Yo elegí ser
dominicano. Pude haberme quedado en USA, pude haber tenido la residencia y no
lo hice. Pude optar por quedarme en USA y usar las leyes para el isleño que sale, pero no lo hice. Opté por ser
ciudadano dominicano, opté por ser enterrado aquí, opté por ser parte de la
tierra de mis hijos, opté.
Y en cierta
forma pienso que soy más dominicano que muchos, pues fue una opción, una decisión, no una
casualidad. Pienso que conozco la historia del país mejor que muchos, trato de
enseñar el amor a estos dos tercios de isla que nos toca como si hubiese nacido
en ella.
Los alumnos que
me han tocado saben de esto, ellos saben
que Dios va primero, Patria va segundo por encima de madre o padre o
familia y luego todo lo demás.
Escribí el
juramento del la bandera que se recitaba en Senderos todos los días que dice: “
Juro por la bandera de mi país, la República Dominicana, su cultura y sus
costumbres que ella representa, una nación, joven, viva y llena de esperanzas como nosotros”.
E insisto en su
cultura, en sus costumbres en amar lo que somos, lo que tenemos.
Me enmarco
dentro de la historia dominicana como liberal a lo Luperón y a lo Ulises Francisco Espaillat y nunca
bajo ningún concepto a ser anexionista, vende patria como tristemente ha
sucedido en la historia por falta de creer en nosotros mismos como país, con
capacidad de ser, de crecer. Me opongo a que lo de fuera es mejor a lo nuestro,
al contrario, nuestras cosas quizás no sean perfectas pero el sabor y el
contexto los hace únicos.
Quizás soy más
Boschista que los mismos del partido, porque no tengo compromisos. De hecho no
soy de partido alguno.
Soy ciudadano
dominicano gracias a que en julio de 1982 el presidente Don Antonio Guzmán firmó mi ciudadanía que
Balaguer nunca quiso otorgar. Yo elegí, y no me arrepiento ni un chin de haberlo
hecho, opté por seguir siendo parte de una isla y renuncié a la tierra “firme”
continental. Opté.
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