NOSOTROS
LOS PADRES Y EL TIEMPO PARA NUESTROS HIJOS.
Cada
día hay que producir más para vivir igual o peor que unos días atrás y este
movimiento de alzas hace estar en un espiral constante, como un torbellino.
Más
trabajo produce menos tiempo hábil. El cónyuge también participa en el mundo productivo,
pudiendo ser que "la" cónyuge obtenga más beneficios económicos que
el hombre y por tanto se empiece a dar más tiempo fuera de casa de quien
produce más dinero. Vamos inventando pequeñas entradas que aumenten nuestros
ingresos familiares y todos estamos pensando en un pequeño negocio propio.
El
caso es, que no hay tiempo para nuestros hijos. Los vemos al levantarse, vamos
al cuarto a saludarlos, comemos a prisa y en la noche los volvemos a ver si
vamos al cuarto, ya dormidos. Si son mayores, absortos· por la televisión., la música
y los juegos electrónicos; ya en horas de la noche nuestra capacidad física se
ha reducido y no se puede soportar más.
¿Qué
hacer? Es en el contacto personal que se aprende, que se crece, y nuestros
hijos cada día cuentan menos con ese acercamiento personal.
La
posible solución está en la calidad del tiempo. Poco, continuo, pero intenso.
Que se perciba en la presencia grata, agradable y dedicada, preferentemente los
fines de semana, las vacaciones, y los viernes sociales.
Tenemos
que descansar de la tensión continua del trabajo y el medio que se hace difícil,
entonces descansamos con ellos. Busquemos puntos comunes donde nosotros estemos
presentes junto a ellos y ellos nos busquen para que estemos con ellos mismos.
Si
ellos nos buscan es porque se sienten bien con nosotros, si no lo hacen,
debemos revisarnos, pues quizás estemos
pensando en nosotros mismos y no en ellos también.
El
tiempo del pasado se medía en "extenso", hoy las distancias son más
cortas, todo sucede más rápido y el tiempo se debe medir en "intenso".
Publicado
el Lunes 29 de Enero de 1990,
Periódico El Siglo Pág. 11
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