Manchas marrones cual pecas avanzan sobre las verdes
raíces que brotan con fuerza desde su
centro casi rompiendo la leve piel de
cebolla que las cubre. Las raíces por momento se ocultan y luego se lanzan al vacío,
aquí estamos.
Antes caminaban sutilmente, ahora no, son
descaradas, no les importa hacerse ver en toda su magnitud.
La piel de cebolla luce surcada, arada, cual si fuera la corteza de una ciruela pasa.
Hay un repliegue de las raíces a medida que avanzan a su final o término.
De un lado
las raíces se cruzan entre si y se enredan, una con otra. Del otro lado hacen juegos geométricos, parecen ángulos
rectos.
Al voltearla las líneas se multiplican, como
expresar lo que veo,? Cuando un niño toma un creyón sobre un papel y empieza a
escribir sin saber escribir sobre el papel y las líneas que traza se suben una
sobre otra, y de pronto ya no hay papel en blanco, sino una comunidad de líneas,
vieron la imagen? Pues así seria.
Al final unos puntos blancos y rojos, más rojos que
blancos repuntan y recogen de pronto el
final de las líneas como si fuese en un juego de “yaquis” que se toma todo en una sola mano, y aparecen unas líneas hondas, profundas como un
muro bloqueador que detiene todo para
dar paso a los puntos rojos y blancos.
Al final -final una dureza que cada día es menos
dura, pero se crecen de forma autónoma, como si tuviesen vida por sí mismas, es
más, deben tener vida propia.
Siento que las raíces se cargan por dentro como si
guardasen energía, como si tuviesen un movimiento interno del cual no soy capaz
de ver, solo de imaginármelo. Cuando esto sucede, la piel de cebolla luce
expandirse, pienso que en algún momento se romperá y quedará la raíz al
descubierto.
Justo en ese instante, en ese preciso momento, me pesan. Me pesan mis manos.
Si. Veo la imagen. Y veo que asi como aumenta el peso de las manoo, aumenta la ligereza del corazon.
ResponderEliminarTendré presente esa ligereza en otro escrito futuro. Gracias
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