viernes, 3 de febrero de 2017

Lo exraño. # 225

Hace unos días, el primero de mes, mi padre cumplió 46 años de irse. Ese día recuerdo que lloré caminando con mi esposa recién casada ese fin de semana y sólo recuerdo que dije haber perdido a mi amigo, y eso era mi padre, mi amigo. Había perdido el que me comprendía, el que sabía antes de yo hablar lo que iba a decir, el que leía mis cartas semanales y me contestaba sin más, contándome todo lo que había pasado esa semana, lo que soñaba y había dejado de soñar.  Juntos poco hablábamos, lejos mucho escribíamos, y a pesar del tiempo, lo extraño.  Ya no hablamos, pero lo llamo de vez en cuando, aunque sé que no volverá, ya volvió.

Luego con el tiempo aprendí que él había regresado, y así el  mismo me lo había hecho saber, había regresado, en mi hijo Jorge Armando. Y de pronto me calmé, ya él estaba de nuevo conmigo, protegiéndome.

Con el tiempo el mismo Jorge Armando empezó a actuar como si fuese mi  padre y yo el hijo. Yo lo dejaba pasar,  pues en el fondo era mi padre.

Pero ahora de pronto, lo extraño, ahora de pronto, me doy cuenta que vivió menos que yo, todo se hace un tollo en mi cabeza.

Bueno, lo que quiero decir, al oír ayer  la ida del padre de  Lorenzo, de que todo se volvió al presente, fue el segundo  detonante, el primero fue el percatarme que Ambiorix, el  padre de Xiroibma hacia diez años de ido en la misma fecha, y de pronto, todo fluye y  sí,  lo extraño en el ayer, en lo vivido, en lo no vivido, sino soñado. Ha pasado  casi medio siglo, y no importa, lo extraño. Y la isla vuelve, se hace presente de pronto, se revolotea todo, lo que pudo ser y no fue, lo planificado en vida para nada y lo sufrido, lo llorado, lo poca cosa que uno se siente antes ese pasado, vejado, y la isla en el ayer. La isla que mi padre me enseñó a amar, la isla que mi padre me sembró en mi corazón, la isla imposible de dejar en el olvido, su magia, su magia.

Extraño de mi padre sus consejos, sus silencios, su  llamarme BOY,  y yo sin saber si hice bien o no con  decisiones tomadas donde yo era el centro y no él, quizás él hubiese hecho  lo mismo, no sé, queda la duda. La angustia de la duda, el no saber. La verdad la sabré cuando me encuentre con él en su yo anterior. Nos juntaremos de nuevo y sin hablar, fluirán las ideas y comprenderé, entenderé y espero poder aceptar, lo que hoy no comprendo, ni entiendo ni acepto en mi interior.

De su regreso en y con  Jorge Armando o no, lo extraño y eso es lo único que ahora sé, casi ahoritica   sé lo manifesté  a mi hermana, 46 años hace dos días y ¿cómo es posible que aún lo extrañe?  Pero es así.

domingo, 7 de agosto de 2016

...latino a todo dar. #224

Leyendo a otros, uno reflexiona y recuerda momentos que no pasaron desapercibidos. Quedaron en archivo. Si quedaron es porque algo hizo que se quedaran.

Yo desde que tengo conocimiento de mi sé que soy cubano, un ser privilegiado de haber nacido en la isla. Al salir de ella descubrí que no solamente era cubano, sino que no era blanco a pesar de la blanquitud de mis glúteos. Que era mulato por el simple hecho de ser de Cuba, o eras negro o mulato, y yo no era tan oscuro, luego mulato.

Aprendí también de que no solo era cubano mulato, sino hispano. No hablaba inglés de nacimiento y era visto despectivamente como eso, hispano, ser incapaz de hablar inglés correctamente. Luego ese término fue cambiado por latino, pero yo sufrí el “spik” de hispano.

Hoy me doy cuenta de que los de la isla al salir en aquel entonces hicimos inicialmente nuestro gueto, nos apropiamos de un sector del “ southwest” de la ciudad de Miami, de ahí lo de la calle ocho. Yo vivía primero con mi tía en la décima avenida con la primera calle, más tarde en la misma avenida con segunda con mis padres al salir ellos de Cuba, y por último  la tercera calle, cuando ya viví  solo al irse mis padres a Chicago relocalizados por el gobierno, y yo quedarme en el sur, en mi gueto.

