Trato de exprimir mi mente, pero no sale. Busco conexiones y parece no existir alguna. Algún dato, relación, nada. Solo sé que estábamos en Miami, todos, mi hermana también, no estoy seguro, pero pienso que si, ya los detalles se me escapan. Cuando fue, la hora, no logro recordar.
El caso es que hay un vaso de agua con agua en una mesa lateral de la sala de casa de mi tía Georgina.
Al entrar a la casa me entero de que mi tío Rafael había muerto, el corazón no siguió su ritmo, como ya sabemos. ¿Fue un telegrama, una llamada? No sé como lo supieron, pero lo supieron. Todos apesadumbrados, llorosos. No hacía mucho nos habíamos despedido de él y todo lucia bien, pero el corazón es así, decide y ya, se acabo todo o comienza…
Relacione el vaso con agua y la muerte. Pregunte de forma airada, como si pudiese preguntar así un pichón de quince en una casa que ni era de uno, la falta de humildad es de mis pecadillos, cosas que uno arrastra de otras y otras andadas por ahí. No, no habían puesto el vaso con agua a mi tío recién ido, para que su alma descansase, sino alguien necesito tomar agua y lo había dejado, al descuido, al menos eso me dijeron y yo baje la cabeza y salí.
Cosas que uno hace y con el tiempo te persiguen, ¨metiste la pata, metiste la pata¨. Ni siquiera pensé en mi tío en ese momento, el vaso ocupo mi ser. Mayor que papa era Rafael. Culto, leído, avezado. Tenía un salón lleno de música clásica en Tarara. Era de ideas cercanas al comunismo aunque leí una carta de mi tío a mi papa que le aclaraba que él no era comunista y le dolía sospechar que mi papa pensase que lo fuese y mi padre en otra carta aclarar que él nunca hablo del tema con nadie, cosas entre hermanos que trascendieron a ellos dos. Las cartas mi padre las guardaba y yo las rescate cuando me toco despedirlo en cuerpo. Para mí era comunista, y de los buenos, no de los malos que llegaron a última hora, sino los de que llegan a esa convicción por leer, pensar, y darse cuenta de que la realidad no es la correcta, pero no saben que esa otra realidad es peor que la realidad que ellos estaban viendo. El caso es que mi tío Rafael era todo un ser educado, y con suerte en los negocios, pero no así en la familia. Su hija murió de 6 o 7 años de una enfermedad de la sangre, y su esposa, Carmelina, fidelista hasta la tabla me dijo un día a toda voz que si sabía que yo era contrarrevolucionario me denunciaba ella misma, y lo dijo en tal tono, en tal escándalo que mi mama cerro todas las ventanas allá en la isla, antes de irnos, y que ella le secaría a Fidel todos los sudores a besos, ah, Carmelina, no era mi tía, era la esposa de mi tío Rafael, mas nada, esa si no era de los buenos como Rafael, mi tío de verdad. Espero me entiendan.
Volviendo al vaso de agua, allá se quedo sobre la mesa, pero también en mi cabeza.
Con el tiempo sucede y acontece que Italia siempre dejaba un vaso de agua al lado suyo para beber en la noche por la sequedad, parte de su todo necesitaba agua continuamente, y de pronto empezamos a darnos cuenta de que salían bolitas como de soda en el agua. Ahí se conecto el vaso de casa de mi tía con ese otro vaso. Notamos que cada vez que había problemas fuertes, las bolitas brotaban, y si no había problemas de salud aparente, no había crisis tampoco había bolitas. Botábamos el agua con bolitas y poníamos otro. Era de su lado de la cama las bolitas, de mi lado no.
¿Saben qué? No me lo van a creer, en los días de Italia en la clínica, las bolitas siempre estaban y se dibujaba una carita risueña de burla continua. Yo botaba el vaso, botaba agua, rezaba, y la maldita cara estaba ahí, riéndose de mí y de todos, y no le hice caso y NO LE HICE CASO! Mi falta de humildad, no me permitió ver, pensé que yo era más fuerte, que mis oraciones eran más fuertes, que mi fe era más fuerte.
Hoy admito que me venció y aun me vence el recuerdo de la carita risueña de ese vaso de agua.
Dale una buena patada al vaso de agua en tu mente, y no dejes que te perturbe....
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