sábado, 6 de abril de 2013

T / L



No me refiero al tomate y a la lechuga, sino a la tortuga y la liebre. 

Los mayores podrán traer a sus mentes esa fabula que  Walt Disney  la hizo muñequitos,  al menos por medio de él que  por  primera vez  supe de la misma,  años más tarde fue  en la escuela que  la leí . 

Refresquemos. Hay una competencia en el bosque para ver quien llega primero a la meta. Esta la veloz y orgullosa liebre, con sus tenis puestos  , alto esbelto, siempre sonriente y  del otro lado la tortuga, agachada, tímida, lenta. Suena el disparo indicando la salida y la liebre vuela mientras  la tortuga cae boca arriba dada la velocidad supersónica de la liebre. La tortuga logra incorporarse y empieza paso a paso, un pie delante y otro después a avanzar sin que nos demos cuenta que está avanzando, pues sus pasos son diminutos.

La liebre capta  la situación y decide buscar una sombra de un árbol y descansar. Ahí se duerme plácidamente confiando en que la tortuga durará siglos en llegar a la meta. La tortuga tenazmente sigue un paso delante y otro detrás, e incluso pasa sigilosamente  por donde la liebre descansa y hace todo lo indecible para no despertarlo y continua su andar.

La liebre de pronto despierta al oír los vítores de las personas y ahí es que entiende  que la tortuga se acerca a la meta. Se desvela y sale volando afanosamente hacia el final de la competencia;  la tortuga siente su presencia detrás de si por primera vez en toda la carrera.  Los vítores aumentan, nadie cree lo que está viendo.  Cuando ya casi llegan a la linea final, la tortuga  alarga su cuello y así  con “su nariz”  cruza la meta antes que la liebre ganando la competencia inesperadamente.

Hoy día, pienso que se ha logrado crear un clon de una  parte tortuga y otra parte liebre. La velocidad de la liebre, y la tenacidad de la tortuga de ir paso a paso hasta la meta. Por eso lo llamo TL, tortuga/ liebre.

La ciencia con la tenacidad y dedicación de la tortuga se ha dedicado a que la tecnología,  las comunicaciones, lo mediático, lo virtual avancen,  a la velocidad de la liebre. Todo vuela, todo cambia de un día a otro, ya bien nos habíamos acostumbrado a “A” y ya está “B”. Todo diferente,  o mejorado sustancialmente.

Los nacidos en esta época piensan que todo es como la liebre, a nivel de mover un dedo, tocar una pantalla o decir en alta voz un mandato  para que todo se dé, ya, ahí, ahora, inmediatamente.

A nosotros, los de más edad,  se nos enseñó a ser tortugas. Persistentes, laboriosos, tenaces, constantes,  al paso y esta velocidad no la entendemos, nos marea aunque la  disfrutamos. Solemos necesitar  la ayuda del más joven para ponernos al día y de pronto  ya estamos atrasados cuando finalmente  lo aprendemos; solo queda   volver a empezar  a aprender.  Ellos no, es como si hubiesen nacido sabiendo el sistema, aunque a veces me sonrío cuando me doy cuenta de que ellos mismos tienen que llamar a alguien más joven para que les diga cómo solucionar el misterio.

Debemos reconocer que la ciencia se ha mantenido en su revolución digital  con un paso delante y otro detrás, y que la liebre ha conseguido darle rapidez supersónica a todo el proceso.

Pobre Esopo, no sabía que iba a haber un animal con patas y cola de mota como  una  liebre, y  con coraza y cabeza de tortuga que nos permitiera llegar a la meta todos los días de forma más rápida,  fácil y constante.
Ambos llegan a la meta conjuntamente o es la nariz de la tortuga que se observa  cruzando primero  la linea final  o es la pata de la liebre que vemos ?, bueno, ambos.

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