viernes, 28 de enero de 2011

José Julián Martí Pérez

Nació en la Calle Padua 41 de la Habana de padres de las Islas Canarias, el militar español. Hijo mayor y único varón con 7 hermanas. Nace el 28 de enero de 1853 y muere en ¨Dos Rios¨, provincia de Oriente, en batalla el 19 de mayo de 1895. Muere a los 42 años de edad.  Treinta y ocho días después de invadir  la isla saliendo de la Hispaniola junto con el General Máximo Gómez, dominicano nacido en Bani y  jefe de las fuerzas armadas revolucionarias.

Abogado, maestro, traductor, poeta, ensayista, periodista, editor, orador, filósofo revolucionario y político unificador de los distintos grupos de cubanos en el exilio y dentro de Cuba fundando el Partido Revolucionario Cubano del cual fue su primer delegado (presidente). Fundador del periódico Patria y escritor y editor de libro para niños  LA EDAD de ORO.

Se le conoce como APOSTOL  de Cuba.  En contra del régimen español buscando la independencia de Cuba y en contra del sistema expansionista norteamericano de la época aunque admirador del sistema democrático, la libre expresión y la capacidad de trabajo y creatividad del pueblo norteamericano compuesto en su mayoría de emigrantes como la comunidad cubana en Tampa, Cayo Hueso y Nueva York. Lucho por la igualdad, la justicia, lo no esclavitud en todas partes donde estuvo. Critico negativamente las ideas marxistas que empezaban a propagarse en esa época, pero aun no se habían experimentado en lugar alguno.

Como literato es reconocido como Modernista junto con Rubén Darío y Gabriela Mistral.  Sus escritos y ensayos suman 35 volúmenes, sin contar sus poesías y cartas.  Tradujo a Víctor Hugo a quien conoció en Paris ya que dominaba el francés, ingles,  italiano, latín y griego clásico además de su idioma.

Estudia siendo adolescente en escuelas privadas y como pago a sus estudios trabaja en  la escuela. A los trece años hace su primera traducción. Empieza a escribir y a los 15 publica A Micaela en el periódico” El Album”. A los 16 escribe Abdala que es un poema libertario.  También escribe en esa época poemas y escritos independentistas.

El 21 de octubre de 1869 a los 16 años es arrestado y encarcelado.  Su físico no soporta los grilletes y su salud a partir de ahí no es buena. Lo trasladan por esa razón preso a La Isla de Pinos.  Repatriado a los 18 a España y se instala en Madrid donde se conecta con otros ex prisioneros políticos e independentistas. Expone por primera vez en público la bandera cubana desde el balcón de su casa. Por salud hubo que operarlo de emergencia. Termina los Estudios de  Leyes y Derechos Civiles en 1874 con 21 años.

Viaja a México, Guatemala, Venezuela y Estados Unidos quedando a vivir en Nueva York los últimos 15 años de su vida. Recorre parte de Centro América  así como Haití, Rep. Dominicana y Jamaica en su trabajo aglutinador revolucionario.

De México tiene que salir por estar contra el dictador Porfirio Díaz y  de Venezuela lo expulsan porque el dictador de turno así lo dispuso.

Se casó  en 1878, 25 años, con Carmen Zayas Bazán con quien tuvo un hijo, Pepe.  Su esposa nunca entendió su fervor político. Tuvo una hija, Maria Mantilla, fuera del matrimonio con Carmen Miyares.

Cónsul de Uruguay, Paraguay,  y Argentina  estando en Nueva York.

En 1891 su salud lo traiciona  y el médico lo manda a descansar y aprovecha y hace los VERSOS SENCILLOS que junto al discurso CON TODOS Y POR EL BIEN DE TODOS, así como el discurso de LOS PINOS NUEVOS  es altamente conocido. No sin dejar mencionar los poemas  “La la niña de Guatemala” e “Ismalillo”, sus escritos en la  revista  la ,Edad de Oro, el ensayo “Nuestra América”  y “Abdala”

En 1892 tratan de matarlo envenenado en Tampa.

Sus últimos tres años de vida son dedicados totalmente a la unión de los cubanos fuera de la isla y a la invasión de la misma.  Logra convencer a Antonio Maceo en San José de Costa Rica a unirse a la lucha y convencer a Máximo Gómez en Montecristi que asuma el liderazgo de la guerra.   En Montecristi  firman el manifiesto  de la revolución donde se buscaba la independencia, una patria para todos por igual sin distinción y luego colaborar con la independencia de Puerto Rico.      

Antes de la invasión, previendo su muerte le pide a su amigo Gonzalo de Quesada que recopile sus escritos y los publique.