Viviendo entre nosotros, yendo a misa entre nosotros, con los nuestros, estudiando en Belén, colegio jesuita solo de cubanos, actuando siempre entre los cubanos mulatos-hispanos no me percaté de ser diferente. Los distintos eran los portoriqueños con su deseo de pelear y hacer pandillas. Hasta los rubitos sin color eran distintos a nosotros, pero no los veíamos prácticamente nunca. Sabíamos dónde estaban, pero para qué ir hasta allá?

Los  cines, las cafeterías, las tiendas del “downtown” estaban inundadas de nosotros y nada. No tenía problemas de raza. No necesitaba hablar ningún otro idioma que el antillano aprendido en la isla.

Como caminábamos de un lugar a otro  por la falta de dinero, no sabía de que había asientos para blancos adelante y para nosotros los no desteñidos, atrás. Hasta que tuve que usar el autobús por razones de trabajo primero, y luego porque las distancias eran largas y no me quedaba más que subirme al bus  y después de pagar al chofer sentarme atrás. Como siempre me gustó sentarme atrás cuando salía los sábados con mi padre en la isla, pues me era normal hacerlo, hasta que un día estaba todo lleno atrás y fui a sentarme más adelante y terminé de pie con todos los asientos vacíos delante.

Pienso ahora que eso me dio sensación de sentirme parte de un grupo, un orgullo especial, identidad grupal.

Cuando en esos días salió la película “West Side Story” lloramos con María y nos sentimos portoriqueños y hasta una camisa violeta-morada compré cuando pude, ser parte del gran mundo hispano.

Se agravó todo al ir yo al norte durante el verano. Fui a Chicago donde mis padres y ya ellos vivían en un buen lugar de mexicanos, cubanos y negros, hoy se dice afro-americanos, en aquel entonces, nigers. Era más clara la situación, no eran ellos blancos y yo tampoco.

Me gustaba ir al cine y a la iglesia caminando, seguíamos sin dinero. Y tuve que correr, un grupo de no oscuros me llamó “spik” varias veces y me mandé. Me escondí un buen rato en una farmacia de las de allá que son todo además de farmacia.  Los vi buscándome, pero no se atrevieron a entrar y por cansancio supongo se fueron. A partir de ahí escogía mejor por donde caminar. No tuve más problemas “raciales “que yo hoy recuerde.

Aunque en una biblioteca aprendí que dentro de los hispanos no todos somos vistos igual. Fui a sacar un libro y no tenía identificación. La señora no estaba por darme permiso aunque se extraño del libro que había seleccionado. Ricardín, mi amigo y hermano de la vida, me había enseñado a leer, qué sí y qué no. Parece que el tema del libro  no era normal para mi edad.

Después de yo insistir, lógicamente en inglés, la señora me preguntó si yo era de Puerto Rico y dije con orgullo que era de la isla caimán y sin más me dio el libro y cada semana devolvía uno  e iba por otro hasta que me fui de la ciudad.

Tuve que regresar a Chicago en otro verano a ver a mi  padre en cama por un ataque al corazón el cual rebasó. Coincidió mi visita con los “riots” en los barrios de los negros, y las manzanas o cuadras enteras en fuego, pero eso yo lo vi desde lejos y sentí que era de lejos todo. Parece que el vivir en Venezuela ese tiempo me hizo menos mulato, pero ya era latino a todo dar.



sábado, 9 de julio de 2016

Aferrarse. #223

Uno se aferra a cosas, momentos, circunstancias, personas, situaciones. Por eso la canción que dice “No te aferres”, me llama tanto la atención, pienso que es a mí que me lo dicen.

Pero uno de vez en cuando y de cuando en vez necesita un aferrarse, un ancla. Necesita aferrarse a no sé qué, depende de la situación, de lo que uno está viviendo.

Reconozco que en los momentos medio tristes en mis adentros,  no me comunico, uno se aísla un poco, para qué, para qué decir a otros lo que pasa en lo más íntimo de mi corazón, en el dedo meñique de mi corazón diría Juan Luis Guerra.

