jueves, 17 de febrero de 2011

Todo se mueve.

 En la época en que la misa era de espaldas y uno ni sabía que pasaba, todo era un misterio;  un silencio, un olor a incienso y las mujeres con sus velo sobre su cabeza y muchas rezando el rosario en medio de la misa en lugar de estar en misa, es esa época donde todo era en latín: la misa, las oraciones que contestábamos, las canciones.  En ese periodo de tiempo en que aun no había surgido un Papa bueno como Juan XXIII que fue elegido como transición y aprovecho’ su momento histórico revolucionando la Iglesia con su  Concilio Vaticano II en los años 60 cambiando todo lo que mencione antes, en ese tiempo anterior un sacerdote  jesuita francés, Teilhard de Chardin, fue silenciado,  se le prohibió hablar en público,  publicar sus escritos.

Era la época del Papa Pio XII, el mismo del problemita con los judíos y los nazis.   Al padre Teilhard lo  vinimos a conocer por los escritos que sus discípulos lograron publicar por su cuenta, la copia que guardo es de hojas mecanografiadas y luego fotocopiadas.  Como buen jesuita estaba adelantado a sus tiempos, hablaba antes que otros pensasen y también como buen jesuita era obediente al  Papa de Roma, y se callo’ la boca, dejo de hablar y escribir aunque no de pensar. En 1925 le prohibieron dar clases y se fue a China a investigar como Paleontólogo y Geólogo que era.  Allá descubre al Hombre de Pekín como un ser que usa el fuego y la piedra.

Teilhard era un sacerdote científico o un científico sacerdote, dudo de que’ primaba en el. Hizo además   estudios en Botánica y Zoología. Obtuvo el grado de  Doctorado,  fue miembro del Museo Nacional de Historia Natural de Francia.  En 1947 le prohíbe el Vaticano  publicar sus obras. Muere en Nueva York en 1955.  Tres años más tarde el Vaticano prohíbe  la edición de sus obras y manda a retirar de las bibliotecas católicas todo lo publicado con su nombre. Aclaran las autoridades eclesiásticas  que las obras publicadas en español no tenían  el consentimiento o el  “Nihil Obstat” de la Iglesia.

El pensamiento de Pierre Teilhard cuestionaba el pecado original, la figura de Cristo y la creación. El planteaba que todo salía de Dios (alpha) y regresaba a él (omega). Une la creación con la evolución, un elemento inicial que cambia, se mueve, avanza. Es con la evolución que aparece el tiempo y el espacio. 

Nosotros con nuestra libertad ayudamos a que la evolución avance más o menos rápidamente. La evolución no solo  es de la materia, sino también del espíritu, la evolución se da en ambas. Avanzamos a un nivel más complejo de conciencia hasta llegar a un nivel de conciencia cósmica, no solo universal. Su obra predominante, el Fenómeno Humano debiéramos todos leerla o  releerla.  

Los que me conocen por mis clases se abran dado cuenta que lo dicho hasta aquí no les es nuevo,  yo solo he querido ser un porta voz del pensamiento de Teilhard desde hace un buen tiempo, me apropie de sus ideas,  las hice mías.

No pasa un día que no comente que todo está en movimiento, no hay nada estático, todo cambia.  Todo avanza hacia el punto Omega.   El universo se amplía continuamente, pero no en forma lineal como es nuestra estructura mental, sino de forma elíptica como es el pensar asiático.  Avanzamos elípticamente, por eso hay hechos que son parecidos, no iguales,  a otros que ya han sucedido, pero ascendemos. Por eso hay etapas en nuestras vidas que suben y bajan, como por periodos  de cinco o siete años.  Recordamos a Josué en Egipto  que hablaba de 7 años de vacas gordas y de 7 años de vacas flacas, que se debía guardar en época de abundancia para la época  que vendría posteriormente. Periodos cíclicos.

Somos como nuestros padres, pero en una versión mejorada por el tiempo y en el espacio. Nuestros espíritus avanzan si dejamos que eso suceda, si es nuestro deseo que así sea.

No hay Adán y Eva, no hay pecado original, solo el hombre que evoluciona en su lucha entre el bien y el mal, por subsistir y acomodarse a los tiempos. Hay hombres y mujeres que permiten que su espíritu avance a niveles muy por encima a la del resto de nosotros y por eso se distinguen por su energía dorada sobre sus cabezas.

Pablo VI reconoció la visión cósmica del pensamiento de Teilhard.  El Papa de Roma actual habla de una gran hostia cósmica.

Todo avanza, nada es estático, todo es energía, todo evoluciona incluyendo nuestras vidas actuales, nuestra circunstancia actual; solo depende de nosotros que nos acerquemos más a Dios-Omega y seamos mas parte de la Conciencia Universal.  Todo tiene vida y somos parte  de un todo. Nosotros de forma individual o comunitariamente, con nuestra libertad decidimos que las cosas avancen  más rápido o más lentamente.  Depende de nosotros.

Ya el Evangelio de Tomas, no aceptado por Roma, nos dice que debajo de una piedra, en todo lugar  en nosotros mismos Dios existe. No hace falta intermediarios, no hace falta estructuras para llegar a Dios, solo uno mismo en nuestra soledad o en comunidad llega a Dios,  se hace parte de la gran conciencia que podríamos llamar Divina.

Nuestro libre albedrio es parte del todo. Hay un destino, el punto omega. Para allá vamos, pero yo acelero mi auto personal o pongo la emergencia, o voy en cuarta o voy en segunda, yo decido.

Con mi libertad ayudo o desayudo a llegar al final del camino, ahora o más tarde. ¿Y yo que hago ahora?

21 de enero 2011, día de la Virgen de la Alta Gracia.

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