Cuando los españoles se dieron cuenta de que la persona que había ido en un caballo blanco y vestido de negro con una pistola contra ellos  y había caído abatido era Martí, lo recogieron con honores y así fue enterrado, con honores militares.

27 de enero 2011

jueves, 27 de enero de 2011

Solo se de este segundo.

 El futuro siempre es una puerta cerrada donde no sabemos que hay detrás. La podemos abrir de pronto, al paso, al descuido o se abre ella misma ante el censor o el control. El “control” nos hace pensar que realmente tenemos control de la puerta  y de lo que hay tras ella.

La puerta puede ser de cristal y uno ver un alguito de lo que ha de venir, o ser  de madera maciza y todo ha de ser sorpresa. La puerta puede chirrear al abrirse y darnos un temorcillo imperceptible que solo nuestros vellos captan. Hay veces que no logramos abrirla solos, necesitamos ayuda para empujarla, o destrabarla, no obstante nos empecinamos en tratar de abrirla.

Leemos el horóscopo del día, del mes,  del año, el chino. Consultamos la carta natal. Leemos el tarot de los ángeles, del amor, egipcio, o cualquier otro que aparezca. Hasta lo que los mayas nos deparaban,  ahora con los del  21, 12, 12 se hacen famosos, fin del calendario, fin de lo predecible.

¿Por qué preocuparnos del mañana  si todo está previsto? ¿Para qué te preocupas del mañana si hasta los lirios del campo…,  por que te preocupas si todo está dicho?  Nostradamus  pre dijo, dijo antes de que sucediesen, veía el futuro. 

Leemos la tasa, las cartas, visitamos los brujos, los adivinos, todo por saber el mañana. Nos olvidamos del hoy, del aquí y del ahora, del pasado con su causa y efecto, del karma, de la necesidad de conocer el pasado para entender el hoy que ya es pasado y se convierte en futuro para volver a ser pasado.

Los profetas decían lo que iba a pasar en años y años por delante. De virgen, de la tribu de Judá, en Belén, le romperán los huesos, rifaran sus ropas, y… todo dicho, todo pre visto, todo escrito, solo se cumple lo avisado. Los reyes del oriente usaron las estrellas, los astros para llegar donde el niño recién nacido. Supieron que no debían volver donde Herodes y cambiaron su rumbo.   ¿Por eso es nuestro deseo tan enfermizo de conocer lo pre visto, profetizado, escrito en el libro de la vida?  Ese fue el ejemplo dado, ese fue el ejemplo a seguir.

“¿Por que os preocupáis por el mañana si los lirios del campo...?”

¿Que se yo de ahorita, de que voy a hacer  mañana en la mañana, o dentro de un rato, apenas se lo que hare en los próximos segundo, siempre  que estos  lleguen?

Ocuparme si, laborar si, trabajar sí, pero pre-trabajar, pre-laborar, pre-ocuparme, no.  Todo está dicho, todo está escrito, nosotros solo hacemos lo que alguien escribió.  Los genes, el ADN determina ,dicen. El ser supremo, los astros, la naturaleza.  Que  importa quien escribe si lo importante es que ya está escrito. Todo sucede si El quiere, si El lo permite, si El, si El…

Porque preocuparse por lo que…”miren  las aves que vuelan en el aire…por mucho que se preocupen como podrá su vida prolongar ni siquiera una hora?”  “...fíjense en las flores el campo, en la hierba vestida…no se preocupen por el día de mañana…cada día tiene bastante con sus propios problemas.”

¿Qué han escrito sobre mí, que ha de sucederme, que es lo que viene después, que es lo que…?

No sé, solo sé que no sé nada, al menos se algo, nada.

Déjame disfrutar este segundo, o milésima de segundo que es lo único seguro que tengo sabido, lo que viene, lo que sigue, aun no lo he leído, no lo he realizado, aun el efecto de la causa no se ha dado, pero este segundo sí. Déjame con este segundo, o milésima de segundo, por ahora me basta.

31de octubre 2010.

martes, 25 de enero de 2011

Lo siento, no sé.


En uno de los capítulos finales de la serie “The Pacific” el personaje principal regresa a su casa y se encuentra que todo ha cambiado, el mundo que dejo ya no es el mismo. Va en búsqueda de estudiar, trabajar  y acude con sus papeles a una entrevista donde una chica le empieza a hacer preguntas de lo que aprendió en la guerra como mecánica, electricidad,  y la joven entrevistadora  no entiende que el  excombatiente no hubiese aprendido ni un solo  oficio en todo ese tiempo fuera de su país . El le responde con coraje,” me enseñaron a matar japoneses, sólo a matar japoneses  y eso lo sé hacer muy bien”, deja los papeles y se va. Cae en depresión. Nadie entiende, ni su madre, ¡que es mucho decir!