En esos momentos prefiero recurrir a la música de la isla. Es como si fuera un salvavidas que te tiran en medio de la mar. Pero no es a Celia Cruz que conocí realmente en el exilio a quien busco. No es al chá chá de mi niñez, ni los boleros que cantaba mi mamá aun  en su lecho de muerte en el hospital. No, recurro a una que nunca baile, a una que nunca realmente oí o escuché allá  en la isla, a una que a pesar de que la ignoraba cuando la tenía conmigo,  me retuerce mis recónditos interiores. Recurro a la Bella Cubana.

Quizás como buen masoquista recurro a ella, pues sé que en sus violines se irán mis lágrimas, sé que con esa clave mi corazón late al unísono, y cuando se explaya su música yo me subo con pecho en alto, erguido hacia el azul del cielo que no es cubano, pero es antillano.

A veces me pregunto porque uno quiere tanto esa isla que solo realmente conocí cuatro años de mi vida. Luché por ella sí cuando tenía 14, 15, y 16,  pero ya a los diecisiete andábamos por otros lares sin mirar atrás. Digo sin mirar atrás porque mientras estuve viviendo en USA, nunca dejamos de verla como una esperanza de vida inmediata. Al salir de USA, hacia lo desconocido, dejamos de verla como lugar de vida, solo como un sitio adorado  de recuerdos vividos y de añoranzas  no vividas.

Cuando casi al final suelen los violines ir y venir yo desearía que no se fuesen, que no anunciaran su adiós

Terminada la pieza  salto al casi hoy, Carlos Varela, Habaname. Soy dichoso de haber conocido mi ciudad caminando con mi padre en esos sábados memorables. Así  rememoro lo vivido al oír  que mi ciudad abrió sus piernas y nací yo. Y pienso que la entrada a la bahía por el morro se abre, y yo estoy en ese mar junto a la costa listo para nacer, como si estuviese dentro de un  útero que me guarda, cubre  y arropa con su agua.

El morro erecto vigilante como clítoris cuidando la entrada de la bahía-vagina,

Por qué me pega esa cubanidad, yo quisiera saber. Quizás en el fondo eso es lo que sé que realmente soy. Puede que la edad influya y nos hace más sensibles, más a flor de piel al repasar la isla. Puede que sea la fruta prohibida de comer, saborear y vivir.

Veo  la Rambla, el malecón, la estación de los trenes, el Prado, las emisoras de radio en pleno trabajo de novelas y las emisoras de TV como grandes almacenes o teatros, el canal  dos, el cuatro el seis; los periódicos con sus imprentas a plena labor; la Opera y sus pastelitos; la 23 y 12 y sus sándwiches realmente cubanos y dejamos de pensar. La nostalgia me paraliza.

Pensando y pensando yo soy consciente de la isla desde que tengo diez años de  edad, desde el ataque al Palacio de Gobierno y muerte por los esbirros de José Antonio Echevarría cerca de la universidad,  por lo que solo en cuatro años tengo guardado en mis recovecos unas calles, unos sabores, unos olores, un todo que me hace ser lo que otros me recuerdan continuamente, casi a diario, que yo soy y  en ese momento día a día me doy cuenta  que evidentemente no he logrado ser un buen camaleón.


viernes, 10 de junio de 2016

Sigo a lo Machado, a lo Serrat pero sigo # 222

Hay veces que quisiera entenderme.

Por qué hay días que estoy a flor de piel, sumamente sensible. No que me irrite y mal conteste, sino llorón, no hay otro epíteto que se me ocurra. Llorón, lagrimeo de una vez.

Sé que este mes de junio me suele poner así. No quisiera, pero es así. Se ha vuelto cíclico.

Nos quedamos con recuerdos, con imágenes. Situaciones que pensé había olvidado vuelven, regresan, y se presentan frente  uno. ¿ De dónde salieron?

Hay veces que quisiera volver al pasado, quizás no cambiar resultados, pero sí corregir, corregir miradas, corregir silencios,  corregir  afirmaciones, corregir negaciones, corregir espaldas, corregir huidas, corregir y ya no se puede, es muy tarde, todo es muy tarde.

