Si
hay cosas que hecho en mi vida o he sido
parte de ellas, esta quizás es de las que no me arrepiento haber vivido y reconozco
desde el hoy hacia el ayer, que realmente marcó mi rumbo futuro; en un inicio
fue en la isla y más tarde en el exilio
al sur de La Florida.
En
la isla.
En
1960, en una fecha posterior a la explosión en la bahía de La Habana del barco
francés La Coubre, mi amigo inseparable de aquel entonces y unos dos años mayor
en edad, Luis Iglesias Alonso, quien estudiaba en el colegio Belén y hoy reside en España ejerciendo como doctor en medicina, fue quien un día sin más me cuestionó si quería ser parte del Directorio Revolucionario
Estudiantil, grupo de estudiantes en contra del giro que la revolución estaba
tomando.
Al
contestarle afirmativamente pasé a ser el delegado estudiantil en mi colegio,
The Phillip´s School en el reparto Kohly, Municipio de Marianao, provincia de La
Habana. Tenía en ese momento 13 años de edad. Y si, por supuesto, mis padres no
sabían nada de lo que yo había decidido; a veces pensamos que sabemos todo de nuestros
hijos, pero no es así.
¿Qué
hacíamos?, bueno, muy poco. Vendíamos bonos. Nucleábamos a otros como parte de
la célula. Otro compañero cuyo nombre no recuerdo que vivía en La Sierra y no era
de mi núcleo, nos habló de darnos unas
armas que nunca llegaron. Cuando se trató de hacer una huelga estudiantil en
aquellas fechas, nosotros en nuestro colegio no la apoyamos, pues entendíamos
que al ser el colegio americano iba a haber la excusa para intervenirlo y clausularlo.
Incluso hice una carta a la dirección
para que supiesen que nosotros “defenderíamos” el colegio. Ahí se ve nuestra
inmadurez e ingenuidad. Una vez, ya en
Miami, Albor Ruiz me echó en cara este
hecho, de no haber participado en la
huelga programada, nunca hasta ese momento, había pensado que el Phillip´s era monitoreado tan de cerca
por la organización. Hoy día, me doy
cuenta de que no era monitoreado por los universitarios, sino por las propias
autoridades de la isla y que éstos me dejaron tranquilo por alguna razón que en
el fondo hoy agradezco.
Justo
antes de la invasión de Bahía de Cochinos, llamaron a mi casa para que fuese a
un sitio a reunirme en la tarde, pero mi madre, quien fue la que recibió la
llamada, nunca me lo dijo, sino hasta ya
estar en el exilio. Ese día tomaron preso a los pocos que conocía de vista o de
oído incluyendo el que prometió las armas, mas no así a mi amigo Luis. Bueno,
yo era delegado, él no, quizás por eso él no supo de la llamada tampoco, en
cambio él sabia que el joven del barrio La Sierra estaba detenido en el Palacio de los
Deportes junto a muchos otros. Salieron en televisión las fílmicas de los detenidos.
La
invasión vino con su fracaso y victoria revolucionaria, el primero de mayo del
61 se declaran marxista leninistas y anuncian que todas las escuelas pasarían
al estado y por ende vino al otro día el
proceso de intervención de las escuelas. Yo fui, estuve presente en la
intervención, inocentemente pensando en ayudar a que no fuese fatal. Un día en
Miami por el “downtown” me encontré caminando con la directora del área de
español, Doña Luisa y su esposo, quienes
andaban tomados de las manos uno con el otro, ellos bastante mayores en edad;
nos saludamos, hablamos, reconocieron mi intención, me dieron un abrazo y las
gracias por el ayer. No he vuelto a saber
de ellos. Ya para el tiempo de la invasión, la toma de los colegios y mi
“chocar” con la directora y su esposo en
el centro de la ciudad, había cumplido los catorce años de edad.
Cuando
comparo los catorce de ahora con los míos, hay tanto trecho, o quizás realmente
no lo hay y es simplemente problema de
perspectiva, pero somos mundos tan distintos, vivencias tan disímiles que nos
hace reaccionar de formas muy, pero muy distintas.
En
el exilio.
