martes, 30 de noviembre de 2010

Solitario.

Definitivamente  soy un hombre solitario, no solo, sino solitario. Necesito mis espacios.  Leer, escribir, ver TV, mirar el techo, pensar, meditar, volver a ver el techo. Me gusta estar con otros, pero sin gritar, bocear, hablar fuera de tono. Me gusta más la intimidad.  Conversar con dos o tres personas,  intercambiar, preguntar y preguntar.  No me gusta que me invadan mi territorio. Si fuese un can orinaría a cada rato todo a mi alrededor.

Solitario, de vez en cuando sin nadie cerca de mí.  Solo conmigo mismo, pero no siempre, que conste.

Hablando de solitario. Aun no era un púber y mi tía Lía me enseño a jugar solitario. Cartas españolas. Lía  se pasaba horas y horas jugando sola, solitario.

Rosalía era su nombre real, mi tía abuela.  Tía de mi padre y sus otros 5 hermanos, eran 3 varones y 3 hembras.  No sé la razón, pero  Lía se encargo de ellos 6, los crio y los llevo a feliz camino. Nunca se caso, no habría tenido tiempo para eso con tantas responsabilidades de criar seis. Nunca supe  donde salía el dinero, si  hacia labores para buscar lo necesario o había un bien de familia, no sé, solo que ella los crio, educo.

Como ya dije no se caso. Prefiero pensar  que una mujer tan sagaz, astuta e inteligente no iba a encontrar un hombre a su nivel. Prefiero pensar que ningún hombre se merecía su dedicación, bondad, suavidad y entereza excepto sus sobrinos – hijos,  o hijos – sobrinos.

Vivía  en los últimos tiempos con mi tío Rafael en la playa de Tarara, donde tenía su propio habitat espacioso y privado dentro de la casa de playa.  Nosotros, menos pudientes que mI  tío, y más en número, la recibíamos para las navidades y en el verano.  Por lo menos en esos días.  Al llegar se hospedaba en mi cuarto con su baño aparte y en un medio piso que le daba privacidad. Yo se lo cedía. Nunca me costo, ni me importuno que ella se hiciese dueña del cuarto. Yo dormía en un catre tipo  ejército en un hall o pasillo del piso bajo.

Me gustaba oír sus cuentos y estar con ella. Hoy, no sé por qué, pienso que la tendencia espiritual y mis inquietudes en esa rama, se lo debo a ella. No tengo detalles, pero es así.  Sé que sentía “cosas”, las “veía”. Todos la respetaban, mas aun con su avanzada edad que es cuando estuvo en contacto conmigo.

Siempre digo que ella me enseño a beber. Si, es así. Yo era tan flaco en aquel entones y tan desganado que cuando la visitábamos en su casa que compartía  con otra hermana antes de mudarse con Rafael, cerca de mi tía Georgina,  me daba medio vaso de cerveza o un vasito cervecero entero. ¿Cuándo?  Antes del almuerzo, y yo comía.

Celebrándose  en la Habana la manifestación de los campesinos o guajiros, ella estaba interna, se estaba yendo, cáncer. Recuerdo que vomitaba mucha sangre.  Me llevaron a verla, a despedirme, eso entiendo ahora. Trate de besarla y no quiso, por lo de la sangre. Recuerdo que me dijo que me iría muy bien en los estudios, seria estudioso, un hombre de Dios y maestro.

Bueno, quien me conoce hoy día diría que profetizo.  Yo he recordado todo esto con el tiempo, pero en aquel momento no lo tome muy  en cuenta. Lía se fue con la revolución, llegando una saliendo la otra. Yo ni pensaba dejar atrás tierra que nos vio nacer, mientras ella  no pudo vernos crecer como hombres.

Guardo una foto de ella, Rosalía Ruiz,  más joven que cuando la conocí, elegante, alta, esbelta tendiendo a delgada y con su carácter recto, no dominante, pero imponente con su suavidad convincente. Sus ojos brillosos.

Lía era la madre que mi padre no conoció, ella hizo ese papel, con él y con los otros cinco. Si había que decidir algo y no había claridad para la decisión, ella aconsejaba humildemente lo debido y se hacía.  Cuando ella se fue, mi tío Rafael junto a mi papa, los dos  asumieron el rol, los nuevos jefes de la familia. Se de eso, cuando mi padre murió, me toco a mí. El mando de generaciones.

Cartas españolas, solitario, solo da  mi tía Lía en su sillón, el mío, con una bandeja de madera enfrente jugando cartas,  quizás, leyéndolas,  yo  no supe nunca, para mí era solitario.

04 de octubre 2010, 

jueves, 25 de noviembre de 2010

La Gorda.

Vino con el día de Reyes, un 6 de enero del  1914. No siempre fue gorda, pero todo indica que yo al nacer le provoque que engordara y no regresara atrás, así como su espalda quedase adolorida por siempre.

La parte religiosa de mi persona viene de ella. Es quien  me acercó a la música, a la cocina, a los animales, a la naturaleza en general. Si hice la primera comunión fue por su insistencia ya que era ella quien me llevaba a la catequesis mientras  participaba en sus ensayos del coro. El que yo fuese luego catequista en la Iglesia de San Agustín me imagino que tuvo su intervención sutil.

Recuerdo con mucha claridad a finales del año 60 o principios del 61  estando  nosotros en misa, a las salidas de la iglesia se habían apostado unos militares con ametralladoras antiaéreas  de paticas y no dejaban salir a nadie.  Yo como había ido en mi bicicleta se me ocurrió que podía perderla, y la recogí. y traté de salir por la puerta trasera. Me dejaron salir. Fui a casa, deje la bici y volví. El militar al verme volver solo dijo que si entraba no salía, y entré. Al cabo de un buen rato dejaron salir a todos poco a poco bajo un registro y dejando todas las monedas que uno tuviese con ellos. En aquella época  las monedas eran hechas de metal de valor real, no como ahora. Mamá y yo regresamos. Acusaban a las iglesias de acaparar las monedas y hacer escasear a propósito el uso de las mismas.

