A Nino lo conocimos en la isla. Trabajaba en una fábrica famosa de gomas para autos como ingeniero. No era ingeniero, pero estudiaba ingeniería. No termino, como tantos que dejaron su vida a mitad de talle por culpa de las circunstancias que otros escriben y unos la sufren.
Pasaba con su oldsmobile gris verdoso del 57 hacia su casa o apartamento que compartía con su mama y hermana. Su padre vivía en el interior, más bien se quedo en el interior y ellos emigraron a la capital. , Mi hermana acechaba cuando pasaba y luego había una llamada.
Como se conocieron, no sé. Como se enamoraron, no sé. Solo sé que sabia de esos amores porque los había visto juntarse en casa de una amiga de mi hermana cerca del parque donde yo iba a montar bicicleta. Yo vivia en una bicicleta.
A mí me convenía ese noviazgo, pues me llevaban al cine a ver películas de adultos. Nunca se me olvidara Orfeo Negro, brasileña, y otras como Un Gato sobre el Tejado Caliente que su musical era todo un éxito en Radio Kramer, la emisora que yo escuchaba. El Apoderado Potemkin también la vimos y otra que no recuerdo el nombre pero me impacto, fue sobre la Guerra mundial vista desde el lado japonés. Era la época de que las películas no americanas empezaron a llegar a los cines.
Nino era mayor que mi hermana y su falta de cabello y seriedad lo hacía más serio. No recuerdo que se riera, pero se sonreía a cada rato con un “jum” entre labios y se le cerraban los ojos.
Yo diría que a pesar de mi corta edad él y yo nos empatamos.
Nunca puedo dejar de olvidar cuando me invito en su auto a comprar pica pollo al lado del supermercado que estaba en la 41 y 42. Era le época también en que la revolución buscaba hacer uso de los productos nativos. Nos sentamos al mostrador, casi de una vez nos trajeron los muslos empanizados dentro de una cesta plástica roja y procedimos a lo que íbamos. Note que los muslos eran tiernos, sabrosos, pero el hueso era diferente, pero como estaba bueno no dije nada. Cuando terminamos de comer regresamos y ahí es que el me confiesa que había comido ancas de rana. Nino era muy culto.
En el exilio hablábamos mucho, comentábamos textos que hubiésemos leído, investigaciones que el conocía. Escuchaba música instrumental. Era callado, en líneas generales, reservado, pero le gustaba compartir temas “inteligentes”
Cuando llegaron de Miami los dólares para salir de la isla un miércoles 24 de mayo mi padre lo llamo. Fuimos mi hermana y yo el 25 con él a Pan Am donde un amigo que trabajaba allá para comprar los pasajes para al otro día, viernes 26. Mi hermana desconsolada. Yo chocado, todo se hizo a mi espalda, no participe de nada. En la noche fuimos a despedirnos de mi tío Rafael, el nos llevo, caramba mi tío Rafael!, pero eso es otro caso.
No recuerdo si él nos llevo al aeropuerto o si fue Manuel el de la piquera, línea taxis, solo recuerdo a mi hermana en mar de lágrimas porque dejaba a Nino atrás. El salió de la isla después que mis padres y paro en mi casa antes de ir a Chicago a donde se dirigió a vivir. Como imán se llevo a mi hermana días más tarde donde se casaron. Nosotros no pudimos asistir. Luego mi hermana arrastro a mis padres ante la presión de las autoridades de desalojar la ciudad de los nuevos emigrantes. Más tarde, como todos, regresaron a Miami donde murió.
No murió de una vez, no. Nino era digno de estudiar. No podía caminar, pero todos los días corría en el terreno frente a su casa. No podía ver, pero vivía de hacer dibujos de gabinetes ayudado de una lupa. Le gustaba cocinar, hacer asados y su famoso chofan o arroz frito. Tenía muchos amigos, todos bebían, contaban anécdotas y el no bebía tanto, movía el vaso, solo se sonreía.
Un medio día me llamaron diciendo que Nino había muerto, yo estaba en la Universidad. Los que todo lo ven me dijeron que estaba trabajando en las afueras, Opa -Locka quizás, le dio un fuerte dolor en el pecho, lo llevaron a emergencia, pero era tarde. Sufrió un infarto, forma feliz de morir.
Fui a acompañar a mi hermana, hable en su velatorio, no recuerdo lo que dije, puede que parte de lo que acabo de decir. Nos quedamos con algunos datos que luego repetimos como si nadie los conociera.
Alex, mi sobrino-ahijado y yo, nos encargamos de empaquetar y regalar a la iglesia sus pertenencias y, a la biblioteca sus libros.
Es difícil hablar de mí sin tener a Nino presente. De eso hace tanto tiempo, en los 80’s Hoy Nino esta con mi mama, en la misma morada física, pero sé que no andan juntos en la otra morada, el regreso.
05 de octubre 2010
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