Ciertamente se nos olvida que los cristianos se llaman así porque son
seguidores del Ungido, del Aceitado, del Elegido = del Cristo.
Se nos olvida que ese nombre le fue dado a Jesús nacido en Belén, pues su padres tenían que
cumplir con el censo mandado por el
emperador Augusto en todo el mundo romano y por tanto ir a su propio pueblo -
madre para censarse, realmente no sus padres, sino su padre “putativo”, José, quien pertenecía a la casa de David, no así su
madre María.
Jesucristo, como hoy lo llamamos, adquiere el ser
parte de la genealogía de la casa de David y de Abraham por su padre, o más
bien, por el marido de su madre cuyo padre a su vez fue Jacobo de
la casa de David. (Ver capitulo Uno de Mateo en su evangelio).
María y José vivían en Nazareth en la región de
Galilea y se trasladaron a Belén, pues fue en ese pueblo que había nacido el
rey David y por tanto donde debían inscribirse por ser José descendiente
directo de David, el rey.
Se nos olvida que Galilea pertenecía a Judea, a
Israel por lo que Jesucristo nació judío, creció judío, fue educado judío, fue
circuncidado judío, fue llevado al templo al cumplir los doce años como todo judío
cuando deja de ser niño y se convierte
en un adolescente-hombre del pueblo de Israel.
Se nos olvida que Jesús discutía desde niño con los rabinos y
maestros; que el conocía muy bien las
escrituras hebreas, el Tora; que su
idioma al hablar era el arameo, pero leía el hebreo ya que los libros sagrados estaban
también en ese idioma.
Se nos olvida que Jesús, el Cristo, cumplía la ley de Moisés la cual fue escrita
por su hermano Aaron, ambos recibieron
las indicaciones de su Dios de como normatizar a su pueblo, el hebreo, a raíz de la salida de Egipto, y entre estas
normas esta el celebrar cada año el “Passover”, el “Pesaj” o el paso de Dios
sobre las casas de Egipto. Esa noche murieron todos los primogénitos que viviesen
en aquellas casas cuyos marcos de las puertas NO hubiesen sido pintadas con la sangre del cabrito o cordero que se
hubiese sacrificado y cocinado antes del atardecer. Cabrito o cordero que todos los del
pueblo de Israel luego comerían acompañado de pan sin levadura. Al amanecer del otro día, todos ellos
salieron de Egipto y cruzaron el Mar
Rojo hacia la Tierra Prometida. Fin de la esclavitud en tierras del faraón.
Se nos olvida que a esa celebración nosotros le
llamamos Pascua y en el Éxodo 12, 14 dice: “Este es un día que ustedes deberán
recordar y celebrar con una gran fiesta
en honor del Señor”. Precisamente eso
fue lo que Jesús y sus amigos - discípulos hicieron, celebrar la Pascua ese
jueves día catorce del primer mes de su año hebreo, no el nuestro que se
confecciono mas tarde. No coinciden las fechas entre los dos calendarios, el
hebreo siguiendo las fases de la luna y
el nuestro Gregoriano cristiano. Al ellos celebrar la Pascua se convierte para el
mundo cristiano en la Ultima Cena, porque esa noche Jesús se despide
de sus discípulos para luego ser apresado y condenado.
Se nos olvida que por esa razón los cristianos al conmemorar la Ultima Cena
comen el pan sin levadura, lo mismo que hicieron y hacen los judíos para esa
fecha.
Se nos olvida que Jesús oraba en hebreo,
recitaba los Salmos y por eso ya en la cruz recita el Salmo 21: “Dios mío, Dios
mío, ¿por que me has desamparado? ¿Por qué no vienes a salvarme? ¿Por qué no
atiendes a mis lamentos?...”
Se nos olvida de que Jesús, el Elegido, el
Ungido, el Cristo era judío y después de orar en el huerto acepto la misión dada por su Dios
“si es que esa era su voluntad”, (Evangelio de Lucas 22,42); la voluntad del Santísimo, la voluntad del “Yo
soy el que Soy”, la voluntad de Yahvé, la voluntad de su Padre. Jesús acato el
mandato dado con sumisión, se dejo
llevar al matadero, se dejo insultar, golpear en silencio, sin decir palabra;
igual que luego sus hermanos de tribu harían sumisamente durante el holocausto
de la Segunda Guerra Mundial.
Se nos olvida de que Jesús era judío, vivió y
murió como judío; lo que NO se nos puede olvidar en ningún momento es que ese Jesús
resucito entre los muertos, estuvo en el mundo de los muertos y salio del
mismo. Si esto ultimo se nos olvida o no es verdad, si descubrimos que no fue
verdad lo que hoy creemos como verdad, su resurrección, “Vana es nuestra fe”.(1Corintios 15,14). Solo tiene sentido el cristianismo como religión si ese hecho especifico sucedió, si no fue así, podemos clasificarla
como una buena filosofía de vida, como una buena orientación de cómo actuar en
la vida como también hiciesen Buda, Confucio, LaoTse y otros en un pasado.
Se nos olvida que si bien la muerte de Jesús
tuvo su importancia en cuanto a la redención,
esta carece de sentido si no existiese
la contra partida del vencer la muerte y resucitar.
Nos fijamos en la muerte, en el día viernes, nos quedamos en el sufrimiento, el sacrificio cuando lo realmente importante es el domingo, la alegría del
domingo, del día del señor, pues ahí es que se cumple la profecía y no en la
muerte solamente. Es con el vencer la muerte que Jesús, el Cristo, pasa a ser
el Mesías del pueblo Hebreo.
Se nos olvidan muchas cosas, pero “eso” no puede
dejarse de lado, todo seria una falacia desde el punto de vista cristiano, nuestra fe carecería de sentido y por tanto
todas las iglesias, no importa su denominación mientras se autollamen cristianas,
estarían mandadas a cerrar, todas y cada una de ellas.
Que “eso” no se nos olvide.
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