El silencio interno no existe, al menos para mí. Bullen las ideas, los recuerdos, las palabras. La música los acelera, los olores los avivan, las tardes, las noches hacen todo presente. Y uno se sonríe solo y mira a los lados por si me ven. Uno llora solo y se esconde, a nadie le gusta que lo vean llorar, uno se vuelve frágil, o luce frágil. Pero uno sí ha llorado en este mundo, con razón, sin razón, de impotencia, de que sé yo.

Los años de pronto galopan sobre uno. Te aplastan, sientes que los cascos galopando se hunden en tus espaldas, te ves en el suelo pisoteado, gimes, esperas y luego te levantas, miras a tu alrededor y te dejas caer, de rodillas y te inclinas ante no se quien, te inclinas y pides y reconoces lo poco que eres y te quedas en esa posición hasta que sientes que te dicen, levántate, y lo haces y ¿ahora qué? Nadie te responde. Sabes que ya pasó, respiras, miras hacia arriba, no dices nada, solo sabes que hay que continuar y continúas.

Si pudiéramos cambiar el pasado. Si pudiéramos darle a “delete” a algunas cosas. Si pudiéramos… pero ya es tarde. La música cambia de época y te sientes como pelota de metal de un lugar a otro como en las máquinas de juego de mi época. Ella te lleva de aquí a allá y a más allá y regresas para hundirte en el vacío, en el de la esquina derecha o el de la izquierda, qué más da, te caes.
Hoy solo faltan  días, para ese momento. Todo iba bien y de pronto el abismo.

Me preguntan cómo estás y contesto no me puedo quejar, no,  no me puedo quejar, pero en mis adentros me quejo conmigo, con todo mi yo.

No sé si me entienden. Yo sé que quisiera entenderme, yo, pero no logro hacerlo. Contradicciones. Van, vienen, se regresan y se vuelven a ir y luego su celaje.

Bueno, en definitiva, me levanto cada mañana y sigo;  hago lo que sé hacer, pensar, pero sigo. Sigo caminando, a veces no muy derecho, encorvado, pero un paso lleva al otro. Total, al final solo quedan estelas en la mar en este caminar que ya fueron dibujados por Serrat- Machado.




miércoles, 11 de noviembre de 2015

Sobre los consejeros escolares. # 221

Casi todos los educadores  buscamos contribuir a la formación de un ser humano integral, un   ser que pueda potencializarse al máximo por si mismo.

 Laboramos por su éxito personal como persona, como profesional, a nivel académico, y  como ente social  productivo, como ente social en armonía y paz con su entorno y consigo mismo.

 Dentro de la maquinaria educativa es a nosotros los consejeros escolares a quienes más se les responsabiliza del alcance de  estos logros por parte de cada uno de nuestros alumnos.

Trabajamos para que nuestros estudiantes .adquieran las actitudes,  habilidades y destrezas necesarias y sean personas de bien en su hogar, escuela y comunidad, pensando en su inserción futura a nivel laboral y social. Trabajamos con los valores, esa parte espiritual de uno, construyendo la parte humana. Prevenimos posibles problemas en el camino siempre como guías no como policías, 

Soñamos con un ambiente solidario, de empatía a la problemática de los menos afortunados a nivel local, nacional y global

Nuestro trabajo es tanto a nivel grupal e individual, de tu a tu, de compañero de viaje en la vida de ese otro ser frente a uno, nunca de conducir a los mismos, respetando su individualidad, buscando su desarrollo a una autonomía en progreso constante, por ser todos nosotros  productos no acabados.

Buscamos el que todos vivamos dentro de un marco de convivencia pacífica donde reine el respeto y la tolerancia, respeto a la diversidad. De ahí el trabajo en el manejo de conflictos y en la toma de decisiones libre e independientemente. Valorando la criticidad y la creatividad y colaborando con  la autoestima de todos los que nos rodean.

Aprendemos, nosotros los orientadores, que es precisamente en momento de crisis y dificultades donde somos más útiles, pero también es el momento en que nuestros estudiantes crecen, se desarrollan, se hacen más mujeres y hombres, más responsables. Somos enemigos de las sanciones y quizás por eso somos llamados como consejeros ante un conflicto disciplinario, pero no nos hacen partícipe de las decisiones al respecto, al igual que no nos suelen llamar a opinar sobre aspectos administrativos;  no obstante, cuando la dirección de la escuela se ausenta, nos dejan a nosotros “la papa caliente”.

