En mi casa se reunía toda la familia, bajaban mis tías Paquita y María quienes vivían en el segundo piso, mi tía Lía, y trato de ordeñar mi mente pero no recuerdo más, pensé en las otras tías de mi papa, Tita y Manana, pero no las visualizo y nosotros 4. Realmente tanto el 24 como el 31 eran reuniones de ancianos, viejos, mayores de edad y mi hermana y yo, al menos eso es lo que sentía en ese momento. Mi hermana deseando estar en otro lado con sus amigas, y yo aburrido y medio. Esos días mi padre era el anfitrión, era una forma de unir la familia y agradecerles.
El menú el 24 no cambio mucho con el tiempo. Puerco asado en la casa, moro y cristianos, ensalada de lechuga, tomate, pepino y rábano; yuca con su mojo de naranja agria y ajo. Vino; turrón suave, el preferido de mi papa, turrón duro con su revestido que parece una hostia, el preferido mío, también de yema, de membrillo, nueces o coquitos, almendras, avellanas; dátiles e higos. A las 11 30 p.m. a salir para misa de gallo a la Iglesia de San Agustín. Papa’ nunca iba, yo no recuerdo haber ido siempre.
El 31, pavo relleno hecho en casa, arroz, habichuela negra, ensalada, plátano verde frito o tostones. Los dulces que hubiesen quedado y cidra con sus uvas a las 12. 12 uvas a ser comidas antes de que las campanas dejasen de tocar, como en España, es una tradición española.
No recuerdo nada distinto hasta el 58 incluido, aunque este último año no se puso nada de colores, ni arbolitos, ni nacimiento, nada. La consigna del 03C se había publicado hasta en la revista Bohemia ese diciembre, nosotros ya lo habíamos oído por Radio Rebelde en la noche. 0 cine, 0 cabaret, 0 compra. Y parte de todo eso era nada de luces. Nosotros nos reuníamos en el cuarto del medio de la casa para que no se oyese fuera en la calle las trasmisiones de Radio Rebelde, desde territorio libre de Cuba.
En qué momento empecé a armar el arbolito o ayudar a hacerlo no recuerdo, pero el nacimiento era de mi ingeniería. Papel arrugado tipo cartucho o funda tratando de hacer un pesebre dentro de una cueva, espejitos como pequeños lagos, luces por debajo del papel que no fuese a quemar, los animales, los reyes y los tres principales dentro de la cueva, pero el niño hasta el 25 no se ponía. Recuerdo que en una de esas conexiones que yo inventaba sin que nadie me explicase nada y yo lo más que tenía eran 10 u 11 años, si acaso, se quemaron los fusibles de rosca, como era entonces. A cambiarlos con más miedo que otra cosa, porque corrientazos de vez en cuando recibía, pero eso de fusibles eran palabras mayores.
La Navidad del 59 no se celebro’. Lía había muerto para entonces y mi hermana había ido a Miami. El 24 comimos los tres, pienso que Paquita y María ni bajaron, ya María veía menos y menos, era dificultoso subir y bajar escaleras.
El 31 los tres fuimos a un cine por la 42, al salir caminamos poco a poco hasta la casa y tuve la experiencia más maravillosa que he tenido sobre mi pueblo. Cuando Danny Rivera canta “yo quiero un pueblo que ría y que cante, yo quiero un pueblo que dance en las calles” se me salen las lagrimas sin poder controlarlo, porque yo tuve un pueblo así. A medida que íbamos caminando teníamos que detenernos en casi todas las cuadras.
Ese año cada cuadra estaba en la calle, se habían organizado de forma que todos comían, bailaban, cantaban, celebraban el nuevo año. ¡Qué feliz nos sentíamos los tres de ver y participar de esa alegría! Esa fue la única vez que recuerdo que se hizo, ya luego las cosas cambiaron mucho. Prácticamente de una vez, en febrero del 60 exploto un barco lleno de armas en la bahía. “! Armas, ¿para qué ?!” había dicho el, pero estaba trayendo armas.
Ya el 60 era esperar la invasión que a Soto Vocee se sabía que vendría, de Navidad, nada, paso’ por debajo de la mesa. La del 61 ya en Miami, mi primo Manolo y yo caminando de un lugar a otro, visitando casas de sus amigos, picábamos algo, en nuestras casas no recuerdo que hubiese algo. La siguiente, solo con mis amigos en mi apartamento, mis padres en Chicago.
La época de Navidad no es una época muy feliz para mí, siempre ha traído su nostalgia, sus recuerdos y diciembre siempre viene con sus problemas económicos debajo del brazo. Si fuera por mi esos días los eliminaba del mapa, no son de mi agrado, ni antes, ni ahora, solo ese diciembre del 59 con un pueblo que canto’, bailo’ y rio’. ¡Cuán poco duro’!
29 de noviembre.
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