La gorda lucia humilde y suave, pero era fuerte de carácter y algo orgullosa, no le gustaba que la confundiesen con las  chinas poblanas, las indígenas del pueblo allá en Mérida, evitaba ponerse ropa típica que hoy todos usan, pero para ella eso era prohibitivo.   También para ella fue prohibitivo el vestirse de rojo y negro, de una vez se quejaba, esos eran los colores de la revolución.

No piensen que nosotros no estábamos con la revolución, no. A papa lo llevaron al "laguito" en época de Batista y se salvó de chepa. El laguito era una parte de Miramar donde solían aparecer personas ahorcadas que no eran batistianos. Papá había sido del ABC en contra de Machado y mantenía su rebeldía en cuestión de política. Al llegar Fidel a la Habana salimos como todos a recibirlo en plena fiesta a la 42, camino a Columbia donde dió su discurso con Camilo Cienfuegos a su lado y las palomas en el hombro.  Cuando Camilo desapareció en el mar misteriosamente,  ese día las cosas empezaron a cambiar en mi casa referente a la revolución, Nadie dijo nada, pero son de esas cosas que se sienten. Mi hermana en las navidades del 59 para el 60 regreso diciendo que en Miami se decía que la revolución era comunista, y nosotros nos reímos y dijimos que cómo iba a ser, yo también me reí aunque  no tenía idea de lo que era el comunismo.  

En los días previos a la invasión de abril llamaron a mi casa preguntando por mí y dejaron el recado de que me juntase en un lugar. Luego supe que se lo calló, no me dijo nada. Los que fueron al punto fueron apresados y llevados al Palacio de los Deportes junto a muchos otros.

En el  físico la Gorda no se parecía a mis otras dos tías, Paquita y María, yo la relajaba diciendo que ella era hija del lechero, ella solo se reía.  Salió de México, perdón, Mérida, Yucatán hacia la Habana cuando mi abuela María del Carmen murió.  No conocí personalmente  a nadie de su familia excepto a mis dos tías quienes vivían en el piso de arriba de mi casa, realmente la casa era de ellas. Pude conocer  donde ella vivió cuando niña  al visitar Mérida, en la avenida principal donde no hay casas, sino residencias con todo su esplendor de entonces.

En la Habana se mudó con Paquita y su esposo Ramón, este último fue como su padre, ya que no conoció al suyo propio.  De ahí viene mi nombre de Jorge Ramón, el caso es que tampoco lo conocí,  pero en agradecimiento me llamo Ramón en segunda, lo cual no me agrada mucho.

Encontramos  en ella todo una madre, pero antes que madre era una esposa.  Si mi padre llamaba dejaba todo y ahí se iba a juntar  con él.  Ella muy realista decía, si no voy yo otra va. Papá no era fácil, eso de vivir trabajando en el mundo  publicitario, la radio y la televisión, tiene sus bemoles, y la gorda lo sabía.

El sábado siempre estaban juntos, y nosotros al cine.  Los viernes siempre salían a bailar, a tomar, a estar, de vez en cuando nosotros también nos uníamos, sobre todo si era solo a comer. Los domingos ella iba a misa, cantaba en el coro.

Tenía todo listo, la comida, la ropa, lo que cada quien necesitaba y tocaba el piano, no todas las veces que ella hubiese querido, pero lo hacía. Me contaba de Lecuona, su profesor de piano. Cuando Ernesto Lecuona  murió estuvo muy triste al igual que la Habana entera.

En un tiempo, antes de yo nacer, trabajo en la fábrica de pasta de dientes Fordham, ahí conoció como compañera de trabajo quien sería la esposa de Fulgencio Batista, pero nosotros no mantuvimos ningún contacto, al contrario. En esa época como ella trabajaba había una niñera, Martha, que cuidaba de mi hermana. Ya en mi época, las cosas estaban mejor económicamente hablando y ella se encargo de mi a tiempo completo.

En el exilio fue compañera  de mi padre en todo momento y volvió a trabajar en una fábrica de Chicago, allá conoció a varias mexicanas igual que ella y se juntaban. Había renunciado a ser mexicana y se hizo cubana, y cuando quisimos salir a México nos fue negada la entrada, un mexicano en aquel entonces no podía dejar de ser mexicano así sin más, y se quedó siendo cubana, luego residente americana, no se nacionalizó estadounidense.

Ella de una u otra manera estuvo en la crianza de mis tres hijos, con unos más y con otros menos.  Dudo que ellos la olviden, sobre todo los varones, porque ella tenía debilidad con los varones, incluyendo a Alex, el hijo de mi hermana y mi ahijado, no tanto de Christie, mi sobrina.  Nunca supe por qué ese favoritismo y claro conmigo por igual versus mi hermana.

Ella fue la maestra en cocina de todas las ayudantes que tuvimos en especial de Aracelis que ya hacia la comida cubana  con sus bistés, habichuela negra, ropa vieja, picadillo…y la yucateca como el pollo con jamón y almendras, las lentejas con plátano maduro… igual que ella.

Recibía a todos con cariño, y amor.  Dispuesta siempre a brindar algo: un cafecito con espuma, un mojito, sus famosos tacos, galleticas preparadas o una pasta de lo que apareciese.  Todos sabíamos  que no estaba bien cuando no quería levantarse, sino acostarse, o  no quería salir o comer, una andariega de primer orden y de muy buen  comer, no era para quedar en cama o rechazar una fruta o un dulce.

Se fue un 22 de marzo, su número favorito. Se había casado a los 22 un 22 de febrero.

martes, 23 de noviembre de 2010

La Mínima.

Algo me dice que tenía doce o trece años cuando mi amigo de la cuadra, Luis Iglesias, hoy médico en el país de sus padres, España, me invitó a que lo acompañase en  las noches a la Escuela para Obreros que había en el Colegio de Belén de la Habana que si no me equivoco dirigía el Padre Arango de la Juventud Obrera Católica, JOC.