Cuantas veces asumimos que las personas por tener cierta edad deben saber, deben haber aprendido  o por ser de un país especifico, como el mío,  por ejemplo, por estereotipo;  deben hablar por los codos en tono alto, usar las manos a diestra y siniestra mientras hablan,  o  debieran dominar  x, y,  o z, porque  si de es de allá debe ser así.

¡Hay tantas cosas que yo debiera saber hacer y no sé!.  Bailar por ejemplo.  No tuve tiempo de aprender a bailar. No recuerdo haber visto bailar a ninguno de los que como yo dejamos de vivir una etapa de nuestras vidas. El tiempo se nos fue en reuniones, lecturas, trabajo, estudio, aprender a armar y desamar armas, a manejar otros elementos, a dedicar nuestra atención a otras cosas como ser útil a los demás, a la patria, a prepararnos y luego a rezar, orar y a estudiar y estudiar y auto conocerse,  auto analizarse, y a seguir orando y estudiando.  El baile no estaba en esos estudios, la música clásica, si. También estuvo el usar la guitarra y las maracas en nuevos cantos para la comunidad, y el tratar de hacer un conjunto musical para acercarnos a los jóvenes de otra manera, y formamos” Los Testigos”, pero no había baile.

Trate de aprender con Marisol Almonte en Santiago, pero ya era tarde. Esas caderas, no se mueven, nada. “Es que no sientes las música”.   Juan Luis me ayudó un poco con su música inicial, porque la siento y eso hace que te puedas mover, si no sientes no te mueves.  Puedes sentir la cintura de tu pareja y tratar de hacerlo, y contra mas te gusta esa cintura,  pues mas te dejas llevar y te mueves, y si no te gusta ese movimiento de cintura, te pierdes, te quedas pensando que no te gusta esa cintura, no la sientes, ni a la cintura ni a la música.  Puede que sientas  que tu compañera  te lleva para acá y para allá, y de pronto piensas  que lo haces perfecto, eso crees tú, pero que no te suelte, si te suelta, te paralizas y el calor que te da en todo el cuerpo te  está diciendo  que haces el ridículo.  Lo siento, no sé bailar.

Le he echado la culpa a mi hermana porque una vez me sacó a bailar en el patio frente a la tía Georgina donde nos reuníamos  siendo un púber y luego me soltó, diciendo que no sabía, ella NO se recuerda, pero yo SI, el humillado fui yo delante de todos.  ¡Contrale, nadie me había enseñado y eso no era prioritario para la revolución, ni para la contra!  Mi mamá me ayudó con unos pasitos antes de la graduación de Primaria, para que no hiciera el ridículo que de hecho hice, pero lo de ella era danzón, boleros de aquel entonces, nada de Cha Cha, ni mambo o rumba.  En el fondo, la verdad  es que desde los doce años de edad sólo hay revolución, desde los trece, casi catorce sólo  contrarrevolución, desde los diecisiete noviciados, juniorado, filosofado. Ya es muy tarde.  Árbol  que crece torcido no se endereza.

Por favor, no me inviten a bailar y si lo hacen que sea obscuro, en medio de la pista y no se le ocurra sonreír  porque voy a pensar que es de mi, cuando regrese a la mesa o lo que sea, no diga de esta boca es mía. No me dé en el dedo malo, no sé bailar, lo sé, aunque sea de la isla, y todos ellos bailan bien, y saben disfrutar de la música, pero yo, no.  Quizás mueva los pies yo solito en privado  si oigo un bongo o un tambor, y me dé por tocar la mesa con las manos por aquello del negro detrás de la oreja, pero más nada.  Cosas que se quedaron sin el aprendizaje adecuado, materia pendiente, lo acepto, a regañadientes, lo acepto.

5 de noviembre 2010

jueves, 20 de enero de 2011

Soledad

“Te veo venir soledad”.

Lo terrible de la soledad no es que no haya más nadie junto a ti o cerca de ti, sino que la única compañía que tienes eres tú mismo. Yo y mis yoes.

Tú con tus recuerdos, ansiedades y angustias.  Revivir lo pasado y cuestionarte lo que hubiese sucedido si en vez de hubieses hecho o dicho tal o mas cual. Dudas de si lo que dijiste lo dijiste realmente, o son jugadas de tu cerebro, archivista incompetente.

Volver a sonreír, llorar, suspirar.

Tú con tus pensamientos, con tus  miedos, y anhelos. Tú al desnudo.  ¡Dios, que feo soy!