Mis
padres nos sacaron de Cuba un 26 de mayo del 1961 por PanAm hacia Miami, un día
después de que llegasen a esa ciudad los curas y las monjas, todos con sus
sotanas; coincidencialmente vivíamos en hoteles uno al lado del otro en el “downtown”.
Mi hermana y yo en el hotel America, y ellos en el Everglades.
En
el exilio, mi amigo Luis que aún permanecía en Cuba para se entonces, me propuso en una carta que enviase el visitar y ver al P. Luis Ripoll sj el cual
estaba enfermo y así hice. Esa visita provocó que me diesen la posibilidad de
estudiar en Belén de Miami ese mismo año. El Padre Felipe Arrroyo sj me examinó
oralmente y me entró sin más. Así de simple entré como becado a Belén ese año académico al 10mo.grado. Esto
me llevó a conocer mas tarde a Ricardo Rubiales Ros quien también terminό su
“high school” en Belén. Ahora me hago consciente de que con mi presencia pasė a ser cofundador
del Colegio de Belén en Miami en un piso
alto de las instalaciones de la iglesia del Gesú del “downtown”. Tres años más tarde, en 1964, me graduaría dentro de esa Iglesia donde el
obispo de la ciudad nos daría la acreditación
y de paso, mi foto recibiendo el diploma
de manos del prelado, la única, fue publicada en el Miami Herald. Al siguiente año nos pasaron a la calle 8 del
SW con 10 avenidas, si no me equivoco, y
ya para entonces nos llamábamos “Jesuit Preparatory School”, aunque todos seguían
diciendo, Belén.
Yo
empecé a trabajar con la JEC, Juventud Estudiantil Católica, a nivel de ciudad,
era su presidente, en la isla ya había estado en la JAC, Juventud Acción
Católica. Pienso que eso provocó quizás,
que se fijaran en mi y no recuerdo si
Ricardín o alguien más me dijo que si quería entrar al DRE y como ya yo había
estado en el Directorio en La Habana de
manera incipiente dije que sí de una vez. El Directorio me acaparó totalmente y
pronto dejé la dirigencia de la JEC en Miami. El DRE era otra cosa.
Una
tarde Ricardín fue a mi casa de la 10 avenida del SW y me propuso ser Tesorero
de la PRE (preuniversitaria) y pasé a ser parte de la directiva, él ya era
Secretario de Organización. En ese
momento yo tenía 15 años.
Cuando
Ricardín fue a estudiar a Washington lo sustituí en su cargo, ya yo tenia 16 años cumplidos Estuve dirigiendo hasta el verano del 64 en
que me gradué de “high school” a los 17 años y vine para Manresa Loyola, en
Haina, República Dominicana.
¿Qué
hacíamos en la PRE?
Nuestro
contacto inmediato era Ernesto Fernández
Travieso. Juan Manuel Salvat, el Gordo Salvat, nos daba la vuelta a cada rato. El dirigente
máximo en ese momento lo era Luis Fernández
Rocha.
La
Casa Central estaba en Coral Way y la 3ra, nosotros los de la PRE luego tuvimos
nuestro propio local en frente a la casa detrás Tony Abella también tenía su laboratorio
fotográfico. Recuerdo fotografiando un lapicero para simularlo como un cohete
que aparecería publicado más tarde en nuestro periódico “Trinchera” como parte
de la información sobre los cohetes en Cuba, por Pinar del Río, ya que teníamos
la información, pero no así las fotos. Todo esto mucho antes de la crisis de
octubre del 62.
Por
la impresión del periódico Trinchera
fuimos personalmente varias veces a la imprenta de OFFSET, no recuerdo la razón,
pero uno sentía que el periódico era parte de uno.
Vendíamos
Trinchera todos los domingos en que salía su publicación en las puertas de las Iglesias Católicas; tenia una gran venta y aceptación, máxime después del ataque al Blanquita por
nuestro grupo militar de los
universitarios demostrando que se podía entrar y salir a La Habana sin ser
detectado.
En
el local mencionado teníamos nuestra oficina y un salón donde nos reuníamos los viernes en la
noche con charlas de formación, así como de planificación y revisión de las actividades de cada semana.
Como 50 personas todos de 15 o 16 años de edad comenzábamos recitando: “José
Antonio Echevarria, presente” y luego la
lista de los otros caídos en Cuba,
y siempre contestado PRESENTE.
