Dígame honestamente, sinceramente, desde lo más profundo de su ser: ¿que usted
se siente, cubano o dominicano?
Esta pregunta no es muy usual cuando proviene
de una funcionaria de aduanas que te ha detenido para revisar tu equipaje al
entrar a la ciudad de Miami, equipaje el
cual aun no ha sido abierto ni parece
que se pretenda hacer.
Pienso que el oficial de migración no entendía
como por una línea aérea brazilera como es GOL llegaba a Miami un nacionalizado
dominicano que iba a Hialeah porque en el fondo había nacido en La Habana y era
cubano. El oficial hizo sobre el papel de aduana un gran uno con unos grandes
círculos alrededor del numero, casi con saña, después que me preguntara a que
me dedicaba y le dijese que era educador y cuestionase entonces las asignaturas
que enseñaba. Yo le conteste que había sido director y que mi área eran las
“Social Studies”, era en ingles que hablábamos, aunque el sabia perfectamente
el castellano.
La conversación, algo larga diría yo, entre la
funcionaria de aduanas y yo también fue en ingles; ella no entendía que un ser
nacido en Cuba hablase el idioma sin problemas y además fuese educado.
Cuestiono, con mi maleta cerrada frente a ella, mi educación, me dijo que los
cubanos que ella había recibido no lucían educados y no les interesaba hablar
el idioma. Ella había hecho un estereotipo del ser cubano y yo no encajaba.
Cuestiono por que iba a Hialeah y le exprese
que al otro día era mi cumpleaños y pensaba pasarlo con mi hermana que vive en esa zona
tan peculiar para ellos. De una vez miro el papel que había llenado con mi
fecha de nacimiento. Volvió a mirarme a los ojos e insistió en por que era la
diferencia; solo se me ocurrió decirle que yo pertenezco al grupo de cubanos
que salio de la isla al fracasar la invasión de Girón y habíamos salido por
problemas ideológicos no económicos, como es el caso de los mas actuales.
Como Ian iba conmigo o yo con el, también lo
detuvieron, pero otro oficial que no hablo mucho, solo le saco de la maletita
absolutamente todo. En ese momento le señalo a la oficial que me cuestionaba
que el era hijo mío y nacido en Dominicana, entonces en un perfecto español me pregunta:
“el come habichuelas o frijoles” y yo ya en español le contesto; “el come
habichuelas rojas, yo aun como frijoles negros” y se sonrío y me dijo, “por
aquí el no va a encontrar muchas habichuelas rojas”.
Ya en ese punto de la conversación me pregunta
que era yo realmente o sentía, cubano o dominicano. Me hizo la pregunta que yo
mismo llevo años haciéndola y ustedes
saben bien que ha sido así a lo largo de lo que escribo en el blog. El misterio
de quien fue primero el huevo o la
gallina; ¿por donde entra el agua al coco? Respire hondo, hice un silencio y le
dije lo que siempre he pensado: “Aquí en USA soy dominicano, nadie me ve como
cubano por mis gustos, mis actitudes, forma de hablar, los temas de que hablo y mi ver las cosas o creencias. Allá por
mucho que trato de que se me vea como dominicano, sigo siendo cubano, me ven
como cubano. En el fondo, pienso, que sigo siendo cubano dentro de mi corazón,
pero no puedo dejar de ser dominicano.” Difícil
de entender, le añadí.
Ahí termino nuestra conversación, hizo el amago
de abrir la maleta comprobó que apenas había algo guardado, de aquí para allá
las maletas van vacías y regresan mas llenas siempre. Salí, ella ya se había
volteado hacia su computadora y escribió, no se que habrá escrito, ¿mis dudas,
mis ansiedades o las de ella misma? Ya Ian hacia rato había salido del recinto y sentado cómodamente esperaba que nuestra
conversación terminase y me uniese a el.
El tema haitiano nunca se queda fuera para los
que vivimos en esta parte de la isla y salimos de ella, cuando uno entabla una
conversación tranquila y pensante con otros que no viven dentro de la isla y son como espectadores de alguna manera de
nuestra realidad por el simple hecho de estar fuera. No fue una vez en esos
diez días, fueron varias veces que lógicamente se me toco el tema, se me cuestiono al respecto. En una de esas
conversaciones, desde antes de decir que
los haitianos trabajan y andan por las calles de Santo Domingo como uno mas e
incluso se reúnen en grupos frente a muchos edificios que ellos mismos cuidan
como wachimanes sin armas, que las universidades católicas de Santo Domingo y
Madre y Maestra estaban repletas de estudiantes de la parte oriental de la
isla, que los hospitales, mas aun en Santiago, estaban casi llenas de mujeres
haitianas dando a luz dada las condiciones de insalud de su país y todo era
gratuito para las mismas, y por supuesto mencione a los dominicanos que están
en esa parte oeste construyendo o reconstruyendo incluyendo mi sobrino y exalumnos
queridos; antes de decir que había que recordar que este es el único país que
se “independiza” de su vecino y no de una potencia europea; antes de decir todo
lo anterior, empecé diciendo: “bueno, yo soy dominicano”. Confieso que después
de esa “confesión” me quede tieso, y
medio en silencio, tome aliento y pude
proseguir. Me sorprendí a mi mismo de lo
dicho.
En una de las salidas que hicimos en esos días
fuimos a comer pan con bisté, típico de la cubanidad, y mi hermana, mi propia
hermana le dice a la dependiente: “hazlo bien, que ellos son de Santo Domingo y
quieren comer un pan con bisté de
verdad”.
Comprobado, allá soy dominicano. Aquí sigo
siendo el cubiche.
“Pero
en todo lo demás estaba solo, y yo se
muy bien que cosa es el desamparo del desarraigo. Yo mismo a veces siento que
no pertenezco a ningún sitio, o pertenezco a varios, soy como un rompecabezas
que siempre se puede desarmar.” Leonardo Padura en la novela “Herejes”