jueves, 13 de junio de 2013

Reírme?...Yo?

Cuando me río los demás se extrañan  de que me haya reído, pienso que soy de los de cara dura.En cambio  si me conocen personalmente o sea, íntimamente, no socialmente,  se dan cuenta de una vez de que tengo la mirada no tan dura, no puedo decir que tierna, pero no tan dura;  la mano caliente, me sonrío a cada rato  por cualquier detalle,  ya sea una flor, una ocurrencia, un ave volando cerca de mí,  y me sonrojo con mucha facilidad, me pongo rojo como un tomate maduro a punto de abrirse.

El reír no me  es muy fácil.  Pero algo inesperado, fuera de lo normal me suele hacer que mi garganta reciba  aire a todo dar, porque cuando me río me río a carcajadas, a veces hasta se me va el aire y tengo que pararme y caminar;  aun las esfínteres no se han dislocado, así que no, no me humedezco.

Un chiste norteamericano me suele hacer sonreír, lo mismo me pasaba con algún humorista del pasado, me sonreía y dejaba de hacerlo cuando él se reía con la lengua afuera, pues ya el encanto del chiste se me iba y mi mayor sorpresa era ver que entonces,  precisamente cundo yo dejaba de hacerlo,  los demás comenzaban a reír.

En este fin de semana van a ser  tres años  que  no veo canal criollo alguno, excepto cuando hay una noticia importante o un discurso, cosas así, pero programas?, ninguno, por lo que estoy desfasado en cuanto a las nuevas caras del humor.

Hay personajes dizque chistosos, que me molestan,  tales como el  que denigra a una maestra o a un profesor, el que hace abuso y burla de los no heterosexuales, o de los incapacitados, o de los fuera de serie.  Hay comediantes que usan la burla a otros artistas  y yo los rechazo, no me gusta que se burlen de otros para tratar de hacer reír. Una cosa es imitar y otra es burlarse. La risa debe salir de adentro, por algo inteligentemente expresado, un trabalenguas como los que usaba Cantiflas, por ejemplo, aunque Cantiflas últimamente me hacia llorar,  como en la película el Embajador. Eso mismo me pasó con “boca de piano” en su película en la playa, lloré  o lagrimeé, no me reí.

El humor  inglés y el alemán, me hacen reír. Qué cosa tan rara! , el humor negro es el que me gusta. Tin Tan no me hacía ni mover un labio, ni un diente. Mr. Bean me encanta. Chespirito con sus ocurrencias por igual.  De los humorista criollos Cuquín es el que hace que mi boca se abra y pierda el control y llore de la risa, aunque no siempre.

Álvarez  Guedes, y La Suprema  Corte de mi juventud, esos aun me sacan,  aunque los oiga y los oiga, y los vuelva a oír;  me sacan.

Me gustaría reírme más, pero ni modo. Incluso he asistido a shows de supuesta pura risa y nada. El chiste  en que uno se ríe tres horas después cuando lo logra digerir y entender, ese es el que me gusta. 

A veces Tom me hace sonreír con su cariñadas ocurrentes.

Cuando los otros ven una foto mía riéndome piensan que estoy feliz, y yo más bien diría que estoy relajado y la paso bien. Los momentos  felices nunca me han hecho reír, pero sí sonreír para mis adentros y lo disfruto en mis muy adentros, como con un deseo de guardar para poder recordar ese instante que sé que no durará mucho, lo guardo;  luego lo recreo y me vuelvo a sonreír, quizás con igual intensidad y deleite. Soy un gran rumiador.

Sé que se ha publicado mucho sobre el efecto positivo de uno reírse para la salud mental y física, entiendo por tanto lo bueno de hacerlo, más no es algo fácil para mí, Puede ser efecto de la  crianza, pero mi hermana se ríe por todo y con ganas. No debe ser genético. Puede que sea por  la historia que me tocó vivir, pero otros la han vivido por igual y cantan, bailan, se ríen, hablan duro y yo no hago nada de eso, soy más de estilo monjil.

Un monje rumiador.

