Los historiadores cuando miran
hacia atrás los hechos ocurridos, tratan de entenderlos, clasificarlos,
desmenuzarlos o agruparlos. Como somos producto todos en América de alguna
colonia europea, pues también somos producto de un occidente que comienza en
Grecia, hacia la izquierda en el mapa y por tanto casi no sabemos palabra de lo
que sucedió hacia la derecha del mismo, hacia el este u oriente. También pensamos que Europa es
enorme y el resto del mundo es diminuto, cuando es todo lo contrario.
Por tanto, los historiadores
europeos a los cuales repetimos y seguimos sus enseñanzas, determinaron que la
caída de la ciudad de Roma y su imperio de occidente demarcaba el límite entre
la Edad Antigua y el comienzo
de la Edad Media y posterior
sistema feudal. Así como la caída de Bizancio, Constantinopla, hoy
Istambul, en manos de los turcos no
cristianos como el paso hacia la Edad
Moderna y su posterior
conquista y colonización de las tierras hoy llamadas América; la imprenta y la Biblia como primer libro impreso y el sistema mercantil.
La próxima caída que se va a
producir no es de una ciudad, sino de todo un sistema de poder absoluto a uno
más compartido lidereado por una burguesía naciente conjuntamente con el sistema
capitalista en su forma más cruda de explotación de parte del capital
bancario-industrial-comercial. Unos pocos dominan política, económica y socialmente sobre la mayoría que
empezó a venderse al mejor postor dentro de toda la llamada revolución
industrial que negaba precisamente con actos lo que la Revolución Francesa
había establecido en el papel, como ideas, referente a los Derechos del Hombre, con su lema
de libertad, fraternidad e igualdad. Sin olvidarnos de la Revolución Norteamericana,
anterior a la francesa, la cual pasó a ser imagen, también en papeles, de lo que todos queríamos ser como país y por
tanto a imitar. Hoy los historiadores nos clasifican viviendo dentro de la Edad
Contemporánea.
Estoy convencido de que ahora
mismo, sin darnos cuenta, vivimos el fin de una época e inicio de otra que algún
historiador luego bautizará. Esta vez la caída no es de una ciudad o de la
dinastía real; sino la caída del muro de Berlín y con ella la Perestroika, la
desintegración de la URSS y del comunismo, al menos el soviético stalinista.
Unido a esa caída, otra, la de las Torres Gemelas del 9/11 marcando así todo un
mundo “terrorista” vs el de la “libertad” neoliberal y unido a todo lo
anterior la revolución
tecnológica-digital de la cual somos víctimas
sin darnos cuenta. Estamos en el momento de transición a otra Era,
quizás la llamen la Edad Globalizada.
Las fronteras entre las
naciones se achican aunque los muros físicos
entre ellas sean mayores. Las noticias, los hechos las sabemos de inmediato, casi
antes de que sucedan. Todo afecta como en las fichas del domino, en cadena.
Nada nos es ajeno. Vivimos y sufrimos el bien y el mal que pueda suceder en
otras tierras aunque estén lejanas. Los bancos nos dominan. Ya no es la
burguesía como un todo, sino parte de la misma burguesía que se ha hecho dueña
de todo el proceso, nos mandan nos ordenan, nos incluyen o excluyen de listas pre concebidas de los cánones que
ellos entienden es lo que debemos hacer y que a ellos les interesa que se haga.
Son ellos los que determinan nuestro parámetros de crecimiento y desarrollo. Es
la banca mundial, como una sociedad secreta unida, la que determina qué país si
puede y cual no, y cómo es que debe o no
continuar con vida.
Como borregos les manifestamos
nuestra obediencia. Dependemos económicamente de ellos y lo saben muy bien,
cuentan con eso. La alta burguesía
bancaria va hacia el poder absolutista, a un tener en sus manos todo, sino es
que ya ha obtenido su reinado y aun no lo hemos aprehendido*, captado,
aquilatado como tal.
Estamos siendo testigos de lo que es vivir una etapa de
transición histórica y ser parte de la misma sin percatarnos de que somos parte
de la misma transición en sí.
Deberíamos hacer una parada, respirar hondo y
darnos cuenta, asimilar, de que nacimos
en una Era y moriremos en otra. Una pierna esta allá y la otra aquí, y serán
solo los futuros estudiosos de nuestras vidas quienes lo dirán y lo bautizarán.
Bueno, me quise adelantar un poco.
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Aprehender,
con “h” intercalada, no es aprender; dos verbos distintos.