Nuestra labor como orientadores coincide plenamente con la misión de AFS como organización educativa dentro de un marco de aprendizaje intercultural donde la Educación es experiencial, no se crea, no se adquiere, se basa en la propia experiencia de la persona.

A veces se nos olvida que cada hogar tiene su cultura propia y la mezcla de estudiantes de distintos hogares, zonas y regiones nos obliga a tratar de nosotros mismos de aprender a cómo lidiar cada caso, cada persona.


El mundo se achica, y las migraciones son en general nos enfrentan a situaciones no antes vista donde la necesidad de comunicarnos adecuadamente es primordial para entender y hacernos entender. 

Comprender a los otros sin caer en estereotipos adecuándonos a cada estilo de comunicación. 

Trabajando, quizás no del todo conscientes, y  edificando un ambiente de convivencia de ciudadanos globales.

sábado, 24 de octubre de 2015

Elecciones del 15 del 5 # 220

Hace mucho que no escribo para el blog. Lo único que me viene a la mente es el tema de la política. Lo enmarañado que está todo.

No tengo ahora mismo la más ligera idea de a quien darle mi voto a nivel municipal y del congreso, no hay nada claro aún, pero me gustaría votar por un congreso que pudiese  hacer un cambio significativo entre los jueces y ver si podemos luchar alguito contra la corrupción, o a favor de la claridad y honestidad en la cosa pública. Yo nunca he votado por partidos, sino por personas quienes entiendo son capaces para actuar por mí. No siempre he acertado.

Cuando camino por las calles de la ciudad pienso que me gustaría ser regidor para encargarme de un pedacito de la ciudad y ponerla como una tacita. Sin botellas plásticas regadas, sin basura acumulada, cada frente de casa o negocio responsabilidad de los que la habitan o regentan. Recoger todo todos los días. Pensar en el ornato.   ¿Con qué fondos? Con el salario que uno devengaría de una acción que antes era honorífica, y no sé cómo se cambió la idea de servir a la comunidad, por el de servirse. Yo sé que hay brigadas para todo eso que mencioné, pero parece que en papeles, pues todos los días veo lo mismo.

Parte del asunto es la falta de educación ciudadana y que las autoridades mismas, paradas en las esquinas, son los primeros en tirar al piso sus colillas, sus cáscaras de guineo y botellitas plásticas. 
 
Si cada regidor se dividiera la ciudad en una parcela de su responsabilidad, todo pudiese fluir, pues todos somos compromisarios. Pero yo no soy de partido alguno, ni voy a dedicar lo que no tengo para eso, así que es solamente un sueño, como muchos otros que uno hace despierto. Pero me entretengo cuando camino pensando en cuantos reciclables se pudiesen dar que pagarían el mismo servicio de ornato y salubridad.

A nivel presidencial, puedo decir sin rodeos, que he defendido la acción gubernamental de Danilo Medina. Que aún espero que personas dificultosas de saber adecuadamente la procedencia de su buen vivir permanezcan en las esferas de poder y no se les haya tocado. Que aun espero acciones más drásticas en lo referente a la deuda increscendo que se da en cada período o no de presupuesto de la nación. Que aún hay mucho por hacer, quizás excepto en educación con el 4% y las construcciones y más construcciones de escuelas y estancias, así como las visitas sorpresas, las autovías hacia el este y el 911;  no me he percatado de que se haya hecho “lo que nunca se ha hecho”.

Confieso que yo era un voto seguro para Danilo en el 2020, si todavía yo respiraba  para ese tiempo. Pero en el 2020, no ahora.

Se me cayó todo al  cambiar la ley, la constitución para poder ser candidato 4 años antes de tiempo, para repetir. Y ahora ya sé por seguro que NO votaré por él, perdió mi voto. Entonces qué hago, pues quizás bote mi voto. De los siete candidatos existentes al día de hoy tengo preferencias por tres. En orden serían Minou, Guillermo y Hatuey. Me dirán que ninguno llega, y es posible, pero mi voto ahora no es contra algo, sino a favor del respeto a la ley, la cual Balaguer dijo que era un pedazo de papel; a favor de ese librito que Maduro no se cansa de enseñar en su país, la Constitución; en este caso la  del 2010. Puede que aún me queden los bríos constitucionalistas del 65, cosas…


