Esos detalles a ella no se les olvidaban. Los recordaba, los rumiaba y te los contaba, los volvía a explicar con detalles femeninos de esos en que me entra un cosquilleo, unos deseos de que terminen pronto porque yo soy de Marte y ella muy, pero muy de Venus.
Así como los recordaba, los echaba de menos cuando dejaban de suceder; esperaba que se repitiesen y no sucedía, o a alguien se le olvidaba. Lo archivaba en su memoria de elefante capaz de reproducir palabra por palabra lo hablado y por quien, la circunstancia, el ambiente, la hora, el clima, la vestimenta de cada quien, donde estaban sentados y como estaban sentados.
Archivaba lo bueno, lo no tan bueno y lo que hacía daño a su paz interior al guardar. Revivía momentos con sonrisa, risa, lágrimas o suspiros. Las revivía. A solas la mayor parte de las veces, en su hábitat diario con Toby o con Tom a su lado. Se preguntaba muchas veces el por qué de tantas cosas de su vida de infancia y adolescencia. Revivía su sentarse en el solar baldío a leer, o ir tras las mariposas que siempre amó. Lloraba cada vez que recordaba la incomprensión de sus padres y como trato de que su hermana no sufriese lo que ella sufrió por ser la primera; hasta un día que dejó de llorar cuando su mamá le dijo: “Italia, es que yo pensé que lo hacía bien, así me criaron. No me daba cuenta de que te estaba haciendo daño.” Ese día comprendió y dejó de llorar, perdonó.
El ella oír que la llamaban por el teléfono y oía: ¡ITALIANA! Una sonrisa surcaba su boca, Ricardo, su amigo la llamaba a hablar “caballeases” como ella decía, pero le agradecía que la llamase, y se recordara de ella y le diese parte de su tiempo. Así como los detalles de brindarse a ayudarla sin que le pidieran para cualquier evento, reunión, lo que fuese que él se enterase.
No olvidó y valoró tanto esas flores, esa tarjetica que ella recibió en la habitación de la Clínica UCE una de las tantas veces que le tocó estar en ese proceso. Yo no estaba, ella me contó. Iba en su silla de ruedas manejada por alguno de los ayudantes de enfermeros cuando Vianela la vio, se preocupó y se hizo presente. Cabe destacar que nosotros no solíamos decir todas las veces que estuvimos en clínicas, preferíamos llevar la cruz en silencio, era parte de lo que ella era. Nadie debe saber lo que tú sufres, ni sus padres, sólo su hermana Farah. Fueron tantas las llamadas a Santiago desde una cama en clínica como si estuviésemos en la casa para que no se preocupasen de más.
¡Bye, Ma! Un beso dado y se iba. Si no se despedía de mí, le recordaba: ¿Y tu papá? Cuando los besos y despedidas se empezaron a ausentar, ella lo llamaba por teléfono, de cuarto a cuarto,” ¿no vas a venir a despedirte?”. Cuando estaba Jorge Armando fuera del país necesitaba de esa despedida.
Italia Josefina oía y se conectaba con Lucia. Valoraba su capacidad de trabajo, creatividad y cuido de su madre. La claridad en las cuentas de las reuniones de los miércoles y sus llamadas periódicas. Esos detalles, llamadas cortas para dar seguimiento.
“Voy para allá a tomarme un café.” Y esperaba a Nora a media mañana. Un café, un cigarrillo y se iba al trabajo. Ella valoraba ese detalle de pararse, chismear un rato y adiós.
Leonel no importa la hora que fuese le daba su toque, se presentía algo, si oyó algo, si hace tiempo no sabía de ella, si iba a darse un evento y ella tenía que lucir como ella se merecía. Le abría a la moda, la rejuvenecía, se encargaba desde el cabello, el maquillaje y decía cómo y con quien, no era así, ¡no! Ella tenía que robarse la fiesta y ella hacía lo que él decía al pie de la letra. Leonel dijo, palabra de Dios.
Siempre quiso a Ricardin, lo comparaba con otros de mis “amigos” porque él la recibió, la aceptó, y la trataba junto a Xiroibma como a una reina, ella decía. Mayito Dávalos era otro de sus preferidos, fuimos a Cuba con él y Rosalina en parte porque era con ellos; los 8 de diciembre ya ella sabía que íbamos a casa de los Dávalos al cumpleaños de Mayito. Luego se empató por teléfono con su hijo y casi vecino; ahí si fue que hablaba maravillas de los Dávalos Perdomo.
El detalle de que Ivelisse la hiciese parte de su familia para prácticamente todo, navidad, cumpleaños; así como Mayra y José Ovalle a la suya, le hacía sentirse complacida, querida. Luego se uniría Expedi y Ana María al grupo. Ese era su grupo. Necesitaba comunicarse con ellos y saber de ellos, elogiaba cualquier detalle y luego lo sazonaba.
Esa foto con Juan Luis en el Típico en una escapada a desayunar con las “muchachas” y como el “hermano” consiguió su firma. Sus cumpleaños y las llamadas, tenía pendiente quienes se acordaban, quienes ella sentía que la querían de verdad.
El detalle de Ariel, el primo, quien llevo a Tom buscando llenar el “nido vacío” de algún modo.
No me es fácil en pocas líneas resumir la vida detallista de Italia. Llamar a sus padres todos los días a horas distintas para que no se acostumbrasen. Mandar un presente sencillo, pero bien presentado, porque al igual que la comida debe recibirse con belleza. Prender una vela a la visita porque era señal de bienvenidos a su hogar. La iluminación, los olores a naturaleza para sentirse bien, como en su propia casa desde que uno pasa por la puerta; el verdor de la vegetación, el mantel, la vajilla, los cubiertos, todo para que el que llega sepa que es bien recibido y querido. Detalles que ella decía haber aprendido de Dona Ana Antonia, madre de Ana Margarita; y de Cheita, su madre postiza, la madre de Amelia, su hermana también postiza.
Un detalle, un beso, un abrazo, una sonrisa ,una mirada, una simple flor, un chocolate, unas galleticas, unos caramelos, unos chiclets, unos bombones, unos pastelitos, unos mantecaditos, unas caitevillas, unos quipes, un helado de Baskin- Robinns o de Haagen Dazs, una orquídea, una violeta, un CD nuevo, un lipstick, un DVD musical, una mata de vieja, una notita simple, un te quiero, te extraño, te amo, detalles…esa era Italia, de detalles: ella vivía de esos detalles. Le era más importante la notita que el regalo en si.
Nota: “Encontré “todas las notas, notitas, carticas, tarjetas, tarjeticas, papelitos perfectamente guardados en su gaveta de noche, ella guardaba esos recuerdos, esos detalles.
Hace un año, 16 de junio 2011
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