sábado, 21 de mayo de 2011

Nomias

Un libro  sobre las nomías (normas), marcó totalmente  mi forma de pensar sobre  el desarrollo del hombre en  sociedad. El libro ya no lo poseo, lo presté y no regresó, por eso no tengo a mano el nombre del libro o de su autor, sólo su contenido que quedó en mi,  aprehendido a mi células, a mis neuronas.

Pocos estudiantes de fin de bachillerato se han escapado de  recibir esta letanía de mi parte, pues la considero realista, útil, práctica y hasta necesaria de digerir y por tanto, asimilar para comprender a otros y entenderse a sí mismo.

Hay cuatro etapas de las nomías en nuestro desarrollo como ser humano en nuestro andar pro la  vida, cada una como un escalón para la siguiente.  El final de la ruta es la AUTONOMIA, la norma que sale de mi propio yo. A esta cuarta etapa  no todos llegan a escalar, se quedan en una de las tres anteriores y así mueren.

Su paso anterior es la SOCIONOMIA, o las normas del grupo, de la sociedad  que yo acepto para ser parte de la misma.

La segunda es la HETERONOMIA o las normas  de los otros, de los adultos con quien la persona se rodea y trata. La autoridad de los adultos.

El primer escalón es la ANOMIA, la no norma.  Vinimos a este mundo sin normas. Gritamos a todo  pulmón sin norma alguna.  Desde que llegamos sólo nos interesa comer, dormir, estar tranquilo sin mucho calor o frío, sin estar mojado o sucio de nuestro propio desecho. El placer de dormir, de estar tranquilo, mimado, querido, ser el centro, todos a mi alrededor, el placer de comer y sentirme satisfecho, completo, “full” de haber mamado, bebido o comido.

Luego me interesará jugar, agarrar las cosas, tirarlas, verlas caer, rodar, moverse, sonar. El placer de hacer lo que deseo para mi propia curiosidad.

Buscaré moverme, intentar trasladarme, gateo, me siento, me paro, unos pasos, me caigo, corro.  Aprendo que llorando vienen donde mí y me atienden. Riendo todos se ríen conmigo  y se sienten bien, yo también.  Demando, grito, lloro. Premio al otro con una sonrisa o una caricia.

Tengo que adaptarme a un horario de baño, de comida aunque mi estomago diga que ya es hora, a un horario de siesta o  de dormir por más tiempo  porque está obscuro, es de noche. Adaptarme a un horario,  dar un paseo y tomar el sol; yo no sé de hora o de reloj, pero mi cuerpo  se percata del tiempo,  se va adaptando a ese reloj invisible, “biológico”.

Mis glándulas se van acostumbrando a sabores propios de mi familia, mi región o país. No todos los sabores sabré luego son iguales, pero en mi grupo inmediato “esos” son los sabores y yo me adapto a ellos, con más sal o menos dulce o viceversa.  Algunas frutas, legumbres, tubérculos, carnes de animales, leche que ya no es la materna. Mi cuerpo sigue adaptándose al medio, aunque descubro que hay cosas que me gustan más que otras y cierro mi boca para que no entren  y la aprieto y digo que no con mi cabeza o un manotazo. La abro de inmediato porque el olor me dice que eso sí me gusta y antes de que la cuchara llegue ya estoy disfrutando de la misma, voy siendo selectivo y lo dejó hacer saber.

Este proceso durará meses.  Contra mas rápido yo pueda comunicarme con mi voz saldré de esta etapa. Contra mas rápido yo controle las esfínteres,  y orine y defeque donde debo hacerlo  según mi comunidad y no en el pañal, más rápido saldré de esta etapa.  

En el momento en que tengo más control de mi cuerpo y  trato de salir de mi hacia los otros, me lanzo, me comunico, corro hacia ellos y dejo de ser yo el centro de todo, paso lentamente a la otra etapa.  No importa la edad, no la he mencionado, puede ser a los 8 meses,  al año y medio o dos años como casi todos o nunca, como algunos.

Hay personas que se quedan en esta etapa. Lo único que les interesa es comer, beber y sentirse cómodo, bien. Su tema de conversación gira alrededor de esto o del sexo, sus conquistas, no importa el género de la persona. Son hedonistas, su placer y sólo su propio placer. Todo gira alrededor de ellos, buscan ser centro y cuando no lo son  se violentan.  Demandan atención, gritan o lloran a su manera para recibir atención y conseguir lo que quieren, se imponen sobre los otros a base de gritar más, hablar más alto, “llorar” y patalear más.

Los otros no cuentan a no ser que sea  en búsqueda de su felicidad y bienestar, de lo contrario sobran.  Que estén a su alrededor para que le alcancen las cosas que él desea o lanza para que otros vayan a buscarlo como perros falderos.

¿Cuántos conocemos que aún están en esta primera etapa?   Desde que abren la boca para algo, ya sabemos quiénes son. Tú no eres uno de ellos, porque hace rato hubieras dejado de leerme, es más,  no hubieses ni empezado a hacerlo porque no te doy placer carnal solo espiritual, intelectual.  Él o ella sólo busca el placer físico. Aquí entre estas letras no hay ese placer.

En otra hablamos de la segunda etapa, la HETERONOMIA.

3 de abril 2011

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