Buenas noches a todos los que nos acompañan en este acto de
graduación de la camada número 26 de
bachilleres de nuestro Colegio Senderos.
Voy a enfocarme esta noche en el hecho de que Senderos recién
cumple en este mes de julio treinta años
de fundado. Comenzamos en julio de 1982 con lo que teníamos, nuestras únicas
herramientas y recursos: nuestros corazones y nuestros cerebros. Es una creación
de Ytalia con mi apoyo. Nace Senderos antes que nuestro hijo Jorge Armando, por
lo que el colegio es su primogénito, de ahí el deseo de mantener el
colegio y luchar mientras se pueda.
Senderos nace mientras Ytalia y yo hacíamos una maestría en Psicología
Educativa en INTEC; nos dimos cuenta que
en 1982 no había colegio para los inquietos, los inteligentes que preguntaban
de mas y se aburrían en clase por ser más inteligentes o despiertos que el
resto o tenían más información almacenada en su cerebro que el mismo profesor y eran catalogados de
desaplicados, con problemas de conducta y otros nombres pata justificar la
inoperancia del sistema educativo en sí.
El profesor en aquel
momento era visto como un repetidor de
datos, donde se les asignaba a los estudiantes decir la clase, en orden
numérico, y donde el número del estudiante era más importante que su nombre,
con todo lo que esto conllevaba. Nosotros presentábamos un educador facilitador
de conocimientos y compañero en el
proceso de aprendizaje, un orientador continuo del alumno. De ahí que
preferíamos el término de educador para autodefinirnos profesionalmente y nunca de profesor o maestro y mucho menos de pedagogo.
Descubrimos que no había colegio de atención familiar,
cariñosa; lo que existía era el castigo corporal, fila al sol, de rodillas en
el suelo sobre granos de maíz, o el
jalón de oreja y el reglazo. Nada de amor. Eras un número en la lista, y
nosotros luchamos por la visión de que era una persona igual que el adulto, y
este mensaje lo hicimos por televisión, en Color visión en horas de la mañana y
por medio del Listín Diario en su excelente apéndice educativo dominical en
aquellos tiempos.
Predicábamos que
podíamos crecer juntos, el estudiante y el profesor. Insistimos en que la
educación comenzaba en casa, y aun lo gritamos, lo señalamos en mis escritos
del blog, educación domestica sin necesidad del 4% es la base de toda educación
futura.
Éramos idealistas, aunque Italia siempre fue más aterrizada
que yo, y nos lanzamos a abrir clases en septiembre del 82 con todo a crédito gracias a DISESA. Pensábamos ilusamente que la fama de
educadores de Santiago aquí se conocía, pues no, hubo que reingeniarse también.
Realmente éramos unos más del montón de profesores que la sociedad captaba que como profesores debíamos esperar lo menos,
vestir lo menos, vivir lo menos como si fuésemos monjas o sacerdotes- Bueno,
esa era la visión hace 30 años.
Nos lanzamos e iniciamos “en un segundo piso en la Lincoln cerca de la
John F. Kennedy donde otra escuela funcionaba, la de Orpha Luna. Semi-prestados
nos ubicamos. 13 estudiantes de séptimo y octavo, fueron los iniciadores. Dos profesores
contratados, Rafael Medrano, hoy en España, y Margarita García hoy en Santiago
y madre de una ex reina de belleza dominicana, y nosotros dos, Italia y yo. Hoy uno de los trece fundadores del colegio está
con nosotros acompañando a su hija Karla quien se gradúa, me refiero a Carlos
Augusto Agramonte Cuesta.
Al segundo año nos mudamos a Naco, detrás del Vesuvito. Se
amplió la Educación Media y se comenzó la Básica. Fuimos reconocidos como
colegio ese mismo año.
Al tercer año nos mudamos a donde estamos. Nos entregaron un
cascaron vacio de edifico. Sin puertas, ni ventanas. Se tuvo que hacer la instalación eléctrica, la de los baños y la del agua corriente, todo nuevo. Nada
existía después de dos años cerrado, abandonado y saqueado. Lo poco que entraba se
fue invirtiendo año tras año en hacerlo más agradable. Abanicos en aulas, aire
acondicionados, pizarras blancas sin tiza. Siempre pocos estudiantes en cada
aula en una época de 40 y 50 por aula en casi todas las escuelas y colegios del
país, la educación era algo más que masiva. Iniciamos con atención casi
individualizada o personalizada y de ahí nuestro antiguo lema: “un camino para cada persona”.