Por supuesto, soy pésimo contando chistes, aunque en confianza, soy burlón. Digo en confianza, porque yo soy tímido. Dichoso aquel o aquella a quien yo "relajo", pues indica de  mi parte, un mayor acercamiento o distinción afectiva.

Bueno,  seguiré tratando, todo es posible en la viña de aquel señor..


lunes, 3 de junio de 2013

No nos hace menos.


Cuando asomamos la cabeza por primera vez o nos hacen asomar la cabeza entre dos manos que nos halan hacia el mundo exterior fuera de nuestra madre con su calor y seguridad , solemos llorar. El aire entra en nuestros pulmones  como un huracán y por primera vez;  el dolor de recibir el aire y expandirse los pulmones es tan lacerante que  nos hace llorar. Es un  aviso de que lo que viene de ahí en adelante,  no es bueno,  el estar por aquí, digan lo que digan,  hay que llorar.

Luego si estamos mojados, sucios, con frio, con fiebre, con hambre  no sabemos otro modo  de pedir ayuda que el llorar y lloramos, gritamos. Normalmente vienen en nuestra ayuda, revisan y buscan solución, si hay que esperar por alguna razón nos cargan, nos hacen que dejemos de llorar, con susurros, cantos, abrazos, y puede que hasta nos acuesten sobre el pecho del padre o de a madre para que dejemos de estar intranquilos y de repente, nos dormimos. Todos felices.

Hay veces que aprendemos con el tiempo a llorar para conseguir lo que queremos o rechazar lo que no queremos como el comer lo que no nos gusta o en el momento que no nos interesa. Y ya ahí la respuesta de los que nos rodean nos es de tanto amor y dulzura, sino de amenaza, de hacernos callar como sea. Ya somos más grandes en edad y se permite menos el llorar, se toma como una falta de “carácter” , como una forma de chantaje, de  comprarnos y los adultos no quieren ser comprados  y mucho menos ser chantajeados  y de esa manera, pero adoran ser “comprados” con un cariño, un abrazo de repente, un beso sin razón. Ese chantaje sí.

Lentamente dejamos de llorar, qué pena!

Llorar es bueno, nos desahoga, nos limpia los ojos, nos hace más humanos, más sensibles, más en empatía con la realidad. El dejar de hacerlo, nos endurece, nos amuralla, nos aparata del mundo.

¿Por qué no enseñamos a llorar? ¿Por qué no enseñamos que no nos quita nada el llorar, no nos hace menos, ni  nos feminiza a nosotros  los varones?

Si supiéramos llorar, los dolores se limpiaran, rodarían por nuestras mejillas. Nuestras penas se irían, se agilizarían, se remontarían al olvido, los hemos borrado con nuestra propia agua salada.

Nos han enseñado a no llorar, a tragarnos las penas, a romper la puerta, la pared, pero no a llorar. Nos han enseñado a romper los vasos, la vajilla, el carro contra un poste, pero no a llorar. Nos han enseñado a no dejar ver los ojos aguados, o rojos, o a gemir en medio del hablar y tener que respirar hondo  para no volver a ser aquel que sacó por primera vez la cabeza al mundo inseguro.

Debemos empezar  a enseñar a llorar. Eso nos alivia, nos hace más humanos.

Es bien, como dicen en el campo,  el que salga su lágrima en una película, en una canción, en un recuerdo, pero no solo ella, sino él y ella., eso no nos hace menos, quizás nos haga más.


        

miércoles, 29 de mayo de 2013

Se fue.

Se fue  mi tía monja, se fue la tía monja de los Estrella Sahdalá, se fue Sor Paulina, y Gisela de nombre de bautizo.

En  el blog, el 13 de diciembre del 2010, escribía sobre mis familias y  mencioné a la familia de Don Manuel Sahdalá y luego a la familia Estrella Sahdalá donde manifestaba mi unión afectiva con las dos familias mencionadas.

Pienso que no debo dejar que Sor Paulina se vaya sin al menos decir algo de su persona y de su presencia en mi vida, es decir,  lo que  tengo a flor de boca,  a flor de corazón.