Luis vivía en la casa justo en frente de la mía y entre el edificio azul de Mary Tere y la inmensa casa de La Princesa. La Princesa era una princesa italiana quien poseía en Camagüey una finca de naranjas y sus naranjas se vendían en el mercado con un sellito morado azuloso que decía, La Princesa. Hoy esa casona es la sede de la milicia en la zona.

Yo no era de Belén sino de una escuela norte americana, de varones y hembras, sin ninguna educación religiosa inlcuida, el término Dios no lo recuerdo en la escuela. De mañana nos enseñaban todo en inglés incluyendo su cultura, Memorial Day y sus tulipanes, Thanksgiving y sus pavos,  Santa Claus y las canciones de trineo y nieve, y otras cosas que ahora no vienen, no surgen.  De tarde teníamos todo en español después de ir a la casa a almorzar. Sinceramente,  en el colegio  me enseñaron a amar a Martí, la patria, honrar la bandera, ser  y estar orgulloso de haber nacido en la isla. Parece una contradicción y lo es, pero funcionó, soy medio agringado en mis gustos, y extremadamente isleño.

Como ya saben, no era de Belén por lo que necesitaba la invitación a asistir a la actividad nocturna y luego   me quedé dando clases a los obreros en horas de la noche, tres veces a la semana, a ser parte de la escuela gratuita.  Para mis padres eso era todo un orgullo de que me dedicase a esta actividad.  La verdad es que la gente del Belén a mi no me caían, cuando pasaba la guagua siempre era un escándalo, como estudiaban varones solos se comportaban como estúpidos al pasar frente a mi casa si estaban  las muchachas del barrio, pues ellas todas se juntaban siempre  en casa.  Es que mi casa era miel para todo el mundo, puede que mi mamá tuviese algo que ver con eso.  Todas las amigas de mi hermana iban allá y se juntaban en la escalera y todos mis amigos se juntaban también allá pero en el garaje, e incluso todas las bicicletas del barrio se guardaban en el garaje de casa. Ese era el centro de operaciones de todos nosotros. Fui a ese enorme colegio varias veces a películas, kermeses y cosas así siempre con mi amigo Luis, Luisito.

 Luisito  es responsable de lo poco o mucho que hice para mi edad  en materia de contra revolución en la Habana con el Directorio Revolucionario Estudiantil, DRE. Yo estaba en 9no curso y fui delegado de la organización en mi colegio hasta la toma por parte del Estado del mismo.  Mis padres no sabían de esto, pero sospechaban algo, según me dijeron más tarde. 

Mi amigo Luis también fue responsable de otra actividad en la cual participé en el 60, tendría 13 años.  Hacía falta personas para el comité de orden de una manifestación religiosa, anti gobierno  en el fondo, el  8 de septiembre, Virgen de la Caridad del Cobre.  Mis padres para esas cosas nunca decían que no mas si era  un acto  religioso con Boza Masvidal, el obispo quien criticaba abiertamente al nuevo gobierno.  Fuimos a la catedral de la Habana a la hora acordada, nos dieron brazalete o distintivo. Mi función era caminar agarrado de brazos con otros a los lados cerrando el paso y siempre  mirando hacia la procesión  frente a la virgen y caminar  de lado por las  calles de la Habana Vieja.  Todo fue bien hasta que detrás de mi sentí  los pasos de botas y más botas.  Tra,tra,tra,tra.  Luego sentir que alguien respiraba  detrás, lo sentí en la nuca,  y un crac.crac al fusil, me imagino, o la sobaron o le pusieron la bayoneta, yo no miré para atrás, ni de juego iba a mirar. Sé que apreté en ese momento  los brazos de los dos compañeros a mi lado, me apreté yo también.

 Ahora, ese ruidito de las botas  y ese crac del fusil, eso, no cabe duda  quedó en una  de mis neuronas bien grabado. La procesión terminó felizmente, se congregó una multitud inmensa.  Boza Masvidal fue invitado a salir del país más tarde y dando  tumbos llego a CARACAS  con el cual trabaje los domingos y nos juntamos hasta en Los Teques, pero eso es otra historia. Guardo un cuadro de San Jorge que Boza me regaló junto al P. Jorge Cuenca en un día de Pentecostés.

Mi amigo Luis es también el responsable de que yo me pusiese en contacto con el colegio Belén de Miami. No había abierto, iba a abrir ese año del 61 a raíz de la salida de la isla de todos los jesuitas, yo no lo sabía aún.  Recién habíamos  llegado a Miami. Luis me escribió y me pidió de favor que fuese a ver al padre Rippoll el cual vivía en White Hall en Brickel con los muchachos de Peter Pan. Fui solo en  autobús. Mis padres aún no habían llegado a Miami.  El padre estaba enfermo por tomar polvo de lavar en lugar de azúcar en  la leche y lo llevaron al Mercy Hospital y hasta allá fui y lo visité, de atrevido yo.  A la segunda vez que fui a visitarle, él mismo me propuso que en lugar de ir a Miami High donde se suponía me tocaba ir a estudiar fuese a Belén.  Yo no tenía dinero, mis padres no estaban, él me dijo que eso no era problema. Me mandó a la Iglesia del  Gesú a hablar con el Padre Arroyo el cual me hizo un examen  en ingles de números y vocales y ya, fui aceptado en el Jesuit  Preparatory  School, alias Belén de  Miami en el segundo piso del Gesú.  En el Jesuit Prep. hice los tres últimos años de secundaria, ahí fui dirigente de la JEC, Juventud  Estudiantil Católica a nivel de la ciudad, ahí conocí a Ricardin, y ahí me empaté de nuevo con el DRE, el Directorio Revolucionario Estudiantil, también  ahí me conquistaron y pase a vivir a Dominicana  en Haina, años más tarde.

Fíjénse todo lo que sucedió por hacerle caso a la carta de Luis al Padre Rippoll, coincidencias!?
En Belén limpiaba el colegio a la salida para pagar mis libros y estudios,  como también repartía la comida en la  cafetería para poder pagar mi lunch. Ellos me dieron y yo puse de mi  lo que podía, un buen intercambio a mi favor.

