miércoles, 8 de noviembre de 2017

Flashback #233

Cuando llegan a tu mente imágenes de un pasado remoto, sin estar uno pensando en algo ni cercano, me  detiene a analizar qué más hay detrás de ese pensamiento archivado y recóndito.

Hoy,  de pronto,  me vino la imagen del día de mi graduación de high school en Belén, Miami. Tengo recuerdos físicos de ese día, pues en el periódico Las Américas publicaron precisamente una foto mía recogiendo el título de manos del obispo. Si no fuese por eso no habría recuerdo alguno, ni en mi mente, pensaba yo.

Ese día fui solo a la graduación, mi familia toda estaba en Chicago. Cuando terminó,  todos fueron a sus casas, pero yo solo fui a quitarme la ropa y  salí  a caminar. Nadie pensó que yo no tenía donde festejar al mediodía, y así fue, no tenía. Caminé hasta cansarme y regresé.

Puede que la relación viene porque Luis, amigo de adolescencia después de 55 años se comunica conmigo, y chateamos. Lo propio me sucedió con Herminio Dominguez en Santiago hace poco. Puede que porque Ricardín me escribe amplio en el día de hoy  por igual. Puede porque terminé de leer el libro Friday donde se plantea todo un libro sobre la soledad de Robinson Crusoe en sus 28 años en la isla Esperanza. Puede porque estoy solo sin hacer nada y estoy cansado de hacer lo que siempre hago, no estoy aburrido, sino cansado de hacer lo mismo.

Interesante cómo una amistad iniciada desde los 3 o 4 años de edad, desaparezca por 55 años de contacto y regrese como si fuese ayer, que es el caso de Luis. Por otro lado la de amistad con Ricardo,  y  desde hace 56 años se siga manteniendo y respetando, donde los que me rodean saben que si ando con él, ando con él y no hay que preguntar o estar detrás, se paran las aguas.

Esto de la relación escogida, y no por lazo  familiar es un misterio, puede que sea más profunda que una misma relación familiar dada, sin DNA solamente en su proceso.

Esa graduación casi la tenía borrada de mi resquicio gris, cómo fui, cómo llegué, Sé que era en la iglesia del Gesú, ¿Habré ido en bus? Sé que fue antes del medio día. No recuerdo a mi tía Georgina ni a mi primo presentes. Sé que en la noche hicimos algo en el apartamento, pues recuerdo haber avisado a los vecinos que si oían bulla fueron comprensivos porque era mi  graduación. Recuerdo cierta sensación de desasosiego al terminar la ceremonia, ¿y ahora qué?

Pienso que  realmente empecé a comparar, sin darme cuenta, la isla Esperanza con mi cueva. La belleza de la soledad y tu necesidad de integrarte a la naturaleza viva. La normatización de la cueva para ti mismo, tú ere el único viviendo en ella, pero hay normas y las cumples. De manera sutil logras que los demás las cumplan.

Empiezo a analizar que incluso ante la posibilidad de regresar a la civilización y estar con otros, o estar en Esperanza, la isla, aislado, yo, haría lo mismo que Robinson, regreso a la isla, valoro más mi cueva, mi estar conmigo mismo. En el fondo, he encarnado  por días, horas el personaje, R. Crusoe Ruiz. Y de paso, brota en mí pensar, precisamente mi último acto comunitario, en sociedad,  en La Florida, la graduación de secundaria.


6 de noviembre 2017                                                                              

No hay comentarios:

Publicar un comentario