sábado, 6 de octubre de 2012

Esperar el nuevo día.


Eso hacemos. Esperar que pase este día para que llegue el otro, y ese nuevo día esperar que pase sin contratiempo ni sorpresas para que llegue el otro.

Pasa un día más y día menos, un día más de vida y un día menos de vida, un día más hacia el final y un día menos de tener que  esperar el tan ansiado final.

Buscar qué ver, qué hacer, qué leer, qué escribir, qué aparece. Esperar una llamada que te dé fuerzas  por un rato y sientas deseos de seguir esperando,  o recibir una llamada que te deseos de que todo sea más rápido.  Todo depende de quién llama, a la hora que llama y el por qué llama.

Uno planea pequeños oasis dentro del desierto, a veces se dan,  otras no, a veces es sólo una ilusión momentánea. Ya he aprendido a no correr hacia lo que puede ser real o no, el desencanto duele más que la espera paciente.

Planeamos sólo lo que vamos a hacer en las próximas tres horas, más de allá es angustiarnos porque sobra tiempo y queremos llenarlo con prontitud, no, sólo planear lo que ahora a las 10 haré a la 1 y a la 1 lo que haré a las 4 y así, quizás ni se  lo que hemos planificado en las próximas tres horas, cuánto más  planificamos más tiempo de esperar.

A veces es que contamos con otros para hacer algo, pero ese alguien no está en eso, tiene su propio mundo, sus propios problemas y todo cae, depender siempre ha sido un problema,  y solo,  ya uno no sabe qué hacer.

Solo,  uno solo sabe caminar por caminar, andar, mirar, observar, matar el tiempo, lograr que no se detenga el tiempo o corra como la miel, queremos que la noche llegue rápido y así saber que acabamos un día más, un día menos.

Si uno es bipolar en todo  desde que nace, tiene ambas tendencias, el ser muy activo o ser mas bien tranquilo, pero uno puede en un momento ser mas activo que tranquilo y viceversa. Así como de alegría en exceso y tendencia a la no alegría,   la  depresión; la mía evidentemente es la de la depresión. Ahora,  al escuchar música de antes,  me doy cuenta que ya desde joven tendía a deprimirme, a añorar lo que no existía, no estaba, pero como uno es joven no le da mucha mente y sigue hacia delante.

A veces me pregunto por qué lagrimeo ante una música, qué recuerdo que no me doy cuenta, qué tecla toco que no soy consciente de ello

Sí,  soy deprimible porque soy sensible, afectivo;  me entristezco con facilidad, añoro lo imposible y en cada etapa de mi vida he tenido esa tendencia a lo solitario,  pero no a la soledad; solo,  pero acompañado. Añoro lo vivido y lo no vivido, pero ese no vivido es como si lo hubiese vivido y lo extraño, me falta.

Y en la noche, damos gracias por lo vivido, por lo oído, por lo saboreado, por lo permitido y pasamos a esperar el amanecer, el nuevo día y seguimos...




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