La formación del colegio era muy, pero muy superior a la del resto de las escuelas de Miami en aquella época.  Teníamos excelentes profesores, cubanos y norteamericanos que vinieron de distintas partes a trabajar con nosotros.  Mi orientador  espiritual era el Padre Federico  Arvesú, éste se encargó de hacerme una pila de test sicológicos y que se yo, para poder entrar al noviciado de Haina. Se supone que para ser jesuita uno debe ser un poco más que los demás, bueno, eso nos lo daban a entender, y nos lo creíamos.  

Un 7 de septiembre de 1964 llegamos a Santo Domingo de Guzmán para fundar el 8 de septiembre, el de la Caridad,  Manresa Loyola en Haina.  Luego vino la revuelta de abril, el trabajo en los hospitales, el estar en el Hospital P. Billini mientras Wessin ametrallaba la ciudad, el recibir a los americanos que entraban por la playa de Haina que ellos llamaron Red Beach y nosotros nos bañábamos en ese momento  en ella.  Vino el trabajar en el proceso de elaboración de los primeros helados Manresa,  para poder nosotros comer, dada la situación del momento, se cambiaban los helados por comida de la  US Army.  Iniciamos un proceso de revolución musical religiosa  con Eduardo de Zayas, y salimos a vender casa por casa un disco 45 que grabamos en Radio Televisión Dominicana. Ayudamos a llevar agua al barrio. Fundé el club cultural 24 de abril en el Km 12 de la Carretera Sánchez,  pienso que el primer club cultural del país. Cosas curiosas de la vida, estuve un tiempo acompañando  al P. Arango, el de la JOC, en sus visitas a distintas partes de la ciudad, la que más recuerdo fue el haber ido al Palacio de la Policía por alguien.

A los dos años, en el 66,  fuimos A Venezuela, Los Teques donde estudiamos “estudios clásicos” e hicimos historia.  Después de dos años  regresamos, pero a Santiago de los Caballeros  para fundar al lado de la UCMM el centro Belllarminio. Pasamos a estudiar filosofía en la universidad.

Estuve 5 años dentro de la Compañía de Jesús. San Ignacio de Loyola le llamaba la mínima,  yo aun  le digo así, la mínima. Cuando salí de la mínima me quedé en Santiago, en una pensión, la de Doña Ninín vda. Grullón, en la Eladio Victoria.

Pensándolo bien, quizás yo debí haber llamado a este escrito, mi amigo Luis, después de todo el  es el responsable de yo estar aquí. 

12 de noviembre 2010


jueves, 18 de noviembre de 2010

Se que lo vi

No todos tenemos la misma capacidad. Algunos dicen oír lo que otros no oyen, ver lo que otros no ven, sentir lo que a otros ni se les ocurre sentir.  También, por supuesto, pensamos que ha sido así y es solo producto de mi imaginación, esquizofrenia, mi mente, mi falta de químicos o exceso de ellos.

Pero, lo vi. Tengo dos testigos del hecho, no que ellos lo vieran no, es que ellos sufrieron la consecuencia de lo que yo vi, mi reacción, mi después de ver. Me dió un ataque de pánico, lloré y lloré y lloré, estuve llorando con gemidos, sin poder emitir palabra casi una hora o más.

Debo aclarar que yo soy de los elegidos a ver, y sentir, escuchar aun no.  Pero cuando menos me lo espero siento lo que al otro ser le pasa, y hay una empatía inmediata y digo cosas sin parar como que va a ser inteligente, pero deben entender que la escuela no es lo que le gusta, sino la música, hay cosas más altas para él, y estoy hablando de un niño que aun no habla o habla poco. De pronto le digo a alguien eso no va a ser así, va a ser de x o de y manera, y te aseguran que se van a  casar y yo de pronto le digo que no, que no me pregunten,  pero eso no se va a dar y no se da.

¿Cuando sucede?, no sé, de pronto, pero se da, y quienes me rodean lo saben, soy medio brujo, dicen. Hubo una época que quien daba el sí al novio o la novia era yo, por lo que yo sintiera. Aclaro, puedo sentir lo de otros, pero no de mi y lo que más quiero, no se me es permitido, estoy bloqueado. Puedo ver una casa en humo saliendo de un lugar especifico, al otro día revisan y por poco había un cortocircuito, pero no puedo ver la mía. La de otros si, y no a todos. Hubo una época que hasta me trasladaba en astral o como deseen llamarlo, y decía lo que veía, cosas eh, ya lo dejé, ya es esporádico, pero hace poco me pasó lo del niño, pueden pensar que era el vodka, pero no.

Criatura  que quiero o me interese y niño o niña a la  que le pongo la mano sobre su cabeza y siento el cosquilleo de su energía, su carga, o simplemente no la siento porque no hay. Una vez echándole agua o bautizando a uno de los sobrinos, me fui, es más fuerte que yo, lo sentí, me fui, pero como me mandaron, id y bautizar, o fue a los apóstoles nada mas?, fue a todo cristiano, y yo aun soy de ese grupo, pues lo bauticé. Pero de que me fui en trance, me fui. Todo se nubló y se me dijo: es más que tu.

Muchos dirán que estoy blofeando, bueno, eso es parte del todo, pero no.

El caso es que lo vi. Era atardeciendo, poca luz para uno concentrarse, meditar, no pensar, meditar, sin hablar, uno mismo  con lo más recóndito de ti.  Ahí estaba frente a mí, sus ojos negros o marrón obscuro brillaban como luceros, me miraban, me arropaban.   Cerré los ojos, los volví a abrir, ahí estaba, no se había ido. Era diferente a como me habían dicho, a como lo pintan, no era algo fuera de este mundo, era normal, un ser común y corriente, pero su sonrisa tenue a lo  Mona Lisa me decía que me amaba. Su nariz como la de su raza, su pelo negro o castaño  enmarañado, si yo lo vi, no duden de eso.  Pueden que ustedes opinen que son cosas de la mente, pero no,  no cabe dudas, lo vi, lo sentí muy adentro, su amor  me removió todo hasta el punto  de que no pude dejar de llorar. Les juro que lo vi. Mis testigos saben que no podía dejar de llorar, lo vi.    