Sor Paulina era una revolucionaria total, orgullosa de ser dominicana entre tantas españolas, orgullosa de ser de Santiago, orgullosa de su familia, de sus hermanos, alguno mártir, alguno manteniendo la imagen de orden y disciplina después de haber sido humillado, alguna ejemplo de ser maestra intachable y ejemplo de vida,  y orgullosa de cada uno y cada una haciendo su labor día a día dentro de un marco de honestidad, pulcritud, sensibilidad social.

Revolucionaria como líder de las Mercedarias en el territorio, desde modificar el atuendo que usaban a más corta, menos tela y que se viese un poco  el cabello;  hasta el buscar siempre el contacto con la sociedad, con los más  necesitados a nivel escolar o de salud,  no importa el nivel económico de la población con quien les tocaba trabajar al momento.

Gracias a ella entré en el Sagrado Corazón a dar inglés, fue la puerta de entrada que encontró, y luego Economía, y lo más importante para ella: la orientación en horas de la tarde a las alumnas que así lo desearan, voluntariamente. Me dejó que se hiciese un periódico bastante liberal de parte de las jóvenes de bachillerato, el trabajar en la Asociación de Estudiantes y su participación en la vida del colegio,  una exposición  de aspecto de crítica  social, el poner música en el recreo con canciones con algún mensaje, y lo más importante para mí, confió plenamente  en mi persona, en mi vocación educadora.

Ella me conoció por medio de Tía Julie, Tía Nancy, Tía Yolanda quienes vivían en aquel entonces en la avenida Estrella Sahdalá  donde  yo era asiduo visitante y por medio de Mabel,  la sobrina,  hija de Don Guaro, mi amiga. Ya le había dado clases en La Salle  a Eduardo, hermano de Mabel. Luego estando en el Sagrado completé la familia con  Julie hija de Oscar y de Rosa Margarita la más pequeña hermana de Mabel y Eduardo. En la misma Salle luego  a Salvador y Danilo Antonio. Pienso que a todos los que eran escolares viviendo en la ciudad en aquel entonces fui su profesor. Los de Cesar y Salvador  estaban en la capital.

Sor Paulina estaba pendiente de mi café cuando iba, y hasta la merienda en la tarde, no que ella lo hiciese, sino que ya había dado la orden.. Aun tengo un cenicero de piedra-mármol que ella me regaló, sabía que fumaba mucho en aquel entonces, aunque nunca  dentro del colegio.

Me dejó ser creativo en las clases, ser diferente e incluso organizar los cursos de otra forma. No llegue a dar la asignaturas  filosofía y psicología,  pues estas quedaban en manos de un sacerdote que a su vez era como el capellán de ellas.

No obstante, y esto lo repito y lo he repetido muchas veces, por el orgullo que aun me da,  ella me invitó a que en una semana santa, en ocasión de  reunirse todas las monjas mercedarias del país en el Sagrado,  yo les diese un retiro espiritual basado en el Vaticano II y así lo hicimos.

Ella me acompañaba a una especie de dinámica de grupos o  retiros que hacíamos con las jóvenes en una casa prestada en Jarabacoa,  buscando reflexión, conocimiento personal  e integración como grupo. En La Salle hacia lo mismo con el Hno.  Pedro  Fernández.. Esto me ayudó  darle el mismo material, aplicado de forma distinta a novios y novias por separado,  y hoy varios son  esposos y esposas. Esa situación sin igual,  difícil que se repita, valga la redundancia.

Por medio de ella fui a la ciudad de Montecristi algunos fines de semana al colegio de las Mercedarias en esa ciudad.  Casi me hago mercedario en ese tiempo Estamos hablando de los años 72 al 77 más o menos.
Cuando Sor Paulina salió del colegio, fue traslada, yo volví a la Salle a tiempo completo, dejé de cruzar la calle a cada rato.

Ella y yo hablábamos mucho, siempre inquieta que pudiese lucir nerviosa, pero escuchaba atentamente y no se le iba ni un detalle, más aun, no se le olvidaba. Rara vez la vi triste o apesadumbrada, la palabra “triste” no es la correcta con ella.