Si los mencionados se unen entre sí, podrían hacer un buen nicho de poder político. De los otros tres candidatos, uno ni sé quién es, y los otros dos necesitan juventud a su lado, bríos nuevos.  Pero el 15 del 5 me veré peleando con una boleta que traiga un ayuntamiento humano, un congreso limpiando la justicia y compactando territorios, y un ejecutivo que cumpla lo que dijo. 

domingo, 28 de junio de 2015

¿Los dominicanos seremos así? #219

 Para mí, uno de los grandes problemas que tenemos como pueblo dominicano es nuestra identidad, el reconocernos como pueblo distinto y único; de ahí que trate de pensar sobre el tema  bajo ciertas características distintas a las que hasta ahora he utilizado en otros escritos.

Al pensar en nosotros como pueblo,  debo decir que  en la gran mayoría de su gente somos como describo más abajo, no digo que todos somos así, porque siempre hay excepciones en toda regla y además, somos una mezcla única. Estos serían los puntos que entiendo relevantes desde mi punto de vista:

Etnocentristas, centrados en nuestra propia etnia,  más aun por el hecho de ser  isleños;  somos de comprensión superficial sobre otras culturas distintas a la nuestra,  aunque estén al lado de uno en la misma isla.
El turismo por tanto lo vemos como un beneficio económico personal, no como un proceso cultural de entendimiento y compenetración. Nos acercamos al turista previendo una dádiva, una visa o una forma de salir de nuestras propias circunstancias. Eso no elimina nuestra tendencia a ser acogedores, buenos anfitriones y un poco serviles.
Nos es difícil reconocer como bueno y positivo otros gustos en la comida y reconocer otras formas que nos ayudarían a crecer y evolucionar.

Somos de hecho multiculturales, pero no lo aceptamos y lo entendemos de ese modo; tratamos de disfrazar algunas herencias que pudiesen alejarnos del mundo europeo, este último es el que solemos preferir y es un orgullo el tener un segundo pasaporte, siempre que este sea de España, Francia o Italia y su “blanquitud”;  o de USA donde muchos fueron a nacer y regresar de una vez para tener derecho a ser- tener esa ciudadanía. Remanentes culturales de los 30 años de dictadura donde no se aceptaba el negro detrás de la oreja y nos blanqueábamos la cara con cremas y/ o polvos y talcos. Dejamos de ser mulatos más o menos obscuros o claros para pasar a ser indios de infinita capacidad de clasificación según fuese nuestra tonalidad, el tipo de pelo,  nariz y labios.

Tendemos al uso de estereotipos más que a generalizaciones de forma tal  que todo ser  de ojos alargados es  chino;  los rubios con piel “lechoza de leche” sin color , son gringos;   todo el que sea del mundo árabe es turco;  los cubanos que hablan gritando,  bailan de todo y bien;  los mejicanos siempre están llorando sus cuitas;  y así seguimos con cada uno de los países y regiones incluyendo los nuestros como los de Baní los cuales suelen ser duros de codo, los del Cibao esplendidos, los del sur tímidos al dar, los del este viven la buena vida.

De Alta distancia del poder, esto significa que los que son líderes hasta de un colmado están en su esquina y no se mezclan con el resto del mundo y todo el que está cerca sentado a ese ser que es líder en el momento, está en el círculo de poder y por tanto es usado para llegar al líder real y sabe que por estar ahí ya es visto como partícipe del poder mismo.
Contra más lejos estés del círculo de poder, peor estas dentro de la sociedad. Todo el mundo usa al “amigo del amigo” o “enllave” para abrir puertas. Usamos la tarjetica de algún militar, o sacamos a relucir nuestro apellido y parentesco con algún funcionario. “Usted no sabe con quién se está metiendo!, ni quien soy!”
Al jefe no le gusta juntarse con todo el mundo, pone barreras, estamentos. El jefe de algo no tiene que rendir cuentas a nadie, no tiene que decir por qué hace x o y, incluyendo en el hogar a la esposa. El jefe es jefe y punto.
Los gendarmes a su alrededor no son más que formas de hacer ver su poder, su capacidad de mando de hacer lo que desee.