       31 de octubre 2010.

martes, 16 de noviembre de 2010

Los Amorios

Mary Tere la amiga intima de mi hermana vivía frente a nosotros en Kohly, el reparto,  en un edificio de apartamentos.  Ella tenía amores eternos con Federico. Yo  la encontraba lo más bella del mundo, la veía desde lejos, ¿qué podía hacer?  Un bicho de 7 u 8 años y ella una adolescente bien formada. Cuando entre en la pubertad la diferencia se sentía menor, siempre desde mi punto de vista, pero no el de ella que solo se reía con mis miradas al descuido.  Hace unos meses la visite, visita familiar, sigue siendo todo una mujer.

Casi en frente de nosotros  vivía una familia con dos hijos. El varón, menor que yo, andaba para arriba y para abajo conmigo en la bicicleta y su hermana mayor, era otra cosa. Su padre era funcionario del nuevo gobierno, la madre siempre en casa confiaba en mí hasta la tapa, por eso su hijo andaba conmigo para arriba y para más arriba. Una vez, unos vecinos que vivían entre ellos y el edificio de Mary Tere, me denunciaron  por haberles roto las instalaciones de agua. El gobierno revolucionario  estaba instalando la línea de gas en la cuadra  justo al lado de la tubería de agua,  alguien dio un picazo y como no había agua en servicio a esa hora, no se dieron cuenta del hoyo en cuestión. Nosotros pusimos piedras para evitar el géiser. El caso es que termine dentro de una perseguidora, patrulla de la policía, ya que los oficiales muy cortésmente  me fueron a buscar a mi casa. Todos los vecinos viendo el caso. Cuando la señora me vio en la patrulla salió a defenderme, a su trabajadora del servicio le dio un ataque en el piso con patadas y todo, como epiléptico. El caso es que lograron sacarme del carro policial y no me llevaron.  Gracias a la mama de María Cristina volví a respirar y mi mama también.

Como podrán darse cuenta, tenía todas las de ver a María Cristina cuando quisiese aunque era más fácil que ella fuese a verme a la escalera de mi casa y ahí hablábamos y nos enamorábamos hasta que vino un fuego inmenso en la 41. Se veía el fuego desde la casa y  era a solo cuatro cuadras. Las llamaradas ahí   ¿qué hace un varón ante eso?, ir a curiosear. Deje a María Cristina plantada en mi escalera y bici en mano, a ver el fuego. Ese fue el final de las visitas de María  Cristina.

Todas las tardes pasaba ese Ford gris del 56 placa 40870 para ir a la calle 38, detrás de nosotros la 42ª. Inmediatamente tomaba mi bici y cogía la 38 en contraria para verla bajar. Delgada, rubia, pelo largo, distante. Nunca supe su nombre, ella ni se daba cuenta de mis piruetas, o se hacia  la que no,  pero sigue siendo la rubia del Ford gris.

Detrás de mi cuadra había un garaje donde se guardaban vehículos y detrás vivía una familia de apellido Fernández.  Eran varios hijos, entre ellos dos hembras, la más pequeña,  Josefina.  Nada que pueda  abundar mucho salvo que al salir yo de la isla mantuvimos un intercambio de cartas bastante fuerte y oh, sorpresa, un día tocaron a la puerta y ahí estaban las dos hermanas.  Caminamos y caminamos los tres, al otro día ella iba para Nueva York. Lo escrito se quedo escrito, las promesas quedaron ahí, mas no volvimos a saber el uno del otro.

Mi primo Manolo me hizo conocer a Rita, la alemana, no sé si era alemana o no, pero así le decíamos. La conocí en el verano donde estudie “maquniiilla” typewriter, en el Ada Merritt, el   junior high cerca de donde vivíamos por la 6 avenida y tercera calle.  Yo privaba en buenon con mi tiparillo en la boca y siempre bajo la tutela de mi primo Manolito, el que sabía qué hacer. Le pedí amores, negado, solo me ofrecía amistad y yo de bien entrenado dije que no podía verla como amiga así que o todo o nada, me quede con nada y me fui como un cohete.  Recapacite. La insistencia es un arte y el hablar por teléfono otro, y de esto   mi primo Manolito no me enseño nada, sino que lo improvise y todos los días llamaba, ella lo tomaba, hablábamos y a esperar hablando la canción, Goobd bye my love, pleasent dreams…  Mi tía Georgina me hizo dejar el teléfono, mucho tiempo hablando, decía,  gracias a ella  empecé a visitarle,  cerca del rio, por la Flagler y… cayo, la insistencia. Tanto la busque para luego dejarla por Haina, que cosas, eh! Una vez fui a buscarla, vestido de negro y mi cuellito blanco en el medio  y todo, cosas de las “materias pendientes”, pero ya el barrio era diferente y nunca la encontré.

Maria era un amor, debe seguir siendo un amor, en Los Teques, Venezuela.  Me volví  loco, perdí los estribos, pero cosas de Dios, no podía, que dolor, que incertidumbre, pero las cosas de Dios predominaron.

 Miled tiene razón, si viese  hoy a esas maravillas puede que ya no lo sean. Me dijeron que María Cristina vivía en Nueva York y estaba  no muy visible, las caderas demasiado pronunciadas para ser modesto. Maria de Venezuela, la busque cuando fui, hable con su hermana, ella se había mudado de pueblo para Barquesimeto  casada, me reiteraron que muy bien casada con un medico.

¿De  Dominicana?  No, de por acá, nada que contar, es mejor así.

15 de octubre 2010, en honor de Miled  Ramia que me hizo recordar. 

jueves, 11 de noviembre de 2010

La Salida.

Un viernes 26 de mayo por Pan Am. El día antes los sacerdotes y monjas de la isla habían sido expulsados y estaban por el Hotel Everglades en el “downtown”.   Varios días antes todos los colegios privados habían sido intervenidos y pasados al estado. El primero de mayo anterior la revolución se declaraba marxista leninista.  El 17 de abril la invasión desde Centroamérica había llegado y fracasado horas más tarde al no contar con el apoyo aéreo prometido por los organizadores de la acción armada. Los invasores estaban presos y eran cambiados por tractores y arados los cuales fueron expuestos como trofeos  a  la entrada del Estadio de la Tropical en la calle 42, a una cuadra de mi casa. Era el año 1961.