En
algún momento en las tardes nos enseñaron
a armar y desarmar armas. Recuerdo una vez que fuimos al Everglades a probar
una ametralladora de paticas y nosotros para opacar su sonido tirábamos con las otras armas, 45,
M1, Fal. También nos enseñaron a usar
C3, no había C4, para demoliciones de puentes, entre otros.
Por
allá teníamos un personaje que se hacia llamar el Zorro. Norteamericano, como
desquiciado, pero uno no sabia si era buscando información, o solamente medio
loco. Se acercaba, husmeaba, pero nunca participó en nada.
A
veces íbamos por las playas de Grandon Park donde hacíamos una fogata, y nos reuníamos con la intención de conocernos e
integrarnos; una especie de Dinámica de Grupos. Albor Ruiz solía estar en
estas. Ernestico inventó unas reuniones, que no eran de mi agrado para
nada, fuera del Directorio con algunos
de nosotros; la lectura del Kempis, en
el fondo éramos posibles candidatos a novicios jesuitas.
Muchos
de nosotros participábamos los sábados en las reuniones de la Agrupación
Católica Universitaria, ACU, en la 12 avenida casi calle 8 con el Padre
Llorente sj. Se daba por entendido que si eras dirigente del DRE, eras de la
ACU. Había una igualdad que quizás no era real, pero lucia ser. Pase,
al igual que otros, a ser congregante
mariano con su medalla y todo a pesar de no ser universitario. Había noches en
que también había cena y participábamos. En la Agrupación aprendí lo de “cara
al sol con la camisa abierta...”, el nombre de Primo de Rivera; cosas de la
Guerra Civil Española y la extrema
derecha. De ahí es que me lei los libros de Gironella, “Un Millón de Muertos”, “Los Cipreses creen en Dios”.
Albor
Ruiz no era católico y por tanto no participaba. El era de Matanzas, sufría de epilepsia y poco sabíamos de su vida
en si. Me dicen que luego se hizo católico y de la ACU. Otro que no iba a la
ACU era Fausto Álvarez, el tesorero del DRE, él era totalmente diferente,
siempre con su tabaco, risueño y embromando, fastidiando con sus chistes a todo
el mundo, nunca le he dicho cuanto lo aprecio y no he dejado de hacerlo.
Los
universitarios editaban todas las semanas el “Cuban Report” que nosotros los de
La Pre nos encargábamos de su impresión en
mimeógrafo de aquellos esténciles
que eran “picados” por las ayudantes universitarias, luego se
empalmaban las copias recién impresas,
se grapaban, se doblaban y preparaban para que fuesen enviados a los dirigentes de
USA en todo el país, como unos 500 boletines promedio, las direcciones estaban
pre impresas y se pegaban. Luego los llevábamos al correo cercano en Coral Way.
Toda esa parte mecánica la hacia la PRE. El responsable del boletín, si no me
equivoco era una persona muy callada y de muchos contactos, un poco mayor al resto, su oficina colindaba
con la de Ernestico; no recuerdo su nombre, pero le decíamos el General, quizás
ese era su nombre real.
Tratamos
de tener células estudiantiles en cada “high school” de la ciudad y luego en
cada ciudad del país. Visitábamos los jóvenes que estaban en campamentos
traídos por el sistema de “Peter Pan” como en Opa Locka y en Homestead.
Tratábamos de darles seguimiento una vez al mes al menos, usábamos vehículos
que nos habían asignado. En aquella época ir a uno de esos sitios era pasarse el
día entero. No había autopistas.
En
época de vacación escolar tratábamos de visitar los delegados de ciudades cercanas
como Tampa. Siempre manteniendo la presencia, enviando propaganda. Una vez
fuimos a esas visitas y de noche andábamos perdidos, éramos cinco, y la policía
nos detuvo en el camino y nos condujo a un motel para dormir, al otro día nos
esperaban para vernos seguir nuestro camino al norte. Andaba con nosotros uno
que en esos días había salido de Cuba
clandestinamente, luego, mucho más luego, se nos dijo que esta persona era un infiltrado
en nuestra organización mandado por el
régimen.
