martes, 7 de diciembre de 2010

Inicia la independencia.

Era muy temprano. No recuerdo como estaba vestido. ¿Que tenía en las manos? , no sé, tampoco  viene imagen alguna de esos detalles.

¿Qué recuerdo?  En el portal de la casa espero, ansioso, nervioso, inseguro. Mi mama está a mi lado. Al rato viene un autobús pequeño, verde con una franja amarilla en el medio. Debo bajar las escaleras y entrar. Me siento detrás del chofer, estoy solo, acompañado de un montón mas como yo, pero que si saben a dónde van y para que, yo no.

Llegamos, todos bajan, yo de ultimo. ¿Y ahora qué?  Entro al edificio y en el primer salón que vi, no el segundo donde había una joven agradable, entro y me siento.  Yo no iba ahí, era otro salón, me niego levantarme.  Llloro, no hago berrinche, pero más o menos. Gane, me dejaron. Empecé obstinado.

Tenía 4 años y medio, septiembre del  51.  Comencé la escuela. Que comienzo tan desastroso, y doloroso, aun lo recuerdo. Por que hacen eso de mandar a uno a lo desconocido, sin prepararnos, sin haber visto el lugar, sin conocer persona alguna. Todo, absolutamente todo de pronto nuevo.

En el recreo salí, comí, no sé cómo, si las compre o que, no acierto a recordar, una galletas saladas en funda transparente y ribetes rojos. Volví al mismo salón, iba a Kindergarten  y termine quedándome en pre- primario. Lo hice bien, no tuve que retroceder.

No hay  dato en mi memoria de forma consciente antes de lo anterior, este lo marco todo.

El próximo recuerdo fue cuando me presentaron a Luisito, mi amigo mayor en edad que yo, cabezón, blanco rubio y ojos azules, hijo de español, una hermana mayor, Lolita. Allá todo era  por diminutivo, Jorgito, Luisito, Lolita. Se acababan de mudar frente a casa y no sé por qué fue mi mama quien me lo introdujo a mi vida.

Mi primera bicicleta era azul con rueditas, yo  la montaba por la acera de la cuadra, nunca en la calle.  Alguien le quito una ruedita para que fuese acostumbrándome.  Mi hermana aparece continuamente en esa escena, enseñándome a montar, el equilibrio y un día arranque con la ruedita arriba, o sea sin rueditas y ya no me pararon. Comía en la bicicleta, dormía en la bicicleta y  la acera se convirtió en calle, avenidas, barrio, club, a donde mi imaginación me permitiese llegar con la edad. Me disfrazaba de Zorro en mi bici, ya roja, la segunda, más grande, una Niágara. Ya no era Jorgito el que iba ahí, sino el Zorro, y cuidado si me llamaban Jorgito, no oía. En el 59 me la robaron por bonachón y vino la tercera, una JC Higgins, todo un motor siendo una simple bicicleta, ese era mi mayor tesoro.

Luces adelante, y atrás, frenabas y se encendían las luces de atrás, un dinamo para las luces y sus baterías, niquelada, unos tremendos muelles y las gomas anchas y de banda blanca, parrilla delante para los mandados, parrilla atrás para poder montar a alguien cómodamente.  Mi padre me la compro en Sears, pero bajo la condición de que debía ir al colegio en bici aunque lloviese y con el dinero de la guagua pagar la mensualidad de la bicicleta y así se hizo.  Realmente el no fue a comprarla, fui yo porque me habían robado la roja, y me enamore de la JC Higgins, y  lo llame al trabajo, hablamos, convencí, convenció y le pase el teléfono al vendedor y me la llevaron a casa en un  camión. Cuanto costo, no sé, pero pienso que todos los cuartos del mundo.

No sé si esa libertad en la bicicleta fue lo que provoco que los Reyes Magos me dejasen una noche del 5 para el 6 de enero un saco de carbón, y más nada. Yo les había dejado  su botella de ron que amaneció  vacía, con tres vasitos, su cubo de agua y su hierba para los camellos y a mí me dejaron el carbón.  Bueno, yo salí ese día 6 con mi carbón a pintar todas las aceras, a jugar a los ceritos, al Tic Tac Toc, a la brincadera con un pie del uno al nueve, y que se yo… Luego supe que quien se porta mal le dejan los Reyes carbón, yo aun no se qué fue lo que hice mal, pero goce el carbón.

La escuela, mi bicicleta y mi amistad con Luisito marcaron el inicio de mi independencia de mi familia, de mi mama, más que nada. La bicicleta me abrió caminos y libertad de movimientos, Luisito al ser mayor me abrió otros caminos y la escuela, bueno esa escuela si me hizo aprender, me hizo investigar, abrir mi campo de acción, me hizo ser lo que hoy soy en un gran por ciento, fue una muy buena zapata para seguir construyendo.

Comencé mi camino a la pandilla del barrio, a mis compañeros de escuela, a conocer por mi mismo lo que me rodeaba en aquel entonces. Pienso que les salí demasiado independiente a mis padres. Si ellos se arrepintieron de eso, nunca me lo dijeron, supongo que lo sufrieron, solo eso, lo sufrieron en silencio, así es que sufrimos los padres.

23 de noviembre 2010

1 comentario:

  1. Yo también tengo gratos recuerdos de mis primeras veces sobre las bicicletas.

    Definitivamente nos dan esa lección de aventura, Qué pasaría si voy un poco mas allá? Nunca e podido sacar ese pensamiento de mi cabeza, aunque ando ahora mas en skateboard que en bici, es la misma sensación de querer rodar y rodar sin querer parar. Aunque uno se cansa mas en el skateboard XD.

    Un fuerte abrazo desde Lima Don Jorge.

    Dimas Humberto

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