Un viernes 26 de mayo en vuelo comercial desde el aeropuerto José Martí a eso de las 11 de la mañana después de ser revisados de arriba abajo y de abajo a arriba y a mi hermana en cuarto privado un poco más de lo ella hubiese deseado, nerviosos, dejando a mis padres atrás sin saber cuando los veríamos, dejando todo atrás sin saber las implicaciones que esto conllevaba, solo siendo participes.  Nueve días antes hicimos filas largas, inmensas, que doblaban las cuadras  en la Habana Vieja para ser vacunados, todos éramos personas que íbamos a salir y todos lo sabíamos, pero nadie se hablaba, era con un mutismo total, solo los que pasaban a pie  nos recordaban que éramos gusanos . Esa madrugada salimos  a vacunarnos, que nadie nos viera, pero la vigilante de la cuadra, del servicio doméstico de alguien y   del Comité de Vigilancia,  estaba en el techo del edificio azul y blanco de enfrente a casa, nos vio y anotó.

Un viernes 26 de mayo abordamos el avión. El dinero llego el 24 enviado por mis tías de Miami. El día anterior, el 25, fuimos al Vedado, por la Rampa,  a comprar los tickets. Nos sentamos atrás del lado izquierdo del avión y desde la ventanilla se veía el edificio, no sabíamos que era la última mirada, no sabíamos que todo sería distinto. Mi hermana solo era un lloro, yo nervioso tratando de hacer el papel de hombre. Llegamos casi de una vez a Miami, cerca de las 12 y algo. Pasamos a migración y ahí nos pararon. Las nuevas autoridades entendían que yo tenía 7 años más de edad, no 14 y mi hermana no era mi hermana, sino mi esposa.  ¡Qué estupidez! Cualquiera que viese una foto de nosotros en aquel entonces sabía que yo era un enclenque, imberbe y mi hermana toda una bella mujer de 21 años. Ni para atrás ni para adelante. Interrogatorios solos, acompañados los dos. Nada. Cerca de las cinco de la tarde nos dejaron salir. Mi hermana con su maleta y yo sin nada, no llegó. La recibí 42 días después, cuarenta y dos días más tarde, cuatro y dos días later, other day. Yo con mi traje marrón, se estilaba viajar con traje, saco y corbata en aquel entonces. El lunes temprano teníamos que reportarnos a tomar huellas, fotos  en la Biscayne.  Nos dieron un PAROLE. ¿Qué hice con la ropa?  Simple. Lavarla todos los días y secarla detrás de la nevera o Frigidaire como decimos los de por allá. En el primer trabajito saque y compre lo necesario como medias, ropa interior y unos zapatos negros con hebilla, me recuerdo de la hebilla plateada  al lado.

Un viernes 26 de mayo ya casi de noche llegamos al hotel América en el downtown, al lado justo del Everglades,  la tía Adelaida era la manager, pasaríamos la noche ahí y al otro día yo iría donde mi tía Georgina,  mi hermana seguiría con Adelaida. Se entendía que como Manolo estaba en la casa yo me iba a sentir mejor así, y así fue.

Un viernes 26 de mayo mi primera comida en territorio extranjero fue en una fonda cerca de la iglesia del Gesù y como era viernes no se comía carne y comí bacalao a la vizcaína con arroz y plátano maduro. Puede ser que por eso me gusta el bacalao.  Mi hermana no comió o cenó, aun ella estaba inquieta, supongo que pensando en Nino, la registradera a la salida y el susto a la entrada a ese país. Las campanas del Gesù sonaron el miércoles siguiente  a media mañana, la noche antes habían matado a Chapitas, así lo conocíamos nosotros,  Trujillo había muerto. 

Ese viernes 26 de mayo no hay manera que deje de martillarme.  Mis padres decidieron mandarnos fuera con todos los papeles de la Patria Potestad  y todo, por si no nos volvíamos a ver.  Salimos para no ser parte de un posible adoctrinamiento. Salimos sin saber muy claro  lo que hacíamos e íbamos hacer en un futuro.  Salimos  ese viernes 26 de mayo de 1961 a las 11 de la mañana por Pan American vuelo…

2 de noviembre 2010

martes, 9 de noviembre de 2010

Lupita

¿Cómo llego Lupita donde mi?   Yo tendría 7 años, y fue un amor a primera vista. Siempre dormía con ella y en cierto sentido aun lo hago. Es lo único que saque de la isla además de lo de mi primera comunión y la corbata de graduación  de séptimo curso, color  verde botella. Es lo único que está en mi cuarto del  aquel entonces, un poco deteriorada por el tiempo.

Puede que vino con mis tías María y Paquita de unos de sus viajes a México, a ver la familia, ellas permanecieron siendo mexicanas, no cambiaron la nacionalidad como mi mama y por esa decisión de dejar de ser mexicana nos quedamos en Miami y no pudimos ir a la ciudad de México a vivir.

En el fondo mi mama decía que ella no era Mexicana, sino Yucateca, de Mérida. La razón de ella ir a la isla siendo una casi adolescente fue porque mi abuela, María del Carmen había fallecido y no podía quedarse sola.  A los varones de su familia, ni a hermanos ni a su padre Santiago, conoció. Nadie me ha dicho, pero siempre he sospechado que dejaron de existir en la revolución.  No la de Pancho Villa, ni contra Don Porfirio Díaz, sino a favor de la Republica de Yucatán, pero los aztecas del DF les ganaron y los mayas de Yuca pasaron a ser de por siempre mexicanos. Esa no fue la misma suerte que corrieron los países de Centroamérica  que si pudieron separarse de México, puede  ser gracias al Dios vecino del norte que necesitaba las frutas y vegetales del área sin control, Yucatán no recibió esa “ayuda”. Si hubiesen previsto el éxito de Cancún de seguro les hubiesen “ayudado”.