Al
ir JFK a Miami cuando llegaron los de la Brigada 2506 excarcelados de la isla a
cambio de tractores y arados, y se
reunieron en el Studium “Orange Bowl”, el cual hoy ya no existe, estábamos los de la PRE preparados para sacar
unos carteles diciendo que nos había traicionado, en repudio; al final no se
llevó acabo esa acción.
En
el 62 un grupo de los universitarios fueron a Helsinki a una reunión de
juventudes a nivel mundial y todo indica que les fue muy bien. En Trinchera se
le dio amplia cobertura al evento y el exilio lo viό con buenos ojos; yo diría que éramos los niños con pantalones queridos y aceptados por el exilio en ese
entonces.
Cuando
la sección militar de la universitaria salió para el ataque al Blanquita, me
dijeron que me quedara en la casa principal para cualquier cosa y así hice. El
FBI fue, nos visitό, no había adultos, sólo yo. Revisaron todo, encontraron en
el “basement” una lata de balas oxidadas y más nada que a ellos les interesara ver.
Casi al rato, aun estando ellos en el local, Delio González, a quien le decíamos “Top
Secret” de mote, llegaba con el cañón utilizado en la acción militar, en el baúl de un carro casi levantado del peso
que tenia detrás. Pude verlo a tiempo, avisarle y siguió sin que el cañón fuese
visto por los agentes federales. Para ellos
yo era un chiquillo sin importancia que
andaba por ahí.
Hubo
un concierto de recaudación si mal no recuerdo con Fernando Albuerne el cual
fue un éxito total de taquilla. Guantanamera estaba de moda. Nosotros
colaboramos solamente en la venta de las boletas. Luego se me dijo que todo el
dinero recaudado después de pagar local, artista y demás se tuvo que invertir
en el pago por hospitalización de
algunos compañeros universitarios al ocurrir
un accidente en la lancha
“militar”. Todo esto se preparó después del Blanquita. Éramos los únicos que
habíamos hecho algo significativo hasta ese momento, lo cual ayudó a levantar la moral del exilio en esa fecha.
Humberto
Medrano en su sección de periódico “Sin Patria, pero sin amo” hizo un articulo
en agosto del 62 en honor al DRE: La
operación pitirre y luego
uno más tarde en septiembre del mismo año, Se
vende un cañón de segunda. Guardo
el compendio de esos artículos.
Cuando
los cohetes de octubre de 1962 estábamos excitados, porque nosotros ya teníamos
semanas diciendo que había cohetes en Cuba. Cuando JFK habló a la nación
nosotros nos jactábamos que había usado los datos de un “Cuban Report” para
avisar al país lo de los cohetes.
Después
de octubre no recuerdo mucho si seguimos con el “Cuban Report”, pienso que menguó
sobre todo por los acuerdos entre la URSS y USA sobre la isla. Luego ya influyó el asesinato de JFK en noviembre del 63. El
desánimo vino, seguíamos reuniéndonos, pero nada era igual.
Fui
de los que recibí una cantidad de dinero mensual de la CIA. Los cheques
llegaban por un monto que nunca me fue
mostrado, los firmaba y el DRE me daba una cantidad para vivir, la otra parte
se usaba en actividades no aceptadas por los que daban el dinero. Mis padres se habían ido a Chicago
relocalizados y yo les había pedido quedarme en Miami por el DRE y terminar el “high
school” en Belén por lo que vivía solo en un apartamento de la 10ma avenida del
Southwest cerca de mi tía Georgina. Fausto Álvarez, como ya había dicho antes, era el hombre del dinero y quien se encargaba
de este trámite.
Cuando
vinimos a Santo Domingo en el 64 trajimos muchos relojes para uso bajo el agua
y hélices en mi maleta. Al llegar nos esperaban los compañeros en la aduana del
aeropuerto Caucedo, hoy AILA y entregamos todo lo traído al encargado de aduanas en ese momento. El
Directorio tenía una base de operación militar en la República. Nunca supe
donde. Nosotros salimos del aeropuerto sin más.
Hasta
ahí mi participación con el Directorio Revolucionario Estudiantil, DRE, casi
por cuatro años; hasta septiembre 7 de
1964. 17 años de edad. Llegaba a Haina, Repύblica Dominicana.