Se nos van yendo, nos vamos quedando atrás, pero no dudo que sea de las que me espere cuando yo vaya y cruce.  Se me fue mi tía monja aunque Sabrina de la Cruz me decía hoy: “se te fue tu madre monja”. Es bueno tener un buen recuerdo de alguien así y saber sin dudas, que hoy eres mejor persona, ser humano,  gracias a ella.


Mayo 28, 2013

domingo, 19 de mayo de 2013

No debí...criticar.



He buscado fotos para poder comparar. Debe ser algo que con el tiempo va desapareciendo, al menos en mi caso. Yo juraría que no eran así, algo los hizo cambiar. Para serles sinceros ya hasta acomplejado estoy. Cuando hay una foto que tomar, evito que salga, trato de que no se note y el efecto a veces es peor, luzco horrible.

 Pienso que antes era uno de mis atractivos varoniles, después de los ojos, claro, la mirada. Los ojos lentamente se han ido muriendo por culpa de los cristales que normalmente están delante de ellos para poder ver, y si me los quito no veo y los demás no saben que soy yo, a lo Clark Kent;  los lentes se han hecho parte de mi persona.  En la boda de Jorge Armando y Leticia, esta última pidió que me quitara los lentes para una foto, lo hice, ese día no era para decir que no, pero en el fondo, esa foto no soy muy yo, me faltan los lentes.

Pues sí, se han achicado, se han hecho invisibles. Yo realmente pensaba que de tanto usarlo no iba a suceder . No es un músculo, pero si se usa o se usaba a menudo, pues por que habría de disminuir?

Casi no se ven, se han perdido en el espacio, se han encogido. Para ser honesto, uno más que el otro. 

Todas las mañanas al verme al espejo es que me enfrento a esa realidad. Y no, soy yo el que me había hecho una idea de mi mismo que no era real, acabo de ver una foto mía  de ya un tiempecillo y no hay cambio, yo me he estado engañando a mi mismo todo este tiempo.

No tengo labios. Nunca pensé en que fueran como Angelie, pero al menos como Brad. No, son escasos y lentamente se convierten en una simple línea  que divide un lado del otro.

Eso debe ser porque cuando era niño critiqué a una profesora de español que se pintaba  el labio bien colorado o rojo parta que se le viera,  porque no tenía labios, solo una rayita;  y ahí está, ahora soy yo el que no tiene, y en esta cultura no se pintan los labios los varones. En el frío me puedo poner el protector que humecta, y quizás haga su efecto, pero ya!

Sabe Dios qué otras cosas más yo dije de niño sobre alguien  y ahora también padezco del mismo problemita, me voy a revisar a ver, luego les cuento.

lunes, 13 de mayo de 2013

En 1970 escribì:



“El ateísmo práctico es un vivir diariamente como si  Dios no existiese, aunque yo pueda que piense  que sí  existe. ¿A qué se debe esta dualidad?  Por un lado, el sistema capitalista, en el cual nos educamos, nos induce a actuar de un modo. Nos acostumbramos a consumir, vivir al día, a no tener tiempo para pensar, a no tener tiempo para ser yo,  El sistema nos ha enajenado y esta enajenación me ha lanzado hacia el sistema práctico. “

“El pragmatismo se ha metido de una forma admirable en nuestro vivir diario. De hecho el capitalismo y el pragmatismo tienen sus puntos de unión, por ejemplo, la obsesión por la eficacia, por la utilidad, por lo inmediato, por el pluralismo relativo. Y si vivimos respirando el sistema de consumo, lo lógico es que respiremos las ideas pragmáticas de éste, además de las ideas recibidas en la educación por  aquellos que fueron a Norteamérica a educarse, o la corriente ideológica trasmitida por ese país por medio  de inclusiones de las noticias que leemos en los periódicos, no importa cómo  éste se llame…”

“?Cuáles son las características de un ateísmo práctico? Podemos enumerar: la eficacia, el rendimiento, la utilidad, de lo que nos ofrece un beneficio inmediato, un Dios ausente, valor absoluto de la acción del hombre y visión de esta acción como  lo único capaz de darnos felicidad, necesidad de la experiencia para creer en un valor, primacía del método científico.”