Lupita es morena, linda, de ojos obscuros, su tez es suave,  sientes que te ve, te retrata en un instante.  Hay algo angelical en ella que confías de una vez y le cuentas sus intimidades aunque ya ella las sabe  desde antes de comenzar a hablar, recuerden que dije que ella retrataba a uno .

Su vestido azul celeste  y blanco, no hay verde y rojo mexicano, ni con angelitos a sus pies, ni estrellas pintadas. Eso son adiciones hechas  por algún español de mal gusto que no entendía que una adolescente india morena pudiese vestir un vestido sencillo  y lucir preciosa,  tuvo que retocarla. Los estudios científicos así  lo han demostrado, una tinta y colores desconocidos aun su procedencia, y otros propios de la época posterior.

Pienso que sí, que fue en un viaje, que incluso me trajeron un traje de charro bien caluroso, picaba, pero que elegante uno se veía con su sombrero y por supuesto por ahí andan las fotos que lo atestiguan, un pequeño charro guapetón.

¿Cómo se que Lupita me escucha?  Bueno, mi cabeza me lo dice.

Cuento siempre que un día en mi cuarto en la isla, siendo un casi púber, o fue en cuarto de primaria cuando la profesora de matemáticas me dio un boche delante de todo el mundo por no saber la división ya que  había estado  enfermo y no podía  asistir a clases, y hasta Tete, mi vecina y subdirectora fue a ver qué pasaba por tantos gritos y ladridos  ante un flaquitín indefenso como yo parado delante de la pizarra,  o fue en quinto cuando nos pasamos hablando en clases de la perra Laika y del Sputnik por no sé cuanto tiempo en que estuve enfermo y cuando  volví a clases aun se hablaba de los rusos en el espacio, y eso que los rusos aun no habían llegado para adueñarse de la isla. El caso es que yo era enfermizo. Le propuse un mal día a la Lupe que si había hecho algo no correcto me castigase y cosas de la vida, por casualidades quizás, estuve en la clínica un mes con principio de tifus por tomar agua de la llave o pluma del diminuto jardín donde tenía mi cosecha de tomates, ajíes picantes  y tilo. El  Doctor García, el médico de la familia quien iba a domicilio, así lo decreto. Estuve aislado.  De ese mes solo recuerdo unas nalgas llenas de postillitas de tantas inyecciones y una leche tibia muy sabrosa  en la tarde, un  cuarto solo para mí de color verde que daba a la calle y podía oír el ir y venir de los carros y las guaguas, muchas guaguas,  y mi mama, papa llamaba mucho, solo pasaba  al  anochecer.

Bueno Lupita o quien fuese, se la lucio, ¡un mes!

¿Que habré hecho yo para un mes?  O me tomaron en cuenta lo de mis vidas pasadas también.

Ya saben, el respeto a Lupita creció y a obedecerla no más.

Veía  las películas en blanco y negro sobre ella, así como las de Marcelino Pan y Vino .  Marcelino hablaba con Jesús y yo con su madre morena adolescente, así que estábamos a mano, Marcelino y yo.

Descubrí  el otro día que detrás de su fotografía tenía una lista hecha a mano de todas las personas que yo le había asignado para que velara y protegiese. Espero que nadie de la lista haya pasado un día en la clínica como yo. No voy a decir sus nombres por si acaso.

El 12 del 12 es su día, a nivel de toda América, es la única versión de la madre de Jesús que no es invención del hombre, ella misma se invento en el manto del indio Juan Diego. Las fotos tienen detalles de su ojo donde están las imágenes de las personas de la época reflejada, ya eso yo lo sabía, mi imagen debe estar también en su Corazón.

¿Sera por eso que los mayas terminan su calendario el 12 del 12 del 12? ¿Quién sabe?  Hay tantas coincidencias como mi mes en la clínica…

Si  necesitan una madre dulce, tierna, suave, mimosa, joven, linda, humana, morenita, Indiana…les presto  la mía, a mi Guadalupe, Lupe, Lupita.  Quizás también la acaricien como yo y se le humedezcan  los ojos al hacerlo.  Eso de saber de que ella siempre esta ahí para cuidarme, no es fácil!

09 de octubre, 2010.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Nino

A Nino lo conocimos en la isla. Trabajaba en una  fábrica famosa de gomas para autos como ingeniero. No era ingeniero, pero estudiaba ingeniería. No termino, como tantos que dejaron su vida a mitad de talle por culpa de las circunstancias que otros escriben y unos la sufren.

Pasaba con su oldsmobile gris verdoso del  57 hacia su casa o apartamento que compartía con su mama y hermana. Su padre vivía en el interior, más bien se quedo en el interior y ellos emigraron a la capital. , Mi hermana acechaba cuando pasaba y luego había una llamada.

Como se  conocieron, no sé. Como se enamoraron, no sé. Solo sé que sabia de esos amores porque los había visto juntarse en casa de una amiga de mi hermana cerca del parque donde yo iba a montar bicicleta.  Yo vivia en una bicicleta.

A mí me convenía ese noviazgo, pues me llevaban al cine a ver películas de adultos. Nunca se me olvidara  Orfeo Negro, brasileña, y otras como Un Gato sobre el Tejado Caliente que su musical era todo un éxito en Radio Kramer, la emisora que yo escuchaba.  El Apoderado Potemkin también la vimos y otra que no recuerdo el nombre pero me impacto, fue sobre la Guerra mundial vista desde el lado japonés. Era la época de que las películas no americanas empezaron a llegar a los cines.

Nino era mayor que mi hermana y su falta de cabello y seriedad lo hacía más serio. No recuerdo que se riera, pero se sonreía  a cada rato con un “jum” entre labios y se le cerraban los ojos.

Yo diría que a pesar de mi corta edad él y yo nos empatamos.