Al principio se hace interesante, es como un juego a vercuan  tan lejos recuerdas o cuan exacto lo haces. Con el tiempo empiezas a repetir imágenes, a llorar más que antes, a dejar de sonreír.  ¿Insensible?  Es esa la palabra?  Insensible.

 La repetición te hace no sentir, te culpas, ¿cómo es que no puedes sentir? Tú  contigo mismo
Empiezas con revivir, tratar de volver a vivir, sentir.  Buscas los detalles que antes no habías visto, y te imaginas, buscas la imagen adecuada, sublimada.

Estar con un libro, no es estar solo, estas con el autor, sus personajes, sus ideas,  su mundo. Estar contigo es estar contigo y punto.  Quisieras poder  escribir lo que viene a tu mente, como ahora y lo haces;  en tu mente, redactas y repites para que no se te olviden para cuando puedas plasmarla en el papel, en la pantalla, en la arena, que no se te olviden, ¡se oían tan lindas tus palabras!

Me dijo Mu-Yien que escribir es la mejor compañía, pues al escribir uno no se siente tan solo. ¡TAN solo!
De repente te duele estar contigo y solo contigo. ¿Que verían los demás en ti? Tú no ves nada.

El pesimismo entra como el anochecer, paulatinamente, arropando suavemente como  nube que avanza  hasta que ya solo queda ella misma, una nube.

Empezamos a hablar con nosotros mismos, primero en silencio, en nuestra cabeza y de pronto escuchamos nuestra voz, nos contestamos, preguntamos, gritamos, sollozamos, nos oímos, no,  no estamos solos, estoy conmigo mismo.

Intentamos hablar con Dios. ¿Qué diferencia hay entre hablar conmigo mismo y hablar con Dios?  ¿Quién contesta?  Yo, si es que me contesto, a veces ni eso. ¿Quién pregunta?  Yo  ¿Quien espera en silencio?  Yo  ¿Y Dios?  ¿Y Dios? ¡! Dios!!  No está, no contesta, soy yo quien me contesto o es que me descontesto?
Y el silencio ya no es silencio, se convierte en una vorágine de palabras galopantes, en palabras agolpadas, en palabras golpeadas, en palabras sin mucho sentido, pero están ahí. Deseas que se callen, pero tú no te callas.

Intentas meditar, te duermes. El  sueno te ayuda a avanzar  en el día. Se hace corto el día. Te levantas, caminas y el peso del cuerpo se siente, se resiente todo.

¿Qué hare al otro día? ¿Dónde me quede’ en mis pensamientos y recuerdos?  Debo recordar lo recordado, debo recordar…

 Tengo que salir.  De pronto descubres que es mejor no salir, que no te vean, escuchar otra voz que no sea la tuya. Te has acostumbrado a ti mismo. Te has acostumbrado al yo, sin sorpresas, sin cambios de conducta, de humor;  sin adivinanzas, sin dialécticas, ni traspieses, ni egoísmos de otros. Solo tu propio egoísmo., tu propio yo con sus yoes.

Soledad, ¿estas ahí?

 3 de octubre 2010,  ¡Domingo!, tal como pensé, tenía que ser domingo para que la soledad  fuese “soledad “   e hiciese de las suyas. ¡Oh, soledad!

martes, 18 de enero de 2011

Mi bici. num 5

No viene a mi recuerdo el mes en que me bici me fue robada de la forma mas estúpida del mundo, en mis propias narices, me la pidieron prestada y cuando regresaba dio media vuelta y nunca volvió. Recuerdo que había ese mes, puede que sea mayo, una congregación de campesinos en la ciudad. Una manifestación agraria en el 59, iniciando la revolución.

Durante las vacaciones casi todos los amigos del barrio se iban al campo, a Varadero fuera del país. Yo quedaba.  Mi mama y hermana iban al club y yo con ellas. No era muy amigo del club. Me gustaban las galletas de soda con croquetas de pollo o jamón, o las galletas de soda con jamón dulce, queso y pepinillo, nosotros les llamamos las galletas preparadas. No aprendí a nadar y eso influyo, pero lo que mas mas influyo fue que estando en la piscina de los no adultos por poco me ahogo, trague agua, no sabía cómo salir y cuando mi hermana no me vio me busco y encontró  abajo luchando, me  jalo por el traje de baño y me saco. Esa experiencia no fue positiva, para nada.