“”Para los secularistas, la Iglesia misma tiene un sentido de utilidad y se tiene como un bien el que haya un pluralismo de ideas, pensamientos y por consiguiente de verdades,  Se cree fuertemente en la verdad relativa, en una moral relativa. Los secularistas no niegan a Dios, ” solo no lo hacen participe en sus vidas.

“La realidad es la suma total de lo experimentado. Lo que el hombre no experimenta no puede ser real para él. …para el secularismo, lo real es lo que tiene relación directa con nosotros. …en el ateísmo práctico, hay una necesidad de experimentar para tener un objeto como un valor. Y si dios no tiene una relación experimentable, y solo es real lo experimentado, Dios no existe.”

“Entre las características esenciales estaba la de mantener que algo es verdadero por su utilidad y eficacia, por su funcionalidad, y que la verdad y la moral eran relativas. La verdad es relativa y mudable. La obra activa del hombre es válida ante un éxito, si no es falsa. Las ideas tienen un valor instrumental, eficacia instrumental.”

En el fondo, decía en esa fecha, si  un ser humano es capitalista neto, es pragmático y por tanto es utilitarista y ateo práctico. Un verdadero cristiano, quien tiene a Dios en su vida, no puede ser ateísta práctico,  ni utilitarista y  por tanto no puede ser un capitalista neto. Debe escoger, o lo uno o lo otro.

Ser cristiano militante  conlleva no ser capitalista. Ser capitalista conlleva no poder ser cristiano en el diario vivir.

Pienso que no  he cambiado mucho en mi forma de pensar en estos... algo más de cuarenta años. O Dios es parte de nuestra vida del día a día, o simplemente lo relegamos a un segundo o tercer plano.

Curiosamente, nuestro escudo dice:" Dios, Patria y Libertad"   Dios, la divinidad o como deseemos llamarle, siempre primero; lo demás debe ir después, va después.
            

domingo, 5 de mayo de 2013

Somos


Somos un pueblo en el “mismo trayecto del sol”:

aceitoso,  acogedor,  afable, alegre, amable,
bachatero, bailador, de buen sentido del humor, bueno,  
"canero", que canta, capaz,  cariñoso, "cherchoso", colorido, comparón,  compasivo, complejo, creativo, 
despierto, divertido, 
esperanzador, espontáneo,  espiritual,   extraordinario, 
festivo, 
guapo, 
identificado con la necesidad ajena, impulsivo en el  manejar, inagotable, increíble,  ingenioso, de intensidad pasional,  interesante , intuitivo,  
lúcido, 
pleno,  precioso, pobre, 
"rejevejido", que ríe,  rico, 
sabroso, sanador de todos, solidario, “soportador”,
tempestuoso, tolerante, trabajador, tradicionalista, tranquilo, tremendo, 
"untao", 
valioso.


Esto no lo escribí yo, lo escribimos todos los que opinaron en mi muro de cómo somos los dominicanos. Como ya dije en otra ocasión solo falta que alguien lo ponga bonito y podamos compartir.

Valorémosnos. Hay más positivo que negativo en nuestros genes.

viernes, 3 de mayo de 2013

La cicatriz


Quienes han leído mis escritos en este blog desde sus inicios, saben que la bicicleta y yo éramos uno. No existía el Jorgito sin la bicicleta, ni la bicicleta sin el Jorgito.

Hay dos escritos o más dedicados a mi bici. Volver a hablar de ella no viene a cuento ahora, pero sí de  algo que sucedió en una de mis andanzas "bicicleteras". 

"Mi" calle era un poco empinada hacia el sur, de forma tal que uno la subía y luego se dejaba rodar y  llevar por su impulso. Para nosotros era una montaña o al menos una loma, quizás ahora al volver a  ver, pues es nada, no existe. De todas formas, para nosotros estaba ahí y  eso hacíamos.