Nunca puedo dejar de olvidar cuando me invito en su auto a comprar pica pollo al lado del supermercado que estaba en la 41 y 42. Era le época también en que la revolución buscaba hacer uso de los productos nativos. Nos sentamos al mostrador, casi de una vez   nos trajeron los muslos empanizados dentro de una cesta plástica roja y procedimos a lo que íbamos. Note que los muslos eran tiernos, sabrosos, pero  el hueso era diferente, pero como  estaba bueno no dije nada. Cuando terminamos de comer regresamos y ahí es que el me confiesa que había comido ancas de rana. Nino era muy culto.

En el exilio hablábamos mucho, comentábamos textos que hubiésemos leído, investigaciones que el conocía. Escuchaba música instrumental. Era callado, en líneas generales, reservado, pero le gustaba compartir temas “inteligentes”

Cuando llegaron de Miami los dólares para salir de la isla un miércoles 24 de mayo mi padre lo llamo. Fuimos  mi hermana y yo el 25 con él a Pan Am donde un amigo que trabajaba allá para comprar los pasajes para al otro día, viernes 26.  Mi hermana desconsolada. Yo chocado, todo se hizo a mi espalda, no participe de nada. En la noche fuimos a despedirnos de mi tío Rafael, el nos llevo, caramba mi tío Rafael!, pero eso es otro caso.   
No recuerdo si él nos llevo al aeropuerto o si fue Manuel el de la piquera, línea taxis, solo recuerdo a mi hermana en mar de lágrimas porque dejaba a Nino atrás. El salió de la isla después que mis padres y paro en mi casa antes de ir a Chicago a donde se dirigió a vivir. Como imán se llevo a mi hermana días más tarde donde se casaron. Nosotros no pudimos asistir. Luego mi hermana arrastro a mis padres ante la presión de las autoridades de desalojar la ciudad de los nuevos emigrantes.  Más tarde, como todos, regresaron a Miami  donde murió.

No murió de una vez, no. Nino era digno de estudiar. No podía caminar, pero todos  los días corría en el terreno frente a su casa. No podía ver, pero vivía de hacer dibujos de gabinetes ayudado de una lupa. Le gustaba cocinar, hacer asados y su famoso chofan o arroz frito.  Tenía muchos amigos, todos bebían, contaban anécdotas  y el no bebía  tanto, movía el vaso, solo se sonreía.

Un medio día me llamaron diciendo que Nino había muerto, yo  estaba en la Universidad. Los que todo lo ven me dijeron que estaba trabajando en las afueras, Opa -Locka quizás, le dio un fuerte dolor en el pecho, lo llevaron a emergencia, pero era tarde. Sufrió un infarto, forma feliz de  morir.

Fui a acompañar a mi hermana, hable en su velatorio, no recuerdo lo que dije, puede que  parte de lo que acabo de decir. Nos quedamos con algunos datos que luego repetimos como si nadie los conociera.
Alex, mi sobrino-ahijado y yo, nos encargamos de empaquetar y regalar a la iglesia sus pertenencias y, a la biblioteca  sus libros.

Es difícil hablar de mí sin tener a Nino presente. De eso hace  tanto tiempo, en los 80’s   Hoy Nino esta con mi mama, en la misma morada física, pero sé que no andan juntos en la otra morada, el regreso.

05 de octubre 2010

martes, 2 de noviembre de 2010

Crema de esparragos.

Esta noche pedía sopa.  Las noches piden sopa, hay menos calor.

Busque una de las Campbell. Encontré una crema de espárragos. Inmediatamente vino mi tía Georgina a la escena.

Mi tía Georgina, al igual que Paquita, mi otra tía, pero de madre, no como Georgina  que era de parte de padre, no sabía cocinar, eso de cocinar cocinar, no.  Pero todos los viernes yo caía de paracaídas a cenar en su apartamento de la decima avenida, con primera del South West.

El menú no variaba mucho. Los bistecs más ricos del mundo, con su arroz y su sopa Campbell de espárragos o de green pea, creo que la sopa es la que variaba.

Ir  a cenar significaba comer la carne de la semana, solo esa noche, viernes y siempre viernes comía carne. Supongo que como se cobraba los fines de semana, pues ese era el día. Mi tía Georgina trabajaba en la lavandería a dos cuadras de la casa.

Ella y mi casi tía Adelaida fueron las que mandaron los dólares para que mi hermana y yo saliéramos de la isla y luego mis padres. Mi hermana se quedo a vivir con Adelaida en la playa, Miami Beach y yo en el South West con Georgina. Realmente debió ser al revés porque la debilidad de Georgina era mi hermana.

Cuando mis padres salieron tres meses después que nosotros pasaron por la playa, pero terminaron mudándose, mudándonos a dos cuadras de Georgina.  Mi primo Manolo y yo éramos como hermanos. Mi primer beso real a una chica, fue responsabilidad de Manolo, en el techo del hotel donde vivía Adelaida con una americanita pecosa que nos vio a los dos como buenos besadores, mi primo primero y yo después, el siempre  fue mas avivato que yo, yo era o soy mas mojigatoso.

Nos íbamos a pie hasta el downtown, doce cuadras de esas americanas, para hacerla más corta cantábamos a dúo, The Book Of Love o cualquiera de moda,  cuál de los dos más desafinados! Tomábamos  un bus por un dime hasta  la playa y caminábamos hasta Ocean Drive y la 6ta, a la playa, frente al hotel  de Adelaida con la excusa de ver a mi hermana, era verano.  Aun no había otras cosas en que pensar como el Directorio o la Juventud Católica.

Papa decidió que el que estaba en edad de estudiar  era yo, y por tanto, era yo quien debía ir los viernes donde mi tía, a comer carne y mi sopa de espárragos.  Pero no solo iba a comer, sino compartir con los otros muchachos y muchachas  del edificio, leer revista MAD, ojear algún Playboy clandestino,  escuchar la radio  WQAM, 560 en el dial de la AM, no había FM que yo recuerde. Siempre esperábamos las  11 p.m. para oír una canción, “good night my love, pleasent dreams…”  y nos íbamos a dormir. Era la época de Neil Sedaka, Paul Anka, Bobby Darin y otros  que nos hicieron suspirar.  

Todos estos recuerdos gracias a una lata de sopa,  claro,  de espárragos.

05 de octubre 2010