Al hablar del "Paraíso" lo primero que debemos tener presente es que es un
“espacio” sin tiempo y lugar por lo que no es un “espacio” como solemos pensar,
más bien es un estado del espíritu.
Recordemos que no hablo de alma que es igual a energía, una forma de la
materia, sino de espíritu, al que algunos le llaman “mente”, como una forma de
aislarse de un término con connotación religiosa.
Espíritu, si quieren, pueden llamarle la no-materia, no anti-materia que
seria algo distinto, sino la no materia, lo opuesto a la materia, por tanto sin
ocupar espacio y lugar, sin peso y fuera del tiempo.
Por tanto el paraíso seria ese estado de la “no materia” donde percibes la
luz, la paz, la armonía de un ente superior; es ese estado de presencia mutua
al que algunos le llamarían místico. (Nosotros ante nuestras limitaciones
dimensionales nos vemos obligados a usar términos no propios para entendernos
en nuestra comunicación.)
Dentro del paraíso, como una forma de expresarme, no porque así sea, existen
“lugares” mas cercanos a esa fuente primaria de la cual emana lo que se
percibe, que a su vez trato de no llamarle energía, pues la confundiríamos con
una forma propia de ser de la materia y no lo es, sino es propia de si misma.
Y se “percibe” no se capta, porque
el captar conlleva objetivizar algo que es tocable y lo confundiríamos de nuevo
con una forma de materia, por eso uso el
termino “percibir”, similar, pero no sinónimo total; parte de nuestra riqueza
lingüística.
Ese acto de participar de lo percibido seria el estar en el paraíso, que a
su vez no es un acto solitario sino en comunidad, el espíritu se agrupa con
otros “genéticamente” similares creando unas “tribus” distintas unas de otras
por su diversidad, pero iguales en si mismas dentro de un gran panal. De ahí
que en esta dimensión hay personas con las que congeniamos de una vez desde
verlas y hasta nos parecen conocidas y es que fueron conocidas, pero en otra
dimensión.
Desde que vino a mi esta idea de
tribus, en colmenas en un momento dado, unido a ello vino la impresión de que
Guadalupe, Lupita era parte de la colmena a la que yo pertenecía, de ahí mi
unión con ella.
Cuando digo colmena es realmente una grafica de lo que seria un
diamante, grafica gigante de un diamante
donde hay luz brillante por doquier disparándose a todos lados, pero a su vez
se notan elementos triangulares que conforman el todo y ese habitat triangular
seria la de cada grupo genéticamente espiritual. Algún día al profundizar el estudio del ADN esto saldrá como
parte de nosotros, una distinción, algo que distingue y agrupa. Y aunque todos somos iguales, no lo somos, pues
unos están mas cerca del centro que otros y ahí se diferencian, por eso hay
maestros, guías, aunque todos seamos iguales.
De vez en cuando, en nuestro vivir
diario, nos cruzamos de una tribu a otra, o mas bien con personas de otras tribus, pero al regresar lo hacemos a la gran
familia de donde habíamos salido en su momento antes de ocupar un caparazón.
Siguiendo el planteamiento de los antiguos, al venir a esta dimensión y
encarnar una célula de vida que evoluciona después de ser creada por los padres
hasta llegar a ser un ser vivo con nuestras características físicas,
intelectuales y afectivas vamos olvidando lo aprendido donde antes estuvimos y
ya después de los tres años de edad bajo este cuerpo o caparazón olvidamos
prácticamente todo lo que quedaba en nuestro archivo genético espiritual.
Volviendo al “paraíso”; puede que en ese estado de conciencia “algo”
obstaculice mi percepción de ese ente superior y me produzca cierta inquietud
por no poder estar en mayor contacto con la misma o el mismo, no hay genero.
Esto suele ser “temporal”, pues todo es dinámico, nada es estable en ninguna de
nuestras dimensiones, todo avanza o decrece, pero nada es estático o inactivo.
Cual hoyo negro la materia decrece en ella hasta que desaparece para surgir
en otra dimensión con toda su fuerza y energía.
Si aceptamos que nos conformamos, somos, tres partes distintas, donde sola una es fuera
de tiempo y espacio, y es la que
regresa a tener nuevas experiencias y conocimientos, si aceptamos lo anterior
como premisa, lo demás es aceptable. Si no aceptamos ese hecho, pues todas las
ideas anteriores caen en el desierto, o
al vacío. Ya aquí entra la creencia, la cultura, la educación y más que nada la fe.
Puedo lograr que mi espíritu atemporal y aespacial en un momento no este en
mi cuerpo, sino que “viaje” a otras formas o dimensiones y hablamos así de
“trasladarnos” y poder percibir situaciones.
En el fondo mi verdadero YO es esa parte atemporal que maneja como un títere
el resto de nuestro ser natural.