No me refiero al tomate y a la lechuga, sino a la tortuga y la liebre.
Los mayores podrán traer a sus mentes esa fabula que Walt Disney
la hizo muñequitos, al menos por
medio de él que por primera vez supe de la misma, años más tarde fue en la escuela que la leí .
Refresquemos. Hay una competencia en el bosque para ver quien llega primero
a la meta. Esta la veloz y orgullosa liebre, con sus tenis puestos , alto esbelto, siempre sonriente y del otro lado la tortuga, agachada, tímida,
lenta. Suena el disparo indicando la salida y la liebre vuela mientras la tortuga cae boca arriba dada la velocidad
supersónica de la liebre. La tortuga logra incorporarse y empieza paso a paso,
un pie delante y otro después a avanzar sin que nos demos cuenta que está
avanzando, pues sus pasos son diminutos.
La liebre capta la situación y
decide buscar una sombra de un árbol y descansar. Ahí se duerme plácidamente
confiando en que la tortuga durará siglos en llegar a la meta. La tortuga
tenazmente sigue un paso delante y otro detrás, e incluso pasa sigilosamente por donde la liebre descansa y hace todo lo
indecible para no despertarlo y continua su andar.
La liebre de pronto despierta al oír los vítores de las personas y ahí es
que entiende que la tortuga se acerca a la meta. Se desvela y sale volando afanosamente
hacia el final de la competencia; la tortuga siente su presencia detrás de si por
primera vez en toda la carrera. Los vítores
aumentan, nadie cree lo que está viendo.
Cuando ya casi llegan a la linea final, la tortuga alarga su cuello y así con “su nariz”
cruza la meta antes que la liebre ganando la competencia
inesperadamente.
Hoy día, pienso que se ha logrado crear un clon de una parte tortuga y otra parte liebre. La
velocidad de la liebre, y la tenacidad de la tortuga de ir paso a paso hasta la
meta. Por eso lo llamo TL, tortuga/ liebre.
Los nacidos en esta época piensan que todo es como la liebre, a nivel de
mover un dedo, tocar una pantalla o decir en alta voz un mandato para que todo se dé, ya, ahí, ahora,
inmediatamente.
A nosotros, los de más edad, se nos
enseñó a ser tortugas. Persistentes, laboriosos, tenaces, constantes, al paso y esta velocidad no la entendemos, nos
marea aunque la disfrutamos. Solemos necesitar
la ayuda del más joven para ponernos al
día y de pronto ya estamos atrasados cuando
finalmente lo aprendemos; solo queda volver
a empezar a aprender. Ellos no, es como si hubiesen nacido sabiendo
el sistema, aunque a veces me sonrío cuando me doy cuenta de que ellos mismos
tienen que llamar a alguien más joven para que les diga cómo solucionar el
misterio.
Pobre Esopo, no sabía que iba a haber un animal con patas y cola de mota
como una liebre, y con coraza y cabeza de tortuga que nos permitiera llegar a la meta todos los
días de forma más rápida, fácil y
constante.
Ambos llegan a la meta conjuntamente o es la nariz de la tortuga que se observa cruzando primero la linea final o es la pata de la liebre que vemos ?, bueno, ambos.
Excelente parangón....!!!
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