¿Qué hacía en esos días de vacaciones?   Iba a un taller de bicicletas en la calle38, hacia esquina ,  en la calle de la Iglesia, frente a una bodega.  Ahí aprendí a arreglar bicicletas de tanto mirar y tratar de ayudar, una mano extra siempre es buena.  Además, por supuesto , montar mi bici e ir a la esquina de la 38 con 42 donde había un supermercado de chinos que vendían las galletas Gilda que me encantaban, en mi casa compraban por latas las galletas el Gozo, no eran iguales.  Al lado del super, una pollera y un limpia botas.  El limpia botas vendía también muñequitos o paquitos y yo los cambiaba o los revendía.  El limpia botas paso a ser mi compañía de verano;  yo  llevaba los zapatos limpios a sus clientes a su casa en la bici, me convertí en un “delivery”.

En algún momento de la vida, pienso que en una huelga antes del triunfo de la revolución, el caso es que todo estaba cerrado y no se podía vender mercancías al público; mi continuo estar por esos lares me ayudo a que me despacharan por la parte de atrás lo que necesitabamos del super.  Como era de chinos, ellos vivian en el mismo super,  atrás.

Ahí conocí al ladrón de mi bicicleta, en esa esquina. Trabajaba de ayudante en la pollera y lógico nos veíamos, conversábamos y todos de una manera u otra nos relacionamos. Capto mi confianza y abuso de ella.

Lógicamente, como sabia donde trabajaba fui con la mano derecha  de mi papa en el trabajo, Linares,  a la  pollera y conté lo que paso y me dieron la dirección del ladronzuelo.  De ahí fuimos a su casa y nos recibió su mama, una anciana dulce, cariñosa, de pelo muy blanco y tez muy arrugada. No podía creer lo que su hijo había hecho. El hijo no estaba. Nos fuimos, pero se fue a la policía a dar los datos y lo encontraron.

Esta mano derecha de mi papa fue año y medio más tarde  quien luego vestido de miliciano y acompañados de otros,  una noche fue a registrar la casa de arriba abajo. No encontraron nada, solo unas  revistas Bohemias guardadas que hablaban del triunfo de la revolución y un libro sobre el Sargento Politico el cual se llevo.  Por suerte, como no teníamos automóvil,  no registraron el garaje . Ahí yo tenia escondido  unos  bonos del Directorio y unas bombitas de peste; pero la molestia se sintió y en mi padre más aun, pues era la persona de su confianza. Linares  había ido personalmente a hacernos sentir humillados, o a humillarlo a él, a mi padre.

Mi papa  una vez tuvo carro y casi de una vez choco en el malecón. Más nunca se hablo de carro en mi casa. ¡Para que!  El servicio de autobuses que pasaba por la esquina de la cuadra de mi casa era excelente y de noche estaba Manuel y su piquera (taxis). Ya Manuel era como de la familia de tanto ir a casa todas las semanas, a veces más de una vez. Sobre todo de recoger a papa en la noche y hacerlo llegar al hogar.

Volviendo a la bicicleta, el caso es que luego nos citaron a mis padres y a mí, pero solo fue mi mama a la estación o juzgado con Linares donde el pilluelo estaba detenido.  Tenía un sombrero de guajiro puesto y el policía lo dijo que se lo quitara que no era digno de llevar ese sombrero de gente trabajadora y honesta.  El no hablaba, solo la cabeza baja. La Niágara roja no estaba, nunca supe el final de ella. Su mama estaba allá, llorando, sus lagrimas bajaban por sus arrugas de forma irregular,  su pelo cano  peinado, no arreglado.

El juez hizo las preguntas de rigor y al final pregunto, creo que nos leyó las caras,  si deseábamos seguir con el proceso, con la querella, mi mama y yo nos miramos, vimos a la mama y nos volvimos a mirar y uno de los dos dijo,  que no, que su mama no merecía ese sufrimiento. Ahí la mama lloro más.  Lo soltaron, lo amonestaron fuertemente.  Nunca supe más de él, ni dela viejita con cara llena de canales de tantas lagrimas vertidas en su andar por la vida,  ni de la bici.  Nosotros regresamos  a la casa.

Para mí, que todo mi mundo era en dos ruedas,  fue un periodo duro, es como un dueño de auto que pasa a ser transeúnte, peatón. Caminar, autobús, caminar con los paquetes en la mano, charcos, agua, sol y caminar. Allá no se usaban  carros públicos o conchos, solo taxis y guaguas. Para mí, caminar y caminar.

Luego llego la oportunidad de conseguir otra, mejor, más sofisticada pagada a plazos y bajo la condición de que yo fuese en ella al colegio y así fue. Llego la tercera bicicleta a mi vida. La  primera de rueditas azul, la Niágara roja desaparecida y la nueva JC Higggins niquelada.

Deje de ser peatón.

1 de diciembre 2010