Colectivistas, no somos individualistas en nuestra mayoría. Solemos pensar en nosotros y nuestra familia, nuestra comunidad, pero no solo en nosotros. Lo que hacemos lo hacemos colectivamente,  y ya otros se hacen parte del proceso o de festejar solamente en el final. Predomina el nosotros más que el yo. Nos es más importante quedar bien con los que nos rodean, que el tiempo que se pueda “perder” en ese quedar bien con los demás.

Machistas con niveles altos de violencia hacia la mujer según sea la educación de los hombres  mismos, pero con alto valor a la mujer como figura maternal. Normalmente la madre es el centro real del hogar, más aun en cuanto educación y crianza de los hijos se refiere. Las mujeres siguen teniendo preferencia al entrar o salir de un lugar, a sentarse en el metro y no ir de pie. A ser invitada con gastos pagos. La modernidad va cambiando algunas costumbres, pero perduran algunos detalles. En el fondo somos más femeninos que masculinos en nuestras visiones y acercamientos a la realidad, en nuestra emotividad y solidaridad.

De orientación a corto plazo en los jóvenes en contraposición a los adultos mayores que no tienden a serlo. Vivimos el hoy, nos preocupamos por el hoy y para que ahorrar si eso conlleva pagar impuestos de lo que tú ahorras, para que hacerlo, mejor es comprar algo y luego veremos. No voy a alimentar al gobierno con mi ahorro para que luego lo derroche. Es posible que lo compre fiado,  lo pague o no, pero mientras, lo disfruto.
Compro una vivienda no para vivirla siempre, hasta la eternidad,  sino como inversión. El vehículo debe ser vendible antes de comprarlo, para cuando desee cambiarlo o tenga que salir de él.
Nuestros mayores eran los de ahorrar para un envejecer mejor, en su casa propia y con unos chelitos*, lo  mínimo que no haga a uno sufrir en el envejecer.

Tendencia al presente, centrados en el presente.

Existe una ambivalencia entre los urbanos  que suelen ser más extrovertidos y confiados, que  los rurales y suburbanos quienes son más introvertidos y desconfiados. Traen su visión del mundo a la ciudad al ellos migrar; pero el urbano tiende a ser más aislado del vecino, mientras  el rural crea toda una gran vecindad a su alrededor no importa que sea un edificio de apartamentos.
El urbano es de pocos hijos, y de una familia extendida corta; el rural es todo lo contrario donde existen los hijos de solo la madre, de solo el padre y de ambos. Es normal decir que fulano es hermano de madre, pero mengano es hermano de padre y el primero es más hermano que el segundo por ser el de la madre, punto de unión familiar.

Comunicación de alto  contexto en el momento;  antes de darse la relación o después del primer contacto se tiende a hacer uso de los medios sociales de comunicación, a relacionar familias y personas como una forma de complementar la visión e información que tengamos de una persona.
Se utilizan las anécdotas, las historietas personales vividas como una forma de darle carácter a lo dicho, a lo planteado. Se adorna con gestos, el sube y baja de la voz, entonación, golpes a la mesa y cuanta forma exista de comunicar una idea.
Uso de elementos no verbales, gestos, sonidos en la comunicación habitual. Uso de atributos de los animales al momento de describir a una persona.

En nuestra mayoría somos policrónicos, manejamos varios asuntos a un mismo tiempo, estamos aquí y logramos dominar nuestro medio ambiente de un reojo. Realizamos nuestro trabajo y llevamos la vida de todo lo que nos rodea. La radio hablando es parte de nuestra conversación, nuestro trabajo, nuestro andar. Los jóvenes cambian la conversación radial por música continua que los acompañe.

Somos en nuestra mayoría grandes invasores del espacio personal del otro en el momento de conversar, sentarnos, relacionarnos. Si no nos acercamos no estamos en nada.

Esa es una descripción somera de nosotros mismos, pero ¿qué opinas al respecto?  Siempre es bueno oír otras voces y autoanalizarnos para poder conocernos, y aceptarnos.

Desde que ando en AFS INTERCULTURA mi vocabulario se va modificando y mi visión de algunas cosas también, nada es estático, todo evoluciona, y yo también.

*, nombre popular a los centavos, que ya no circulan, referente al  dinero dominicano, 100 cheles = un peso.