sábado, 4 de junio de 2011

Nomias, tercera parte

Socionomía


Durante la adolescencia y ya hoy día en la pubertad, el grupo, la pandilla, el núcleo, los amigos son más importantes que la familia, y la autoridad que ella representa.

 Quedar bien con los amigos, ser aceptados por el medio donde vivimos de 7 30 a.m. a 2 30 p.m. de lunes a viernes y posiblemente el resto del día y el fin de semana con parte de los que están conmigo en ese medio, eso es lo único que importa, lo único que queremos, y si tenemos que ponernos en contra de padre y madre, abuelo y abuela, lo hacemos.

En este período lo importante es ser aceptado por los otros, mi grupo.  Se da el caso que los que se sienten inaceptados forman su propio grupo, de  Nerds, o como deseen llamarlos.  Parte del bulismo que  se da en muchas escuelas, es parte de este periodo, no te aceptamos. Parte de los asesinatos en masa en las escuelas fuera de nuestro país por estudiantes hacia sus mismos compañeros o profesores, es parte de este proceso. Me sentí rechazado, me sentí odiado, me sentí marginado y respondo de esta forma para que se recuerden de mí para siempre.  Sentir.

Parte de la lucha entre “pandillas” a la puerta de escuelas  y a veces dentro de las mismas con armas blancas es parte de este proceso.  En grupo hacemos cosas que solos no haríamos, no nos atreveríamos. En grupo nos lanzamos a actuar por presión, para evitar el ser marginados o insultados de gallinas.

Nos molesta el “qué dirán los otros”, la aceptación social.  Ya adultos nos preocupa lo que los vecinos digan y puedan oír o descubrir de nuestras interioridades familiares y estamos pendientes  de quedar bien, de que no hablen mal de mí.

El partido, la iglesia, el club, se convierten en el todo. Todo gira alrededor de ese grupo humano que yo escogí,  al que pertenezco.  Me visto como ellos, actuó  y hablo como ellos, oigo la misma emisora y programas, dejo de ver una película porque el grupo así determinó. Asisto a actividades porque  el jefe del grupo convocó.  Necesito que me vean participando para que sigan contando con mi presencia.

Antes la Iglesia Católica Romana usaba la excomunión, ¿que realmente significa esto?   Decir públicamente que X persona está impedida de participar de la comunión, del Cuerpo de Cristo y por tanto  queda fuera de la Iglesia, no debe asistir a la misa o cualquier actividad de su parroquia y como antes una parroquia era mi pueblo, mis amigos, mi familia, mi todo social inmediato me condenaban a vivir en soledad, sin contacto. Como a los judíos con  su cruz amarilla en el pecho durante la segunda guerra mundial.

Pero no todo es negativo en esta época. Yo me preocupo por los que me rodean, los apoyo, los asisto, convivo, padezco y me alegro, hay una empatía total. Soy parte del todo y trato de participar en la vida de mi comunidad inmediata o extendida.  Es el momento de sentirme pate de mi país, de mi ciudad, de mi región. Es el momento de aquilatar la cultura y las costumbres de los que me rodean; aceptarlas, quererlas, hacerlas mía.

Las normas que vienen de la sociedad las acepto, las discuto, propongo cambiar, busco la forma de cambiar. Ahí nace la magia de las redes sociales citando a solicitar un cambio, a protestar, a hacer ver que necesitamos ser oídos y tomados en cuenta.

Las reuniones multitudinarias del movimiento 15 M en  la Puerta del Sol en Madrid y en otras partes de España, o por el 4% en La Lira en Santo Domingo, o las de Túnez y el efecto domino en el  mundo árabe,  además de Grecia, Islandia, Portugal entre otras; todas ellas acudiendo a una  cita realizada por medio de las   redes sociales y con éxito de convocatoria es parte de este proceso SOCIONOMICO. Bajo el lema de INDIGNAOS y  NO A LA VIOLENCIA paso a ser parte de un todo, vibro con el todo, me visto del color previsto en la convocatoria. De pronto para nosotros  el amarillo es más importante y significativo que el morado o el blanco carentes de nuevas ideas, poseedores  de una incapacidad galopante  de entender lo que  desea y anhela  hoy por hoy una comunidad extremadamente comunicada y entrelazada   gracias a  los celulares y las distintas redes sociales. Los periódicos digitales e informarles  dan el tono, somos parte de ese todo y nos sentimos parte de ese todo aglutinante, desafiante, distinto, ensordecedor.

En esta maravillosa etapa de nuestras vidas somos capaces de caminar por el agua, caminar por la salud de personas con cáncer, de participar en rallyes o maratones por una buena causa. Somos capaces de dar horas de nuestras vidas sin intención o fin de lucro alguno a organizaciones, comités, asociaciones o juntas que buscan un fin positivo para una comunidad que a veces ni es la nuestra como es el caso de terremotos e inundaciones en países vecinos como Chile o lejanos como Japón.

Esta hermosa etapa de comunidad, de solidaridad, de entrega, de empatía no basta, aun nos queda una posible escalada hacia la autonomía: la autoridad de la sociedad aceptada tanto en cuanto no vaya contra mis principios, mi pensar, mi conciencia. Vivo no para el que dirán, eso no es lo importante, sino vivir y actuar  según mi conciencia respetando a los que me rodean de igual forma que solicito que me respeten por igual.

En una cuarta la última entrega de esta serie.

20 de mayo 2011


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