Cuando las hembras se unían, ellas en sus patines eran llevadas detrás de uno hacia la “loma” y luego  desde ahí bajaban a grandes velocidades. Varones siempre en bicicleta y las damas en patines.

Lógicamente, uno hacia piruetas, bajaba suelto de  manos, encaramados sobre el  sillín o lo que uno pensaba en ese momento que se la ”estaba comiendo” más aun si las chicas estaban presentes.

En una de esas, yo tendía a tomar el timón de la bici por las puntas  hacia arriba como una forma de yo  coger más velocidad,  bajaba  mi cuerpo, casi acostado, siempre buscando  como ya dije, más velocidad.

Pues, no sé qué paso, defecto de fábrica diríamos, pero en una, me quedé con el timón en la mano y la sorpresa fue tal, que no reaccioné, perdí el equilibrio y casi en una eternidad, en cámara lenta, según mi percepción del momento,   fui cayendo al pavimento que me esperaba con los brazos abiertos llenos de su rudos poros, y de  su infernal  calor  del medio día,  culpa  del radiante sol que suele regustarse precisamente   a esa hora  sobre  todo lo que sea de  color obscuro, máxime si es negro como el asfalto.

Detrás de mi barbilla, que fue lo primero que topó el pavimento, siguió el resto de mi cuerpo y más detrás la bicicleta sobre mí. De una vez, como un resorte,  todos los vecinos salieron a la calle, a ver qué era lo que había sucedido ante el sonido que mi aparatosa caída provocó. Los vecinos eran parte de la vida de uno. No hay barrio sin vecinos, no es como ahora que no sabemos quien vive al lado de uno. En esa época eramos como una gran familia donde todos opinan.

Perdí un pedazo de mi barbilla en el  negro piso que aun no se ha repuesto, aun existe su hendidura y su cicatriz. Salió toda la sangre del mundo y  fui llevado a la clínica para que me hicieran o pusiesen unos puntos.

El tronco donde iba el timón se partió desde su base por la presión hacia arriba que yo le hice y luego hubo que soldar , pues la pieza ya no la había. Al menos eso fue lo que nos dijeron en "Sears" que fue donde se compró esa belleza de bicicleta O J  Higgins plateada; me imagino que ya empezaban a escasear algunas cosas para esa fecha de inicios de los 60's.

Hoy temprano me  acordé de esa caída, de mi barrio y  de mi bicicleta.  Eso sucede a menudo, sobre todo cuando estoy un poco apurado.

La navaja al afeitarme cae en la herida, cicatriz, o como ustedes entiendan, para mi es un cráter cuando siento la navaja introducirse en él, el dolor, y de una vez brotar a borbotones la sangre. Mi correr nervioso  para hacer lo necesario que impida que siga saliendo  y poder ir al trabajo sin que se note mucho. Normalmente fallo, y algún alumno me recuerda que me corte afeitándome.

Yo les aseguro que he perdonado a los fabricantes de la bicicleta, he perdonado a mi bicicleta por dejarme caer, pero la cicatriz está ahí conmigo, y es la cicatriz la que no me hace olvidar lo que pasó, y revivo el hecho, y me doy cuenta de la hendidura en mi barbilla cuando la acaricio con mis yemas de los dedos.

Vean, no basta que yo haya perdonado , y hasta casi haber  olvidado ese hecho que ahora les cuento;  las cicatrices existen y de vez en cuando nos hacen recordar el por qué existen,  en este caso en mi barbilla, parte de mi rostro. Dudo que los que me conocen personalmente se hayan dado cuenta de esta marca de la niñez, pero a  la cuchilla suele gustarle su presencia y recordarme su existencia y la historia de la misma. Pensé que era asunto de la Gillette, pero cambié a Schick y siguió lo mismo. Conseguí la super con todos los aloes  y la no super sin nada,  y siguió lo mismo. No es cuestión de cuchilla, es problema de cráter.
  
Podemos perdonar, pero olvidar es más difícil, existen las cicatrices como un sello indeleble que nos obliga a  recordar cuando uno menos lo espera. Mi barbilla es testigo de lo dicho y no olviden que aun adoro mi bici.