Llegamos a tener 320 estudiantes y recibir autonomía
académica de una vez, en 1985, en solo tres años, antes que muchos otros centros educativos más
viejos que nosotros. Fuimos los primeros en tantas cosas!! Ingles a todos los niveles, Francés desde el
quinto curso, mandarín en Media, cómputos desde el pre escolar. Atención familiar,
de tal forma que para muchos
pasamos a ser parte de sus familias: a recibir los secretos antes que los
padres; y a su vez, a los padres
confiarnos sus dolores y alegrías.
Se incorporaron al proyecto profesores que hicieron de
Senderos su casa como Ana Maria Moya, Dolores Raposo, Reimilda Rivas, Celeste
Lemonier, Fernando Felix, Saragosa Mendez, Betania Leger, Altagracia Estrella y
juntos fuimos creciendo al encuentro del futuro.
No podemos dejar de mencionar a la Asociacion de Padres del
Colegio, hoy con el Arquitecto Roger Minier como presidente el cual se ha
convertido en una gran mano derecha e izquierda en todo momento. Antes tenemos
que mencionar a Cecilia Casella, a Felicia Carbonell, madre de Karla hoy graduándose,
al Ingeniero Alejandro Martínez, a Pedro Garrido (fallecido) y su esposa
Sabrina de la Cruz, a Rafael Corporan de los Santos (también fallecido),el Dr. Sócrates Mañón, a Rosa de Abud y muchos
otros más a lo largo de estas tres décadas.
Esta es la promoción
26. Antes por acá pasaron los hijos e hijas de artistas de la época, de mandos militares de las tres Fuerzas
Armadas y de la Policía, de personas del gobierno, de grandes empresarios como
los de las dos compañías de refrescos y cervecería, de personas respetables y
confiables, así como consular extranjero. Sin descartar personas humilde y
querida por todos los de la comunidad.
Estudiantes de otros países, como de Italia, México, España, Venezuela, Alemania,
Centroamérica, Bélgica, USA, Haití.
Como escribí hace poco en el blog de la esquina del olvido de
DJ: “Han sido treinta años tratando de educar, abrir caminos, dar luz, cariño.
Hoy nos revisamos y deseamos continuar nuestra misión a sabiendas que al igual
que hace 30 años solo contamos con nuestro corazón y nuestro cerebro, esta vez
en singular, pero rejuvenecidos por el
tiempo”.
Les damos las gracias a
todos los padres del presente y del
pasado por creer en nosotros dentro de una sociedad que lo que se ve es lo que
importa, no lo que crece dentro de cada uno como persona.
No tengo mucho que decirle a los graduandos ya saben cómo pienso, ya saben lo
que yo pienso de cada uno de ellos, nunca escondí nada, les he dicho las cosas tal cual aunque les molestase. No
vale la pena repetir más de lo mismo. Confió
haber sido honesto con mi pensamiento y con mis actos. Dios sabrá orientarlos
en que es lo mejor para cada uno en cada
circunstancia cambiante continuamente, en proceso siempre de redefinirse hasta lo
infinito.
Celebremos pues nuestros treinta
años con la graduación de estos caminantes por la vida que terminan oficialmente esta noche su
primer escalón, su primera gran etapa, dejar de ser colegiales, dejar de ser
menores de edad, dejar de ser
adolescentes con todas las consecuencias que esto conlleva.
Ustedes saben que Senderos ha
querido ser su segunda casa, su otro hogar, por lo que siempre me tendrán a su
disposición para reír, para llorar o para estar en silencio. You can always count with me, you will have a
home wherever I am.
Por último, gracias a las madres que hicieron posible la
formación y realización de este acto en
especial a Doña Felicia Carbonell y a
los estudiantes graduandos que también colaboraron. Gracias a todos por su presencia y apoyo.