jueves, 11 de noviembre de 2010

La Salida.

Un viernes 26 de mayo por Pan Am. El día antes los sacerdotes y monjas de la isla habían sido expulsados y estaban por el Hotel Everglades en el “downtown”.   Varios días antes todos los colegios privados habían sido intervenidos y pasados al estado. El primero de mayo anterior la revolución se declaraba marxista leninista.  El 17 de abril la invasión desde Centroamérica había llegado y fracasado horas más tarde al no contar con el apoyo aéreo prometido por los organizadores de la acción armada. Los invasores estaban presos y eran cambiados por tractores y arados los cuales fueron expuestos como trofeos  a  la entrada del Estadio de la Tropical en la calle 42, a una cuadra de mi casa. Era el año 1961.

Un viernes 26 de mayo en vuelo comercial desde el aeropuerto José Martí a eso de las 11 de la mañana después de ser revisados de arriba abajo y de abajo a arriba y a mi hermana en cuarto privado un poco más de lo ella hubiese deseado, nerviosos, dejando a mis padres atrás sin saber cuando los veríamos, dejando todo atrás sin saber las implicaciones que esto conllevaba, solo siendo participes.  Nueve días antes hicimos filas largas, inmensas, que doblaban las cuadras  en la Habana Vieja para ser vacunados, todos éramos personas que íbamos a salir y todos lo sabíamos, pero nadie se hablaba, era con un mutismo total, solo los que pasaban a pie  nos recordaban que éramos gusanos . Esa madrugada salimos  a vacunarnos, que nadie nos viera, pero la vigilante de la cuadra, del servicio doméstico de alguien y   del Comité de Vigilancia,  estaba en el techo del edificio azul y blanco de enfrente a casa, nos vio y anotó.

Un viernes 26 de mayo abordamos el avión. El dinero llego el 24 enviado por mis tías de Miami. El día anterior, el 25, fuimos al Vedado, por la Rampa,  a comprar los tickets. Nos sentamos atrás del lado izquierdo del avión y desde la ventanilla se veía el edificio, no sabíamos que era la última mirada, no sabíamos que todo sería distinto. Mi hermana solo era un lloro, yo nervioso tratando de hacer el papel de hombre. Llegamos casi de una vez a Miami, cerca de las 12 y algo. Pasamos a migración y ahí nos pararon. Las nuevas autoridades entendían que yo tenía 7 años más de edad, no 14 y mi hermana no era mi hermana, sino mi esposa.  ¡Qué estupidez! Cualquiera que viese una foto de nosotros en aquel entonces sabía que yo era un enclenque, imberbe y mi hermana toda una bella mujer de 21 años. Ni para atrás ni para adelante. Interrogatorios solos, acompañados los dos. Nada. Cerca de las cinco de la tarde nos dejaron salir. Mi hermana con su maleta y yo sin nada, no llegó. La recibí 42 días después, cuarenta y dos días más tarde, cuatro y dos días later, other day. Yo con mi traje marrón, se estilaba viajar con traje, saco y corbata en aquel entonces. El lunes temprano teníamos que reportarnos a tomar huellas, fotos  en la Biscayne.  Nos dieron un PAROLE. ¿Qué hice con la ropa?  Simple. Lavarla todos los días y secarla detrás de la nevera o Frigidaire como decimos los de por allá. En el primer trabajito saque y compre lo necesario como medias, ropa interior y unos zapatos negros con hebilla, me recuerdo de la hebilla plateada  al lado.

Un viernes 26 de mayo ya casi de noche llegamos al hotel América en el downtown, al lado justo del Everglades,  la tía Adelaida era la manager, pasaríamos la noche ahí y al otro día yo iría donde mi tía Georgina,  mi hermana seguiría con Adelaida. Se entendía que como Manolo estaba en la casa yo me iba a sentir mejor así, y así fue.

Un viernes 26 de mayo mi primera comida en territorio extranjero fue en una fonda cerca de la iglesia del Gesù y como era viernes no se comía carne y comí bacalao a la vizcaína con arroz y plátano maduro. Puede ser que por eso me gusta el bacalao.  Mi hermana no comió o cenó, aun ella estaba inquieta, supongo que pensando en Nino, la registradera a la salida y el susto a la entrada a ese país. Las campanas del Gesù sonaron el miércoles siguiente  a media mañana, la noche antes habían matado a Chapitas, así lo conocíamos nosotros,  Trujillo había muerto. 

Ese viernes 26 de mayo no hay manera que deje de martillarme.  Mis padres decidieron mandarnos fuera con todos los papeles de la Patria Potestad  y todo, por si no nos volvíamos a ver.  Salimos para no ser parte de un posible adoctrinamiento. Salimos sin saber muy claro  lo que hacíamos e íbamos hacer en un futuro.  Salimos  ese viernes 26 de mayo de 1961 a las 11 de la mañana por Pan American vuelo…

2 de noviembre 2010

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