martes, 30 de noviembre de 2010

Solitario.

Definitivamente  soy un hombre solitario, no solo, sino solitario. Necesito mis espacios.  Leer, escribir, ver TV, mirar el techo, pensar, meditar, volver a ver el techo. Me gusta estar con otros, pero sin gritar, bocear, hablar fuera de tono. Me gusta más la intimidad.  Conversar con dos o tres personas,  intercambiar, preguntar y preguntar.  No me gusta que me invadan mi territorio. Si fuese un can orinaría a cada rato todo a mi alrededor.

Solitario, de vez en cuando sin nadie cerca de mí.  Solo conmigo mismo, pero no siempre, que conste.

Hablando de solitario. Aun no era un púber y mi tía Lía me enseño a jugar solitario. Cartas españolas. Lía  se pasaba horas y horas jugando sola, solitario.

Rosalía era su nombre real, mi tía abuela.  Tía de mi padre y sus otros 5 hermanos, eran 3 varones y 3 hembras.  No sé la razón, pero  Lía se encargo de ellos 6, los crio y los llevo a feliz camino. Nunca se caso, no habría tenido tiempo para eso con tantas responsabilidades de criar seis. Nunca supe  donde salía el dinero, si  hacia labores para buscar lo necesario o había un bien de familia, no sé, solo que ella los crio, educo.

Como ya dije no se caso. Prefiero pensar  que una mujer tan sagaz, astuta e inteligente no iba a encontrar un hombre a su nivel. Prefiero pensar que ningún hombre se merecía su dedicación, bondad, suavidad y entereza excepto sus sobrinos – hijos,  o hijos – sobrinos.

Vivía  en los últimos tiempos con mi tío Rafael en la playa de Tarara, donde tenía su propio habitat espacioso y privado dentro de la casa de playa.  Nosotros, menos pudientes que mI  tío, y más en número, la recibíamos para las navidades y en el verano.  Por lo menos en esos días.  Al llegar se hospedaba en mi cuarto con su baño aparte y en un medio piso que le daba privacidad. Yo se lo cedía. Nunca me costo, ni me importuno que ella se hiciese dueña del cuarto. Yo dormía en un catre tipo  ejército en un hall o pasillo del piso bajo.

Me gustaba oír sus cuentos y estar con ella. Hoy, no sé por qué, pienso que la tendencia espiritual y mis inquietudes en esa rama, se lo debo a ella. No tengo detalles, pero es así.  Sé que sentía “cosas”, las “veía”. Todos la respetaban, mas aun con su avanzada edad que es cuando estuvo en contacto conmigo.

Siempre digo que ella me enseño a beber. Si, es así. Yo era tan flaco en aquel entones y tan desganado que cuando la visitábamos en su casa que compartía  con otra hermana antes de mudarse con Rafael, cerca de mi tía Georgina,  me daba medio vaso de cerveza o un vasito cervecero entero. ¿Cuándo?  Antes del almuerzo, y yo comía.

Celebrándose  en la Habana la manifestación de los campesinos o guajiros, ella estaba interna, se estaba yendo, cáncer. Recuerdo que vomitaba mucha sangre.  Me llevaron a verla, a despedirme, eso entiendo ahora. Trate de besarla y no quiso, por lo de la sangre. Recuerdo que me dijo que me iría muy bien en los estudios, seria estudioso, un hombre de Dios y maestro.

Bueno, quien me conoce hoy día diría que profetizo.  Yo he recordado todo esto con el tiempo, pero en aquel momento no lo tome muy  en cuenta. Lía se fue con la revolución, llegando una saliendo la otra. Yo ni pensaba dejar atrás tierra que nos vio nacer, mientras ella  no pudo vernos crecer como hombres.

Guardo una foto de ella, Rosalía Ruiz,  más joven que cuando la conocí, elegante, alta, esbelta tendiendo a delgada y con su carácter recto, no dominante, pero imponente con su suavidad convincente. Sus ojos brillosos.

Lía era la madre que mi padre no conoció, ella hizo ese papel, con él y con los otros cinco. Si había que decidir algo y no había claridad para la decisión, ella aconsejaba humildemente lo debido y se hacía.  Cuando ella se fue, mi tío Rafael junto a mi papa, los dos  asumieron el rol, los nuevos jefes de la familia. Se de eso, cuando mi padre murió, me toco a mí. El mando de generaciones.

Cartas españolas, solitario, solo da  mi tía Lía en su sillón, el mío, con una bandeja de madera enfrente jugando cartas,  quizás, leyéndolas,  yo  no supe nunca, para mí era solitario.

04 de octubre 2010, 

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