo,
más si es con quien sólo te da amor, seguridad, valor, razón de ser. Quizás porque
en mi entorno todos somos iguales y en caso de decidir la dama es más que yo,
solamente la dama puede compararse a Dios, creando.
Quizás porque en mi caminar mis compañeras de trabajo como maestras, orientadoras, psicólogas, conserjes, administradoras, servicio al público han sido damas. Siempre me he sentido como María, bendito entre todas las damas.
Quizás porque en mi caminar mis compañeras de trabajo como maestras, orientadoras, psicólogas, conserjes, administradoras, servicio al público han sido damas. Siempre me he sentido como María, bendito entre todas las damas.
No, no encuentro
estereotipos que desee modificar.
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